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Así es la nueva bodega que ha decidido salir de la DO Cava para entrar en Corpinnat

Se llama Viader, y está situado en el término municipal de Gelida, muy cerca del barrio de Espiells de Sant Sadurní d'Anoia

Eduard Viader empezará a etiquetar los espumosos dentro de la marca Corpinnat a finales de marzo
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HelidaTodo empezó en el 2009, cuando Eduard Viader tenía 21 años, estudiaba ingeniería agrónoma en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) en Castelldefels, y alquiló un espacio en la cava Santacana Roig de Sant Sadurní d'Anoia, en la misma población donde vivía y donde su familia tenía la que fue la que fue la de la familia.

No tenía viñedos, compraba la uva y el vino base, y lo hacía más como una prueba personal que como un negocio. En 2011 puso en el mercado las primeras botellas dentro de la DO Cava, y las bautizó con un nombre que pretendía evitar a toda costa su apellido, Viader, con origen en Santa Coloma de Farners. "Elegi el nombre de Muscandia inspirado en el nombre científico de la vid Vitis muscandinia, porque mi apellido en Sant Sadurní estaba asociado a la farmacia y al laboratorio de análisis clínicos e industriales, y pensé que era una buena idea desmarcarme", dice Eduard, que añade que, cuando ahora piensa con perspectiva, se da cuenta de que el nombre que eligió no era acertado porque muscandia denota moscato, que es una variedad que apenas utilizaba y que podía connotar poca seriedad.

Eduard Viader elabora cinco espumosos, uno de los cuales es un mágnum.

El caso es que, cuando acabó sus estudios, empezó a trabajar en otras bodegas, pero no olvidaba su proyecto propio, que iba abonando poco a poco. Tanto era así, que en 2016 marcó una gran inflexión porque fue cuando encontró en Gelida la masía Can Rossell de la Llena, del siglo XIV, que compró, porque al lado tenía una bodega anexa que databa del siglo XIX. "Todo estaba en ruinas desde los años 60, y me puse para rehacer la bodega. En la masía, todavía hay mucho trabajo por hacer", explica. En 2020 termina las obras en la bodega, y empieza a vinificar en un espacio propio. Además, ya tenía diez hectáreas de viñedo propio. Así que decidió dedicarse al cien por cien. Y así fue hasta que en diciembre del pasado año envió una instancia con fecha de registro a la DO Cava en la que notificaba la intención de dejar de formar parte de la denominación de origen. Liquidó la parte de producción del último trimestre y recibió una auditoría de inspección, habitual en estos casos, que notificaba y verificaba sus stocks.

Etiquetas con el nombre Corpinnat

Entrar este mes de marzo en la marca Corpinnat no ha sido un proceso de dos meses. Desde que Eduard entendió que su forma de trabajar estaba más cerca de la marca que de la denominación de origen han pasado años. "Ha sido un proceso largo, por el que he pasado por auditorías de Corpinnat que han comprobado cómo vendimiaba, a mano, como hacía el vino base, toda en mi bodega, porque en Corpinnat lo único que entra por la puerta es uva", dice, y comenta que muchas bodegas adscritas a la DO Cava es habitual que no tengan prensa. "Muchos cavistas nunca han entrado uvas en su bodega, porque compran el vino base hecho; es una casuística única", reflexiona Viader.

Una curiosidad. Eduard ha tenido que vender un ancestral hecho con moscato y sauvignon blanc que no encajaba dentro del reglamento de la marca Corpinnat: "Para entrar, he tenido que venderlo todo antes".

Y así es como se ha plantado en Corpinnat, que ensancha el horizonte con el número catorce. Todo es tan novedoso, que la marca aún les cuenta uno por uno. La bodega decimocuarta, Viader, tiene cinco espumosos, una de las cuales es un mágnum. "También hago vino rancio y mistela para consumo propio, y lo ofrezco en las visitas, porque quiero mantener su tradición", dice Eduard. En la bodega tiene un huerto y unas gallinas. "Es un trabajo sacar las malas hierbas y sobre todo proteger a las gallinas de los zorros, que se las zampan en un pim-pam".

La bodega está situada como anexo a la masía Can Rossell de la Llena, en el término municipal de Gelida.

A finales de este mes y sobre todo en abril, las etiquetas que llamarán Corpinnat ya estarán enganchadas a sus espumosos. Dos de los espumosos tienen una crianza de entre dieciocho y treinta meses (Les Eretes y Tres Villas Rosado). Los tres restantes (Anhel Blanc de Noirs y La Llena, incluido el mágnum), de entre tres y cinco años. La crianza, con tapón de corcho.

Eduard lo ha contado todo con ilusión. "Me hace mucha porque creo en el Penedès, porque la marca Corpinnat revaloriza el territorio, que sufre la presión urbanística por estar situado tan cerca del área metropolitana". "Revalorizar los viñedos del Penedès también significa no pensar en el volumen, que desvaloriza la viticultura". Por eso el lema de su bodega es "El valor de ser pequeños", porque siendo pequeños se puede valorar todo el proceso, desde el viñedo hasta el producto final, pasando por pagar un precio digno en la uva. "Si pagamos precios dignos al campesino, entonces el campesino entenderá que su tierra es preciada y rentable, y no pensará en venderla para poner polígonos ni placas solares", afirma Eduard. Tiene 37 años. Atrás quedan sus 21 años, cuando alquiló un espacio en una bodega de Sant Sadurní. Cuando piensa en la DO Cava, afirma que "las sillas que tienen mayor peso dentro de la denominación de origen son las que generan mayor volumen, prefieren abastecer la demanda del mercado al precio que sea, y ésta es su única preocupación". A su juicio, "Corpinnat apuesta por el valor añadido; es referente en el mercado, y la forma de ser fuertes es el asociacionismo y no ir por libre". Por todo ello, Eduard Viader sostiene que su bodega comienza a formar parte desde hoy mismo de "la Champions dels espumosos".

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