S'Agaró: historia de la familia que ha preservado la ciudad jardín idílica de la Costa Brava
La ciudad jardín cumple 100 años del sueño noucentista que quería ordenar el paisaje en equilibrio con la naturaleza y la cultura
S'AgaróFue el 24 de julio de 1924 cuando el empresario Josep Ensesa Gubert y su familia durmieron en Senya Blanca, la primera casa de la ciudad jardín de s'Agaró, frente al mar, construida por el arquitecto gerundense Rafael Masó. Era el primer hito arquitectónico terminado del sueño del Novecentismo, inspirado en Alemania: una ciudad ordenada, un equilibrio de la arquitectura con la naturaleza y la cultura. Hoy, cien años después, sus nietos, Julia, Virginia, Carina y Josep Ensesa Viñas, continúan con la ilusión de que el abuelo encargó por primera vez al arquitecto de la ciudad jardín entre las playas de Sant Pol y sa Cuenca. “Es nuestra vida, tenemos atados todos nuestros recuerdos de pequeños, de familia, y nuestro sentimiento es mantenerlo tal y como lo hicieron los abuelos y cómo continuaron los padres, porque nuestros padres (Josep Ensesa Montsalvatge y (Carmona Viñas), especialmente el padre, hicieron todo lo que el abuelo había marcado”, coinciden en afirmar. Y la frase adquiere valor cuando desde el propio Hostal La Gavina, si se mira mar allá, en el otro extremo de la playa de Sant Pol, se puede contemplar los mil y un bloques de pisos que han depredado las montañas de pinos de la Costa Brava.
S'Agaró pertenece al municipio llamado Castell d'Aro, Playa de Aro y s'Agaró. Se llega después de dejar atrás el municipio de Sant Feliu de Guíxols, y se entra justo por la playa de Sant Pol, quizás una de las más fotografiadas de Cataluña, porque tiene casitas de bañistas de colores diferentes, y porque tiene uno de los restaurantes de cocina marinera de más renombre: La Taverna del Mar. Unas barreras custodiadas por un vigilante limitan el paso de los vehículos a motor. Quien quiera entrar en coche debe ser vecino o alojarse en los hoteles de la ciudad jardín: o bien S'Agaró Hotel o bien el Hostal La Gavina. Por el contrario, a pie se puede atravesar la barrera y pasear por ella sin problema para contemplar la arquitectura de las casas, en parte construidas por Rafael Masó y por otros arquitectos de llamada, como Francesc Folguera.
En la ciudad jardín, la vegetación preciosista (atención a las buganvillas exuberantes), las calles anchas, que suben y bajan, y la arquitectura de las casas y de la iglesia de la Esperanza (barroca, que recuerda la de Cadaqués) invitan a dar un buen paseo. Pero si hablamos de paseos, el más deseado, el que transita casi un millón de personas cada año, es el camino de ronda que conecta las dos playas de s'Agaró, de Sant Pol a sa Conca. Se trata de dos kilómetros y medio tocados de paseo llano, que se puede hacer con chancletas y con criaturas, que atrae también a los runners y los que practican la marcha rápida, y que desde este año presenta tres novedades: está iluminado por las noches, tiene unos paneles grandes que cuentan la historia de s'Agaró y, además, en medio del recorrido hay una escultura del alma de la ciudad jardín, Josep Ensesa i Gubert.
Las tres novedades forman parte de uno de los actos del centenario, que ha sido impulsado porAsociación 100, Sentido y Sentimiento, formada por Virginia Ensesa y sus primos, Xavier y Lluís Sibils Ensesa. “El nombre de la asociación indica el sentimiento de pertenencia que sentimos por el territorio, porque son nuestras raíces, y tienen gran profundidad”, explica Virginia Ensesa, mientras Xavier Sibils relata la anécdota de que tanto él como sus hermanos son los únicos de la ciudad jardín que, además de la gran estima que sienten, pueden decir que han nacido en s'Agaró. "Tanto mis hermanos como yo mismo, que soy el pequeño, nacimos en casa, que estaba situada en cala Pedrosa", dice Sibils, que añade que entre las anécdotas que los padres le habían relatado hay una gran nevada de los años 40 , cuando Xavier aún no había nacido, en el que se Agaró quedó enterrado de nieve, y los rescataron por mar.
