La política regional necesaria
Con un PIB superior a los 280.000 millones de euros y más de ocho millones de habitantes, Cataluña se situaría en medio de la mesa de los países de la Unión Europea. Sus dimensiones humana y económica invitan a aprovechar mejor las capacidades distribuidas a lo largo del país, que presenta realidades internas con un tamaño y potencial comparables a los de muchas regiones europeas que impulsan estrategias propias de innovación y especialización inteligente (RIS3). Es necesario hacer emerger las capacidades endógenas y diferenciadas de cada región catalana para que, con la implicación de su tejido económico y el apoyo de al menos una universidad, puedan convertirse en regiones del conocimiento responsables de sus propias políticas de desarrollo.
Así operan numerosas regiones europeas líderes o fuertemente innovadoras, a menudo más pequeñas que las posibles regiones catalanas Norte, Ponente o Sur. Ejemplos como Flevoland, Drenthe, Övre Norrland, Nordjylland y Groningen muestran cómo la responsabilidad compartida entre instituciones, empresas y universidades consolida ecosistemas sólidos de conocimiento y progreso, fundamentados en los propios recursos humanos, económicos y científicos.
Para avanzar en esta dirección se necesitan dos condiciones esenciales que, al menos en la Catalunya Sud, todavía no se dan. Por un lado, la visión y voluntad del Gobierno y el Parlamento para promover una verdadera descentralización de las políticas de desarrollo regional. Por otra parte, la voluntad de las potenciales regiones de asumir su responsabilidad en este proceso, mediante la implicación de municipios, diputaciones y universidades en acuerdos regionales que regulen la toma de decisiones y la asignación de recursos. Así, Cataluña podrá desplegar todo su potencial en clave de conocimiento, innovación y progreso equilibrado.