Neurociencia

Estos son los efectos psicológicos que está provocando la DANA

Un estudio reciente con los afectados por el huracán 'Katrina' concluye que un 15% de las personas que lo vivieron todavía sufrían estrés postraumático 12 años después de la catástrofe

Han pasado poco más diez días desde el inicio de la DANA, que ha afectado gravemente a varios municipios la Comunidad Valenciana y de forma menos grave a muchas otras zonas de la costa mediterránea catalana y valenciana. También ha impactado en algunos pueblos de tierra adentro, por ejemplo en Castilla-La Mancha. Pueblos anegados de agua, barro y materiales muy diversos, y, lo peor de todo, más de doscientas víctimas mortales confirmadas en estos momentos. La pérdida de vidas humanas es siempre irreparable, y restaurar los daños materiales llevará un cierto tiempo. Pero aunque ahora quizás no lo parezca, dentro de poco los rastros visibles materiales de la tragedia serán escasas. Sin embargo, ¿cuánto tiempo pueden durar las secuelas psicológicas de vivir una catástrofe natural?

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El síndrome de estrés postraumático que se puede desencadenar en algunas personas tras semejante catástrofe puede tener consecuencias profundas y duraderas, desde la persistencia de recuerdos intrusivos, flashbacks, pesadillas y ansiedad, hasta irritabilidad, aislamiento social y dificultades en las relaciones personales. También puede incrementar la predisposición a tener depresión y adquirir alguna adicción. Y, en casos severos, puede incluso llegar a desencadenar problemas de salud física. Casualmente, hace unos días la revista Nature publicaba un trabajo en el que se analizan los mecanismos psicológicos que se desencadenan después de un desastre natural, firmado por el especialista en salud mental Mariana Lenharo.

El análisis de esta investigadora parte de un artículo previo publicado en 2017 sobre los efectos psicológicos a largo plazo que provocó el Katrina. Este huracán se originó en Bahamas y atravesó el sur de Florida en agosto de 2005, donde causó la muerte de más de 1.800 personas. En ese trabajo, publicado en Social Science & Medicine por el sociólogo Ethan J. Raker y colaboradores de diversas universidades y centros de investigación de EE.UU., se examinaron los efectos a largo plazo que el paso de este ciclón tropical había tenido sobre la salud mental de las personas que lo vivieron, doce años después de la tragedia.

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La importancia del hogar

De forma resumida, un 15% de las personas que la vivieron todavía presentaban síntomas compatibles con el síndrome de estrés postraumático. Este porcentaje, que era mucho mayor justo después del paso del huracán, había ido disminuyendo progresivamente, pero todavía quedaba un número importante de individuos que presentaban malestar psicológico asociado a este síndrome, y que requerían ayuda externa para superarlo. Curiosamente, el factor que más influía en ese malestar era, según estos investigadores, el haber perdido el hogar. Desde una perspectiva antropológica, la casa es esencial para proporcionar seguridad y estabilidad a las personas. No sólo ofrece un refugio físico, sino también un espacio de seguridad emocional que favorece el bienestar y la resiliencia. En clave actual, una de las conclusiones principales de este trabajo es que, para favorecer una buena recuperación de la salud mental de las personas afectadas, es necesario dedicar esfuerzos para que recuperen el hogar, en el sentido amplio de la palabra, físicamente y emocionalmente segura, con la mayor celeridad posible.

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Sin embargo, según el análisis de Lenharo publicado a finales de octubre, existe otro factor que perjudica especialmente a las generaciones más jóvenes, que identifica con los milenniales: la eco-ansiedad. Es un sentimiento de angustia o preocupación intensa ante la crisis climática y el deterioro del medio ambiente, procesos que se han visto incrementando la frecuencia y la intensidad de los fenómenos naturales que tienen efectos catastróficos.

Ecoansiedad

Según otro artículo publicado también en la revista Nature en abril de ese año por el especialista en ciencias naturales Helen Pearson, la eco-ansiedad puede llegar a afectar hasta el 72% de las personas de 18 a 34 años en algunos países, y puede tener consecuencias psicológicas significativas, tales como estrés crónico, insomnio, dificultades para concentrarse y, en algunos casos, depresión, que pueden afectar a la vida cotidiana ya las relaciones sociales. Este hecho predispone a las personas que la manifiestan a vivir con mayor intensidad y negatividad estas situaciones catastróficas, lo que exacerba aún más las consecuencias del síndrome de estrés postraumático.

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Las principales conclusiones que se derivan de este análisis de Pearson son, por un lado, que en el ámbito de la salud mental hay que trabajar social y educativamente para superar la angustia o el malestar emocional relacionados con los problemas ambientales; y que para conseguirlo, es necesario tomarse en serio los efectos de estos cambios ambientales para que la acción humana no los siga incrementando. En paralelo, además, es necesario adecuar los sistemas de aviso y prevención, y las nuevas construcciones, a la posibilidad de estos desastres naturales, para reducir su impacto, tanto en lo que se refiere a vidas humanas como de salud mental de los supervivientes. Unas lecciones que, aunque son globales, parece que desgraciadamente haya que vivir de cerca para tomarlas en serio.