Respeto y aprecio
El respeto y el aprecio por s'Agaró también se traslada a la lucha del abuelo para idear un plan arquitectónico especial, que con el paso de los años es el que se aprobó y protegió s'Agaró y la playa de sa Cuenca: hoy s'Agaró es Bien Cultural de Interés Nacional. Por cierto, que el nombre s'Agaró proviene del nombre del arroyo que hay en el extremo de levante de la playa, que en documentación antigua aparece escrito como Sagaró, sin apóstrofo, y que Josep Ensesa Gubert empezó a escribir con el artículo salado, habitual del Empordà, y explicaba que así lo había hecho en la revista que él mismo impulsó, S'Agaró;una revista en la que también publicó artículos el escritor Josep Pla, muy amigo de la familia, y sobre todo asiduo del Hostal La Gavina.
Y con el Hostal La Gavina hay que hacer una buena parada. El nombre, hostal, remonta a los orígenes con los que el arquitecto Rafael Masó y el empresario Josep Ensesa Gubert lo habían planteado: pequeño pero muy estudiado, con mil y un esbozos que el arquitecto dibujó de todos los detalles habidos y por haber, y que hoy se han recuperado en el libro del centenario, S'Agaró 1924-2024, y en la exposición que se inauguró el 27 de junio en el Palacio Robert de Barcelona. De hecho, en el libro, los escritores Jordi Falgàs y Sebastià Roig dicen que Masó puso todo lo que gustaba de los mitos de la tradición catalana arquitectónica, que al mismo tiempo gustaban tanto a los novecentistas: “los arcos de medio punto, las sillas de balca, el artesonado de madera policromado, platos de cerámica decorativa, muebles y grabados antiguos, cerámica vidriada en suelos y arrimadores, figuras religiosas”, detallan.
El Hostal La Gavina se inauguraba el Fin de Año de 1932, y al poco, Ensesa se daba cuenta de que era demasiado pequeño, y empezó a ampliarlo. En medio hubo una Guerra Civil, con todo lo que supuso. En 1958 el arquitecto Francesc Folguera reconstruía de nuevo el Hostal, se perdía la construcción precedente, y se inspiraba en un nuevo estilo arquitectónico: el rococó francés. Después de Folguera aún hubo más ampliaciones, que hoy son los espacios más emblemáticos del Hostal La Gavina: el vestíbulo (de 1963), la piscina de Garbí con la icónica Venus de s'Agaró (1967-1969) y también más habitaciones y suites, las últimas recién reformadas para celebrar el centenario.
En el Hostal La Gavina, enlazadas, hay muchas de las vivencias de los cuatro hermanos Ensesa Viñas. Recuerdan cuando una vez se hospedó la cantante Lady Gaga, y las hermanas Julia y Carina se quedaron sentadas en el vestíbulo para saludarla. No hubo forma. Los guardias de seguridad con los que viajaba lo impidieron, e incluso prohibieron al conserje que saliera fuera de la oficina. Ahora es la forma de hacer habitual de artistas y famosos en general, que rechazan el contacto y sobre todo que les hagan fotografías. Antiguamente, cuando los hermanos eran pequeños, y Hollywood descubrió con avidez a Agaró, los actores y las actrices hablaban con los clientes del hostal, con la familia Ensesa, y de ahí la galería de los famosos, los retratos en blanco y negro, de gran formato, que se exhiben en uno de los pasillos de La Gavina.
Sobre el plató de cine estadounidense en el que se convirtió s'Agaró, los hermanos afirman que Hollywood descubrió la ciudad jardín antes que nadie. En nuestro país, en 1987 los actores del Tricicle utilizaron el escenario de La Gavina para la serie de éxito europeo Tres estrellas de TV3, que contaba la vida cotidiana (sin palabras) en un hotel.
Y desde entonces hasta hoy se Agaró se ha situado como la ciudad jardín idílica de la Costa Brava, el lugar que permite contemplar un espacio en armonía con el paisaje, donde se puede pasear por el camino de ronda y dónde se puede dormir y comer con todo el confort del lujo de kilómetro cero. Y, como nota final, uno de los restaurantes mágicos de la ciudad jardín, el Candlelight, situado dentro del Hostal La Gavina, y dirigido por los cocineros Romain Fornell y Oriol Fernández, que es símbolo de lo que representa hoy una ciudad jardín: un espacio para amar y respetar. Sentido y sentimiento.