Ivette Nadal: “Si no quisiera, no encontraría sentido ni a cantar, ni a escribir, ni a vivir”
La historia de cómo la poeta y cantautora conoció al padre de su hijo
La primera vez que la poetisa y cantautora Ivette Nadal vio al padre de su hijo tenía sólo once años. "Fui con mis padres a una tienda de muebles para elegir mi habitación, y nos atendió él. Recuerdo que llevaba rastas, y mi madre comentó: «Mira, este chico es de tu estilo». Yo entonces le veía muy mayor –él tenía dieciocho– y, lógicamente, no me miró ni siquiera miró. ninguna", explica Nadal.
Siete años más tarde, se reencontraron en una sala de conciertos. "Me atrajo, me interesó, y empezamos a conversar. A media conversación, tuve un flash: le pregunté si había trabajado en una tienda de muebles. Se sorprendió muchísimo que me acordara. Así empezamos a hablar. Sólo le había visto quince minutos cuando era una niña... ¿Cómo podía ser que se me hubiera preguntado?"
Del padre de su hijo, le gustó sobre todo que, desde el primer momento, se sintió querida –y bien querida–. "Yo tenía la idea del amor muy dañada. Empecé a tener relaciones con figuras masculinas bastante mayores del mundo artístico. Eran personas que, quizás, jugaban con la admiración que sentías por ellos. Me sentí tratada como un objeto", recuerda.
Por eso le impactó que, en ese reencuentro, él le dijera: "Esperemos un tiempo". "Hasta entonces, ninguna persona adulta me había dicho: «Espérate que seas mayor; no quiero afectarte al cuerpo ni a la maduración personal»".
De los conflictos con el propio cuerpo, Ivette Nadal ya sabía algo. Sufrió anorexia y fue ingresada en varias ocasiones. "Alguien que no sabe comer bien, no sabe amar bien. La anorexia es una adicción al ayuno, a la ausencia. Todo lo que no comes lo intentas compensar con un alimento más emocional. Y entonces llega el desequilibrio: el deseo despunta para cubrir una necesidad alimentaria", explica.
Cuando, por fin, dejó atrás la anorexia, llegó de nuevo: el diagnóstico de esclerosis múltiple. "La esclerosis te da una perspectiva diferente a todo. Yo soy una persona muy enamoradiza, también quiero muchísimo a las amistades. Ahora estoy aprendiendo que el día que me encuentro bien, lo aprovecho al máximo. Nunca me guardo nada de lo que quiero hacer y decir a la gente que quiero ni siquiera a, ni siquiera a, ni siquiera amo, me importa. vivir."
¿Y qué es, para ella, amar? "Lo sentí hace unas semanas en Sant Benet: amar es hacer sitio al otro", concluye.