PSICOBIOLOGIA

¿Los peces pueden ser conscientes de ellos mismos?

Un nuevo estudio se añade a la controversia de cómo interpretar las pruebas de reconocimiento en el espejo en animales

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Un làbrid limpiador desparasita una manada de aguas tropicales.

¿Somos bastante inteligentes para entender la inteligencia de los animales? Una pregunta similar da título a uno de los libros del primatólogo Frans de Waal y plantea una cuestión que va más allá del aparente juego de palabras. ¿Qué maneras tenemos de conocer la mente animal? ¿Cómo podemos acceder a lo que pasa dentro de su cabeza o, en el caso del pulpo, también dentro de los tentáculos? (Solo este ejemplo ya indica que para estudiar el cerebro de los animales hay que dejar atrás el antropocentrismo.) La directora Sally Potter, autora de Orlando (1992), dice que el cine consiste en mostrar la superficie de las cosas para evocar las realidades no materiales que hay en su interior. Precisamente esto es lo que tienen que hacer los psicobiológos que estudian la cognición animal. Observar el exterior para deducir el interior.

Uno de los experimentos más habituales para acceder a la mente de otras especies es la prueba del reconocimiento en un espejo. Al ver su reflejo, la mayoría de animales reaccionan como si vieran un individuo desconocido de su especie y, a menudo, esto hace que muestren conductas agresivas. Si, en cambio, el animal reconoce que la imagen del espejo es la suya, muestra curiosidad por su cuerpo. Se observa la cara, los dientes, hace muecas y explora partes del cuerpo que solo puede ver con la ayuda del espejo. Si, en una versión más sofisticada del experimento, se pinta una marca en alguna parte del cuerpo que solo se puede ver gracias al espejo, los animales que se reconocen, se la intentan sacar. Este resultado se ha relacionado con el hecho de tener conciencia de uno mismo, una capacidad que permite, también, ser consciente de los otros.

La prueba de la marca

Hasta hace poco, los únicos no humanos que habían superado el test de la marca eran los grandes simios (bonobos, chimpancés, gorilas y orangutanes). Los humanos lo hacen a partir de los dieciocho meses. También lo habían hecho los elefantes, las orcas, los delfines, las garzas y los cuervos, a pesar de que en la comunidad científica estos resultados todavía se discuten. De hecho, los más puristas consideran que solo lo han superado los chimpancés y los orangutanes. Respecto a los gorilas, la primera vez que se demostró que los individuos no humanizados -es decir, que no habían recibido estímulos intelectuales o, directamente, ningún aprendizaje por parte de los humanos- se reconocían en el espejo fue en el Zoo de Barcelona. Se había intentado con muchos gorilas y ninguno lo había conseguido hasta que, al cabo de seis meses de experimentos, Xebo se reconoció en el espejo. Ahora un equipo de investigadores encabezado por Masanori Kohda, de la Universidad de Osaka, han publicado un artículo en la revista PLoS Biology en el que explican que, en ciertas condiciones, una especie de pez también habría superado la prueba de la marca.

Los investigadores hicieron marcas de varios colores en la garganta de ejemplares de lábrido limpiador (Labroides dimidiatus) y observaron que solo cuando eran marrones los peces trataban de sacársela refregándose contra el fondo del acuario. Si eran azules o verdes, no hacían caso. Según los autores, estos resultados muestran que estos peces reconocen su imagen en el espejo. Ahora bien, ¿esto quiere decir que tienen conciencia de ellos mismos?

Todos los animales tienen que tener a la fuerza un cierto conocimiento propio que les permite, por ejemplo, desplazarse sin chocar con los objetos del entorno o colocarse sobre una rama que resiste su peso. “Si un animal tiene capacidad de autoconciencia es muy posible que tenga una imagen corporal de sí mismo y se pueda reconocer en un espejo, pero lo contrario no es tan evidente”, explica Monserrat Colell, psicobióloga de la Universitat de Barcelona y coautora del estudio que demostró que el gorila Xebo se reconocía en el espejo. Además, “la prueba del espejo es controvertida”, dice. Según la investigadora, este test da “resultados clarísimos en grandes simios, que son especies muy visuales, pero no es muy útil en especies que tienen un mundo perceptivo basado en el olfato o el tacto”. Frans de Waal sostiene que la autoconciencia no es una capacidad que se tiene como la humana o no se tiene, sino que se puede manifestar en varios grados de una escala continua. Probablemente, para descifrar el enigma de esta cuestión, hace falta, una vez más, hacer un ejercicio para abandonar el antropocentrismo con el que nos miramos el resto de los animales.

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