Las políticas de Trump ponen también en peligro la investigación en Cataluña
Los recortes en financiación amenazan la continuidad de proyectos internacionales con importante participación catalana


BarcelonaHace sólo tres meses que Donald Trump ha vuelto a la presidencia de Estados Unidos, pero sus primeras acciones y decisiones ya están teniendo un impacto perjudicial sin precedentes en la ciencia y la investigación realizada en todo el mundo, también en Catalunya. "Aquí [en EEUU] ahora mismo reina el caos", resume Núria López-Bigas, investigadora del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona, que desde julio coordina un proyecto internacional de cáncer desde la Universidad de California San Francisco. "Los investigadores [americanos] están muy preocupados porque se están tomando decisiones muy radicales que interfieren en la financiación de la investigación, en las infraestructuras y en qué estudios se pueden realizar y cuáles no", explica por teléfono esta ICREA. "Es un ataque y una falta de respeto al mundo científico", concluye.
De momento, en nuestra casa la ola Trump ha llegado sobre todo imponiendo un clima de incertidumbre. De los 42 centros de investigación de excelencia catalanes (CERCA), hay 28 que tienen algún tipo de relación, acuerdo o colaboración estable con organizaciones estadounidenses. La mayoría están con instituciones públicas, como universidades. Es el caso del investigador ICREA Roderic Guigó, al frente del programa de bioinformática y genómica del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, que desde 2003 recibe financiación regular de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la principal institución del gobierno de EE.UU. responsable de la investigación en biomedicina y salud pública, y uno de los principales financiadores.
"El dinero que recibimos supone un tercio del presupuesto total de mi grupo", explica el bioinformático, que ahora mismo cuenta con dos becas de esta institución. En una, para el proyecto ENCODE, ahora han terminado su cuarta fase y están a la espera de saber si podrán poner en marcha la quinta. En estos momentos, resume, "hay parálisis total". "No hemos recibido ningún tipo de información, no sabemos si nos la concederán [la beca], si nos la recortarán, nada", lamenta Guigó, que añade que de esta financiación "depende poder mantener el personal vinculado a los proyectos".
No es el único científico del CRG que tiene proyectos "congelados". Luis Serrano, investigador ICREA y director del centro, destaca que tienen uno "muy importante" de trasplante de ojos financiado por EEUU que por el momento también está parado.
Una situación similar afecta al también ICREA Javier Martínez-Picado, investigador principal en IrsiCaixa, que actualmente trabaja en dos proyectos con fondos del NIH vinculados al virus del sida. En uno participa en un consorcio internacional, con un presupuesto de 38 millones de dólares, de los que el grupo de Martínez-Picado recibe cerca de 2 para investigar la inmunidad innata. Y en el otro proyecto, también internacional, de 12 millones, estudiará el impacto de las inmunoterapias en la genética y la epigenética de los pacientes.
"La semana pasada nuestro socio americano, que hace las funciones de coordinador del NIH, nos recortó a nosotros un 30% del presupuesto, ya algún otro socio europeo, un 50%", explica, y puntualiza: "No sabemos qué está pasando ni quién está obligando a ninguno de los documentales".
El recorte podría estar relacionado con el hecho de que la administración Trump haya decidido descabezar de forma dramática los llamados costes indirectos, o overheads, en las universidades y centros americanos. Se trata de las aportaciones que reciben las instituciones para hacer frente a su funcionamiento cuando uno de sus investigadores obtiene financiación pública. Cada institución negocia estos costes indirectos con el NIH; en algunos casos, pueden llegar a ser del 80%: por cada 10 dólares que recibe un investigador, la universidad obtiene 8. En Europa, este concepto no suele exceder del 21%.
Ahora Trump quiere establecer una tarifa plana para todas las instituciones del 15%, lo que ha puesto en pie de guerra a todas las universidades, "porque en caso de que la medida salga adelante, se hundirán. Y por eso ya están intentando reducir costes", apunta el virólogo, para quien este bajón "pone en peligro la investigación" en Catalunya y "obligará a echar a personal".
Ni presentarse
Por culpa de esta situación de inestabilidad e incertidumbre, algunos investigadores catalanes han optado directamente por no presentarse a convocatorias de instituciones americanas, y, por tanto, posponer o descartar estudios. "Presentar un proyecto requiere muchísimo trabajo y no quiero arriesgarme a que no me evalúen", admite el ICREA Arcadi Navarro, catedrático de genética en la Universidad Pompeu Fabra y director de la Fundación Pasqual Maragall. Lo mismo ocurre en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), donde varios investigadores, según explica su directora científica, Denise Naniche, "han optado por no pedir proyectos porque están relacionados con el cambio climático y saben que ahora no se les concederán".
