Descubren más de 5.500 nuevas especies de virus de ARN en el mar
El hallazgo obliga a ampliar la clasificación de estos patógenos
10.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. Un número bastante grande, ¿verdad? Pues se calcula que esta es la cantidad de virus que hay repartidos por todos los océanos del planeta. No es fácil hacerse una idea de este número. Se puede probar, eso sí, con algunas equivalencias. Si se pusieran todos en una báscula, pesarían igual que 75 millones de ballenas azules. Y si se colocaran uno tras otro harían una fila de 42 millones de años luz, es decir, unas 400 veces la Vía Láctea. Todo esto impresiona mucho, pero se trata de números tan inconmensurables que quizás no dicen gran cosa por sí mismos. Lo que sí que es ilustrativo es el hallazgo que ha publicado recientemente en la revista Science un equipo de investigadores encabezado por el microbiólogo Matthew Sullivan, de la Ohio State University: han descubierto más de 5.500 nuevas especies marinas de virus de ARN.
Muchos biólogos sueñan secretamente con descubrir alguna especie de animal o planta. Si poner su nombre latinizado a una de las maravillas que la evolución ha escupido a lo largo de millones de años ya significa lograr algún tipo de inmortalidad, descubrir miles de especies en un solo estudio es jugar en otra liga. Es cierto que se trata de virus, que, según los cánones de la biología, no se pueden considerar seres vivos. También son entidades tan pequeñas que pocos cambios los convierten en una cosa nueva. Por eso el mundo vivo microscópico que incluyen las bacterias y las arqueas es el más diverso de todos. En cualquier caso, el descubrimiento es bastante relevante por haber obligado a los científicos a ampliar el sistema de clasificación de los virus. Hasta ahora, los virus de ARN se agrupaban en cinco grandes grupos llamados filos. Algunas de las nuevas especies descubiertas encajan en alguno de estos grupos, pero para clasificarlas todas correctamente los investigadores han tenido que definir cinco filos nuevos. De hecho, la inmensa mayoría de las especies descubiertas pertenecen también a filos nuevos. A pesar de que no se puede comparar el mundo de los virus con el nuestro, esto es como si se tuvieran que añadir cajitas a la clasificación de los animales en moluscos, artrópodos, esponjas, cordados (al que pertenecemos los humanos), etc.
Una importancia ecológica
Este nuevo descubrimiento se ha hecho después de analizar 35.000 muestras de agua recogidas en 210 puntos de muestreo distribuidos por todo el planeta, desde la superficie hasta los 1.000 metros de profundidad. La toma de muestras se ha hecho a bordo del velero Tara, el barco insignia de la Fundación Tara Océan, una entidad francesa dedicada a la exploración del mar. En honor de la fundación, los científicos han bautizado el nuevo filo al que pertenecen la mayoría de las especies de virus descubiertas como Taraviricota. “Hay tanta diversidad... y, además, el filo Taraviricota lo hemos encontrado en todos los océanos, lo que sugiere que es ecológicamente importante”, ha explicado Sullivan en un comunicado. Según el científico, “los virus de ARN son claramente importantes en nuestro mundo [el SARS-CoV-2 causante de la pandemia actual es uno de ellos], pero habitualmente solo estudiamos una fracción muy pequeña, los pocos centenares que afectan a los humanos, las plantas y los animales”. “Nosotros queríamos estudiarlos sistemáticamente a gran escala y explorar un ambiente que nadie había estudiado en profundidad y hemos tenido suerte porque, virtualmente, cada especie era nueva”, ha añadido.
Según las cifras anteriores, cada vez que nos bañamos en el mar y nos tragamos sin querer un sorbo de agua, tragamos también unos mil millones de virus. Y no nos pasa nada, porque la inmensa mayoría solo infectan a bacterias marinas. De hecho, se calcula que cada día estos virus matan entre el 15 y el 40 por ciento de todas las bacterias que hay en las aguas saladas del planeta. Y las bacterias tienen un papel fundamental en los ecosistemas acuáticos. Hay algunas que hacen la fotosíntesis y abocan oxígeno al agua, y parte de este acaba en la atmósfera, hasta el punto que entre el 20 por ciento del oxígeno de la atmósfera proviene de bacterias acuáticas. (Más allá de esto, los científicos calculan que entre 50 y el 80 por ciento del oxígeno de la atmósfera se genera en los océanos).
¿Qué importancia tienen, entonces, los virus marinos en el equilibrio entre los océanos y la atmósfera que hace posible la vida en la Tierra? Los científicos piensan que mucha. Pero, más allá de matar bacterias y otras funciones genéricas conocidas como alterar la manera que tienen los huéspedes infectados de procesar la energía y transferir genes de un huésped a otro, ¿a través de qué mecanismos impacta todo esto en el equilibrio de la biosfera y en qué medida lo hace? La respuesta más honesta es que no tenemos ni idea. Por eso hay que seguir investigando.