El radar suculento

Así es (y así funciona) el Time Out Market Barcelona

El espacio es agradable, la oferta gastronómica es buena y, por el momento, no está masificado

BarcelonaUna de las grandes aberturas de este verano ha sido el Time Out Market, ubicado en el piso superior del Maremagnum. He ido a hacer una visita y eso es lo que me ha parecido. Pero ante todo, algo de contexto.

La cosa empezó en el 2014 en Lisboa. La idea era abrir un espacio amplio y diáfano donde hubiera una cuidadosa selección de restauradores y unas mesas centrales donde poder sentarse mientras comes de aquí y de allá. Aquel primer Time Out Market, ubicado en el Mercat da Ribeira, fue (y todavía es) un éxito rotundo y de ahí la expansión del concepto, amparados por el prestigio detrás de la marca Time Out. La cabecera nació en 1968 en Londres y después de ser una revista referente en el mundo del ocio en 58 países ahora ya no se imprime y navega en el ámbito digital.

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En estos momentos parece que la compañía cree mucho en el modelo de negocio de los mercados gastronómicos y está en crecimiento, porque el de Barcelona no es el único previsto. Aparte de los que ya están en funcionamiento: Nueva York, Boston, Montreal, Chicago, Dubai, Ciudad del Cabo y Oporto, está previsto que abran a Bahréin (este año), Osaka, Budapest, Vancouver y Abu Dhabi (l año que viene) y Praga y Riad (ya en el 2027). Eso sí, hay que tener presente que en junio del pasado año se cerró uno, el de Miami. Volvemos a Barcelona, ​​a ver lo que encontramos.

Al llegar a la planta superior del centro comercial te aparece un espacio agradable, muy amplio y acogedor, a pesar de sus dimensiones. Está diseñado por el mismo estudio que ha trabajado en los demás. Hay un bar, un pequeño escenario central, sus diversas paradas y un restaurante con terraza propia, que es el de Casa Amàlia. De hecho, las terrazas son uno de los puntos fuertes del sitio. En una de ellas hay un bar, sillas, espacios para charlar, y mesas altas que te permiten sacar la comida y comerla mirando el mar. Otra terraza es de la coctelería Paradiso, con mobiliario de colores pasteles y colores neutros, ha querido hacerse una propuesta moderna y con clase. En el espacio de dentro vi muchos enchufes, lo que le convierte en un lugar hábil para trabajar en horas valle –abren desde las diez de la mañana hasta la medianoche– o un oasis para los que nunca tienen batería en el móvil .

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Hablemos de la teca

En cuanto a comida, la elección me pareció muy buena, con una oferta diversa ya buen precio. En total, 14 cocinas. Las pizzas de la Balmesina (que eran los que tenían más cola), el marisco del Riaskru y su famosa empanada de bonito. Monster Sushi, el arroz de Can Ros, Xuba Tacos y platos de autor como los del cocinero del Cinc Sentits, Jordi Artal o los de Lena Maria Grané y Ricky Smith, del restaurante Baló. De ellos, por cierto, comí un steak tartar para chuparse los dedos. El funcionamiento es el siguiente: vas a la parada, pides, pagas y te dan un beeper, uno de esos trastos de plástico que suenan cuando tu pedido está listo. Quiero avisar de que a mí estos aparatos no me gustan mucho, pero aquí tienen un sentido porque te permiten sentarte donde te convenga y vas a recoger los pedidos cuando van sonando los escandalosos medallones de plástico. Además, así puedes hacer todos los pedidos de golpe, si quieres tener comida de varios sitios a la vez.

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Si salimos a la terraza del Paradiso la cosa va diferente porque tienen servicio propio que viene a la mesa. Tienen dos cartas, la de los cócteles de creación, como los que puedes degustar en su coctelería del Born, pero sin tener que hacer la larga cola, y otra con mezclas más clásicas.

El día que fui el pequeño escenario se convirtió en un festival burlesco. La gente que se sentaba alrededor estaba entregadísima. A quien no le apetecía no tenía que sufrir, porque el espacio es lo suficientemente grande para ser del todo ajeno si no te hace el peso. Hay programación cultural y los domingos está destinado al público familiar, así que si es su caso, podrá tener los niños bien distraídos. El ambiente por lo general era muy positivo. El público era diverso y relajado. Eso sí, teniendo presente que se ha hecho una gran inversión, habrá tiempo aún para ver si se reproduce el éxito luso.