La carrera de los trasplantes de animales a personas culmina al cabo de treinta años
La clonación y la edición genética hacen posible el primer trasplante de corazón de un cerdo a una persona
BarcelonaLa vida de David Bennett, de 57 años, colgaba de un hilo. Su corazón, seriamente afectado, ya no aceptaba ningún tipo de terapia, y estaba tan mal que no podía optar a un trasplante. Solo le quedaba recurrir a opciones experimentales de enorme riesgo, y Bennett accedió a ello. La propuesta que le trasladó Bartley Griffith, cirujano del Centro Médico de la Universidad de Maryland (UMMC, en las siglas en inglés), fue la de trasplantarle un corazón de cerdo modificado genéticamente y someterse lo que le pudiera quedar de vida a un tratamiento inmunosupresor de gran potencia y a un estricto programa de prevención de infecciones, puesto que se quedaría sin defensas naturales. “O morir o aceptar el trasplante”, dijo Bennett antes de la intervención. Hoy ya hace cinco días y de momento la evolución es positiva.
La intervención duró ocho horas, pero la investigación que lo ha hecho posible acaba de cumplir 30 años, que son los que separan los intentos del cirujano Thomas Starzl, de la Universidad de Pittsburg, del trasplante de Maryland. Starzl hizo el primer trasplante de hígado del mundo en 1963 y durante esa década intentó varios trasplantes de primates a humanos sin éxito. Tampoco tendría éxito en 1991 y 1992 cuando probó de trasplantar órganos de babuinos a humanos, pero comenzaría lo que se considera la era moderna del xenotrasplante. Había establecido una metodología segura para el trasplante de órganos, especialmente de hígado, y fundamentado dos de los tratamientos más sólidos con inmunosupresores.
Rafael Máñez, jefe del servicio de medicina intensiva del Hospital de Bellvitge, colaboró con Starzl en aquellos intentos de los años 90. Siguió esta línea de investigación primero en Bellvitge y posteriormente en el Hospital Juan Canalejo de la Coruña, donde hizo varios trasplantes de riñón de cerdo a babuinos, los únicos que se han hecho en España. “Chocamos con el rechazo hiperagudo”, recuerda. Este tipo de rechazo puede destruir el órgano trasplantado en pocas horas. “Estuvimos muy cerca”, dice. “Con el conocimiento que teníamos y toda la investigación preclínica que se ha hecho desde entonces, era cuestión de tiempo que alguien lo consiguiera”, remata.
Y así ha sido. El cerdo utilizado para el trasplante de Bennett, que ha sido clonado, contiene 10 modificaciones genéticas, cuatro de las cuales corresponden a genes bloqueados. Entre ellos, el que regula la producción de alfa galactosa, la proteína responsable del rechazo hiperagudo. Un segundo gen inactivado es el que provoca el crecimiento del corazón del animal a consecuencia de la diferencia de presión arterial entre cerdos y humanos. En paralelo se han añadido seis genes humanos al genoma del animal para hacerlo “más tolerable” para el sistema inmunitario del receptor, ha explicado Griffith desde Maryland. A todo ello hay que añadir la administración de un nuevo fármaco inmunosupresor generado por una empresa biotecnológica especializada en el desarrollo de medicamentos. Todo el procedimiento ha sido previamente aprobado por la Agencia del Medicamento (FDA) de los Estados Unidos por la vía de emergencia médica “de uso compasivo”.
Ahora la incógnita es saber cuánto tiempo sobrevivirá el paciente. “Pueden ser días, semanas o años, no lo sabemos”, ha señalado Griffith. Máñez considera que todo lo que se está aprendiendo “justifica sobradament” el experimento. “Se han conseguido supervivencias de 6 a 12 meses con modelos animales”, indica. “Había que intentarlo con humanos y el centro de Maryland es un lugar idóneo”. Máñez y Griffith, que ha dirigido buena parte de la investigación, habían colaborado en varios experimentos.