"Una de las cosas que me dicen mis colegas es que es mejor que no conste como coinvestigador principal, como hasta ahora, sino como subcontratado", explica, incrédulo, el ICREA Tomàs Marquès, catedrático de la UPF e investigador del Instituto de Biología Evolutiva (IBE-CSI. Si así fuera, señala Marquès, que insiste en que de momento todo son "rumores" y no tiene ninguna comunicación oficial, "eso tendría repercusiones en cuanto al liderazgo, las influencias, el currículo y los costes indirectos que se queda la universidad".
Que la administración Trump haya decidido cerrar agencias nacionales dedicadas a la salud pública y al medio ambiente, así como a la Agencia para el Desarrollo Internacional, USAID; que esté acortando la financiación a instituciones como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), o que quiera abandonar la OMS está teniendo ya repercusiones en la salud de millones de personas. La investigadora Laia Alemany, del Instituto Catalán de Oncología, pidió el año pasado una ayuda al NIH junto a varios grupos internacionales y hospitales de Sudáfrica para estudiar en el país africano la interacción del virus del papiloma humano (VPH) y el VIH. Aunque les habían concedido una ayuda de 400.000 dólares, de momento "han detenido toda la financiación de estas instituciones", lo que, lamenta, "tendrá un efecto terrible en poblaciones vulnerables de África subsahariana".
En muchos casos, se suma la censura ideológica impuesta por Trump. Roger Paredes, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Germans Trias i Pujol, e investigador en IrsiCaixa, que participa en proyectos internacionales de VIH y de monitorización de patógenos emergentes, explica que les han sacado de las webs todas las referencias a la igualdad entre hombres y mujeres, personas de diferentes etnias y personas. "Es un ataque inaceptable a los derechos fundamentales de las personas ya la libertad académica", denuncia.
Los aranceles son otro aspecto que podría afectar negativamente a la investigación realizada en Cataluña. En muchos sectores, el material procede principalmente de Estados Unidos, como los reactivos en el ámbito biomédico, pero también las tecnologías de infrarrojos para misiones espaciales. "Estamos instalando un pequeño telescopio en el Montsec que, entre otras cuestiones, nos ayudará a monitorear la chatarra espacial, y estamos pendientes de recibir la cúpula de una empresa de EEUU", explica Ignasi Ribas, director del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya (IEEC). "Si Trump acaba imponiendo aranceles en la UE y como contramedida Europa impone también a las importaciones americanas, aumentará el precio del instrumento, ya de por sí caro, al menos un 25%, lo que nos supone un problema con los presupuestos tan ajustados que tenemos". Esto, según opina este astrofísico, "puede condicionar que en los próximos años se tiren o no adelante proyectos".
¿Más cerca de China?
Esta cruzada contra la ciencia de Trump podría tener también derivadas geopolíticas. Serrano considera que no poder contar con los americanos como socios empujará a Europa hacia China. De hecho, explica este biólogo, el CRG tiene ya varios proyectos cofinanciados por el país asiático. "Tienen mucho dinero y mucho interés en establecerse en Europa", apunta, y añade que "la ciencia es internacional; si se te cierran puertas por un lado, debes abrirlo por otro". Eso sí, admite, habrá que "tener cuidado con temas delicados, como los derechos humanos o la confidencialidad".
En este sentido, explica que ya ha habido acercamientos: hace poco una delegación china mantuvo una reunión –fomentada por la Generalitat– con representantes de los centros de investigación catalanes en el Institut de Bioingeniería de Catalunya (IBEC). "Están invirtiendo mucho dinero en colaboraciones académicas. En el CRG han pagado instalaciones, no por amor a la ciencia, sino como estrategia comercial para introducirse en el mercado europeo", añade Serrano.
"Sólo que Europa destinara a la búsqueda una parte ínfima de todo lo que ahora quiere invertir en armamento, podríamos darle la vuelta a la situación", insiste Naniche, para quien "la ciencia es un pilar básico de la humanidad, del progreso, como nos ha demostrado la crisis de la cóvida". Para esta investigadora, los países europeos deberían frente común para afrontar, con los valores fundacionales de Europa, las embestidas de Trump en la investigación y en la ciencia.