Neurociencia

Despertarse en las primeras fases del sueño podría fomentar la creatividad

Un estudio lo confirma a la hora de resolver problemas matemáticos

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Salvador Dalí hacía siestas con una clave en la mano para despertarse cuando le cayera y así ser más creativo.

En el libro 50 secrets of magic craftsmanship, publicado en 1948, Salvador Dalí explica la estrategia que usaba para incentivar su creatividad. Se ponía a hacer la siesta sentado en una silla aguantando ligeramente una llave en una mano. Cuando se dormía, los dedos se relajaban y la llave caía sobre un plato que previamente había puesto debajo. El ruido lo desvelaba inmediatamente, y Dalí decía que entonces se inspiraba y era mucho más productivo por la tarde. A pesar de que hace mucho tiempo que se conoce este truco, no ha sido hasta hace unas décadas cuando se ha empezado a investigar si se trataba de una apreciación subjetiva o si realmente había motivos fisiológicos que explicaran los posibles beneficios de despertarse durante esta fase inicial del sueño, llamada hipnagógica. Un artículo publicado en el mes de diciembre en la revista Scientific Advances ha usado el sistema de Dalí para demostrar que el aumento de creatividad que proporciona puede ayudar a resolver problemas de matemáticas.

Hipnagogia

El estado hipnagógico del sueño lo describió con detalle por primera vez el médico francés Alfred Maury a finales del siglo XX, pero es conocido al menos desde la Grecia clásica por ser un momento especial en el que se producen alucinaciones (visuales y auditivas) y sueños lúcidos. Edgar Allan Poe hablaba a menudo de la inspiración para sus cuentos que sacaba de estas situaciones, y también era una práctica habitual en músicos como Beethoven o Wagner. Los supuestos beneficios del sido hipnagógico no se limitan a la creatividad artística: Thomas Edison, Nikola Tesla e Isaac Newton también decían que aprovechaban en sus trabajos la inspiración que les proporcionaba. La clave de esta táctica no sería el descanso que proporciona un rato corto de sueño (lo que en inglés se llama power nap) sino despertarse mientras todavía se está en esta primera etapa del sueño.

El estado hipnagógico suele ser breve y se asocia a la fase inicial del sueño no REM, llamada N1. Se caracteriza por una carencia de movimientos oculares espontáneos (llamados REM) y la aparición de las olas theta en el electroencefalograma. Estas olas sustituyen a las olas alfa, que son más predominantes cuando estamos relajados y con los ojos cerrados, pero todavía despiertos. A lo largo de la noche, entramos varias veces en fase N1, hasta el punto de que este tipo de sueño representaría un 5% del rato que pasamos durmiendo.

Para entender mejor cómo el estado hipnagógico puede afectar a las funciones cognitivas, la neurocientífica Delphine Oudiette y su grupo en el Instituto del Cerebro de París estudiaron 103 voluntarios a los que se les pidió que no tomaran estimulantes y durmieran algo menos de lo habitual la noche antes, de forma que se durmieran más rápidamente durante el experimento. En la primera parte les dieron un problema matemático basado en completar unas series de ocho números. Siguiendo las normas, se podía resolver con facilidad, pero requería un cierto tiempo. El truco era que, dentro de cada secuencia, estaba escondida la respuesta (era siempre el segundo número de la serie), y quien lo descubría podía acabar la tarea rápidamente.

Después de completar el problema, se les hacía relajar en una situación parecida a la que describía Dalí: sentados a oscuras con los ojos cerrados y una taza en la mano, de forma que, si se dormían, la taza se les caía y el ruido los despertaba. Al mismo tiempo, se les medían las olas cerebrales para ver si habían entrado en la fase N1. Una vez acabado el descanso, se les volvía a dar un problema similar al del principio. En este caso, los investigadores observaron que quienes habían pasado al menos 15 segundos en un estado hipnagógico, confirmado por el electroencefalograma, descubrían el truco en un 83% de los casos, mientras que, entre los que no habían conseguido dormirse, solo el 30% encontraban el atajo. Antes de la siesta, solo el 16% de los voluntarios habían encontrado la solución, y estos fueron excluidos de la segunda parte del experimento. Curiosamente, si algún participante había entrado en la fase N2 del sueño, la que viene después de la fase N1 y ya es más profunda, la ventaja desaparecía y solo el 14% resolvían correctamente el problema.

Conexiones espontáneas

La interpretación que hacen los científicos de estos resultados es que, tal como todos los personajes famosos citados habían descubierto, hay un breve momento al principio del sueño durante el cual se estimula la creatividad del cerebro. Esto no solo podría ser útil en actividades artísticas, sino también para buscar soluciones a problemas conocidos, como es el caso de este experimento. El efecto parece significante a pesar de que se pase muy poco tiempo en la fase N1. La explicación podría ser que en esta fase se pierde el control de los pensamientos porque las partes más racionales del cerebro empiezan a desconectarse y el resto puede actuar con menos restricciones. Por eso se forman nuevas conexiones espontáneas entre ideas que, de manera voluntaria, quizás nunca se nos habrían ocurrido. El hecho de que no se haya perdido del todo la conciencia permitiría identificar una de estas asociaciones inesperadas como interesante y recordarla si nos despertamos inmediatamente. De todas maneras, todavía hará falta algo más de investigación para confirmar si esta es la explicación más plausible.

Salvador Macip es investigador de la Universidad de Leicester y la UOC

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