Conversación con...

Carme Torras: "Los robots no tendrán conciencia humana"

Investigadora en robótica y novelista

Carme Torras a su laboratorio del Instituto  de Robótica e Informática Industrial
27/08/2022
3 min

BarcelonaLas noticias sobre robots siempre producen aquella doble sensación de fascinación y miedo, como las buenas películas de ciencia ficción. Que si Elon Musk anuncia un robot humanoide, Tesla Bot. Que si Google despide a un ingeniero que dice haber despertado una inteligencia artificial con conciencia. ¿Es la hora de la amenaza de las máquinas? Carme Torras (Barcelona, 1956), una de las grandes eminencias en robótica, rebaja las expectativas y la mirada apocalíptica: "Ya hace años que hay robots con apariencia humana o animal. Y hace cincuenta años que se creó una inteligencia artificial que era una psiquiatra, Eliza, que tenía conversaciones que parecían reales. Esto los chats lo hacen. Pero es imposible que los robots adquieran conciencia humana", afirma. Y sigue: "Si los medios y la sociedad tuvieran más formación en los principios básicos de la inteligencia artificial y su utilización ética habría menos miedos infundados. En primaria y secundaria, tendría que ser obligatorio". Justamente una de sus novelas, La mutación sentimental, ya está siendo utilizada a nivel universitario en España, en Estados Unidos (gracias a MIT Press) y ahora también en China para enseñar ética de la tecnología.   

En una época en la que hablamos con la Siri, interactuamos en el metaverso, hay humanos con implantes de todo tipos y los coches funcionan solos, quizás ya hay que discernir cuál es la barrera entre la máquina y el humano. "¿Qué nos hace humanos? –plantea Torras–. Todo lo que depende de la experiencia de vida, la empatía, el calor humano, la capacidad de admiración, las valoraciones morales, la creatividad...", enumera. Quizás los robots no tienen todo esto, pero en cambio tienen capacidad letal. ¿Así que las máquinas se podrían girar en contra de nosotros? "En absoluto –sentencia–. Ahora, sí que pueden ser utilizadas por gente que no actúe éticamente y esto ya lo estamos viendo en Ucrania, donde se está usando tecnología punta contra la población. Es muy grave. Pero no es la tecnología, la que es perniciosa, sino el uso que hacen las grandes corporaciones o los gobiernos". Y la realidad es que es difícil parar la investigación en este campo, como intenta la comunidad científica con el manifiesto Stop killer robots.

Ya hace años que Torras decidió enfocar su investigación hacia una vertiente mucho más útil: los robots sociales que dan asistencia a personas con dificultades físicas o cognitivas. Diseñan brazos que podrán alimentar, duchar, vestir o hacer camas, a veces solo con la mirada o los gestos del usuario. La idea es que den autonomía a la gente mayor y a personas con discapacidad. “No tendrían que sustituir el calor humano, sino hacer tareas mecánicas o íntimas, para aligerar a los cuidadores y proteger la exposición de los sanitarios. Esto será una gran revolución”, opina. Pero también de estos robots se puede hacer un mal uso, claro, por ejemplo si se aplican al cuidado de los niños. ¿Cómo sería un niño modelado por robots? “Eso sí que es peligroso. Los robots niñera me ponen los pelos de punta, casi más que los robots militares. Porque es el momento de aprender la empatía, la tolerancia, la sociabilidad, no de estar con un robot que hace lo que quieres. Si dejamos de desarrollar lo que nos hace humanos, nos robotizaremos nosotros”.   

Carme Torras, licenciada en matemáticas, doctora en informática e investigadora del Instituto de Robótica (CSIC-UPC), doble premio nacional de investigación, ha sido toda su carrera una rara avis, como mujer en un mundo de hombres. “Ser tan singular ha tenido ventajas: piensan que algo tienes y recuerdan tu nombre. Pero también me he sentido fuera de lugar y he pensado que me estaba perdiendo algo”, admite. Por eso anima a las niñas a dedicarse a la tecnología, “desde primaria, se tienen que encaminar, después es tarde”. En la UPC y en su propio grupo de investigación, las mujeres no llegan al 20%. “Si solo hay hombres, los robots los programarán los hombres y se adaptarán a los hombres. El futuro es tecnológico. Si las mujeres no estudian tecnología, se está fomentando el patriarcado, la masculinización de la tecnociencia y se está renunciando al futuro. Las chicas no tienen que tener miedo, claro que son capaces, y los padres y los profesores tienen un gran papel. Mi padre fue crucial para mí”.

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