Ciencia

Cien años de la oveja negra que ha dado la vuelta al mundo desde los Pirineos

La Bienal Ciudad y Ciencia reúne a cuatro investigadores pioneros para hablar sobre los inicios y el futuro de la contraintuitiva física cuántica

Barcelona"Creo que puedo afirmar a ciencia cierta que nadie entiende realmente la mecánica cuántica", dijo el físico Premio Nobel Richard Feynman. Y la losa de que esta disciplina es demasiado compleja, contraintuitiva, misteriosa, casi mística, pervive hoy en día. El estudio del comportamiento de la materia y la energía en el mundo microscópico –átomos, electrones y fotones– celebra este año su centenario, y la ONU ha declarado en 2025 como el año internacional de la ciencia y la tecnología cuántica. No hay dudas de que ha dado la vuelta a la forma en que se entiende la investigación, el mundo y la geopolítica, pero hasta hace veinte años todavía había reticencias e incomprensión hacia la física cuántica dentro de la misma comunidad científica.

Los inicios, la situación actual y las aspiraciones de futuro de la física cuántica han centrado la conversación de este jueves en El Born Museo de Historia de Barcelona con motivo de la Bienal Ciudad y Ciencia, que se celebra hasta el 23 de noviembre en Barcelona. La mesa redonda, moderada por la periodista del ARA Cristina Sáez, ha contado con cuatro ponentes de lujo: Rolf Tarrach, catedrático de Física Teórica de la UB y expresidente del CSIC; Jose Ignacio Latorre, director del Centro for Quantum Technologies de Singapur y socio fundador de Qilimanjaro Quantum Tech; Anna Sanpere, profesora ICREA en la UAB y miembro del Consejo Asesor Estratégico del European Quantum Flagship y del Max Plank Institute of Light; y Antonio Acín, profesor ICREA en el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), donde lidera el Grupo de Teoría de la Información Cuántica.

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Todos ellos se arriesgaron y optaron por un camino minoritario dentro de la física; algo que a muchos investigadores les valió negativas a la hora de publicar estudios, ya ser tratados de marginales y casi excéntricos. Pero tiempo después, esa oveja negra de la física ha ganado el reconocimiento que se merece por haber facilitado la llegada de la electrónica –los láseres, los GPS y las resonancias magnéticas– e impulsar una segunda revolución: la de la información y las tecnologías cuánticas.

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Cuando se empezaron a gestar las primeras tesis sobre información cuántica, la disciplina era percibida como una curiosidad, no como una ciencia fundamental. Sin embargo, algunos se fijaron en algo más que en su complejidad. "Estábamos convencidos de que era interesante", explica Latorre. Pero Acín admite que, cuando él hacía la suya, intentando generar una interacción entre la teoría de la información y la física cuántica de toda la vida, la disciplina estaba aún dominada por la teoría de las partículas y las fuerzas. "En 2000, los que trabajábamos en un ámbito menos valorado que el enfoque tradicional, no éramos tan bienvenidos. Ahora hemos ido ganando territorio", dice.

En 1998, arrancó en el corazón de los Pirineos uno de los espacios más importantes, aún hoy, para la investigación en física fundamental: las reuniones de Benasque. Son escuelas de verano, talleres y conferencias en las que investigadores de todo el mundo (físicos teóricos, experimentales, matemáticos) trabajan y discuten con el objetivo de favorecer la colaboración científica y formar a jóvenes investigadores. Algunos lo comparan con el Aspen Center for Physics de EE.UU. "Cuando le das libertad a una mente inteligente, se produce magia", afirma Latorre. "En Brasil me dijeron que también nos habían copiado", añade Sanpere. Muchas de las mejores ideas de la física moderna han surgido fuera de las grandes universidades, en entornos como éste.

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"No tenemos ningún Nobel catalán... todavía"

También la creación del ICFO, subraya Sanpere, marcó un antes y un después en la búsqueda del país. "Estructuras potentes como ésta ya existían desde hacía mucho en otros lugares, como Alemania. Es impresionante que tenga tanto talento y excelencia", admite. "Y, después del Max Planck, es el mejor. Objetivamente, tenemos en Catalunya uno de los mejores centros", coincide Latorre. Pero para Tarrach aún queda mucho camino por recorrer. "No tenemos ningún Nobel de física catalán o español", ha dicho. "Aún", le replicó Sanpere.

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¿Y qué opinan los cuatro tótems de la apuesta de la Unión Europea por la supercomputación y la física cuántica? "Para investigar cuántica necesitamos tres cosas: talento, céntimos y gobernanza. Aquí todavía arrastramos esquemas muy antiguos, mucha burocracia y formas de decisiones incorrectas", ha criticado Latorre. "Pero la política europea lo ha hecho muy bien con la selección de proyectos y otorgando ayudas a individuos, y no a centros", ha puntualizado Tarrach. El margen de mejora, según ambos expertos, es ganar valentía como los estadounidenses y los asiáticos a la hora de transferir la investigación a productos tecnológicos y, después, obtener beneficios económicos. "Aquí no lo hacemos bien. Queremos ir más seguros y hacer papeles es menos arriesgado que hacer transferencia", añade.

El reto para ganar soberanía en Europa en el campo tecnológico, según Acín, es superar las tensiones internacionales y la necesidad de acercar la física cuántica a más población –con el sistema educativo, por ejemplo– y además disciplinas. "Triunfaremos si dejamos que dejamos que dejemos que dejemos. Sanpere, el éxito llegará si el mundo cambia: "Somos cobardes a la hora de invertir, pero quizás hay que hacer ciencia y hacer vida de forma diferente. En geopolítica, aparte de dinero, se necesitan mujeres", ha concluido.