Xeixa, la nueva casa de comidas mediterránea del barrio Gótico
El nuevo restaurante es el proyecto de tres mujeres que se han encontrado y de un edificio con mucha historia
Me es muy fácil recordar dónde aprendí la palabra xeixa. Fue a través de la canción popular Pere Gallerí. Los que la conozcan ahora me maldecirá los huesos porque hoy ya no se la podrá sacar de la cabeza. Ya sabéis que él es así de buen hombre y "s'endú tota la xeixa, la xeixa de per (a)quí". Bien, el caso es que cuando un amigo con muy buen criterio gastronómico me recomendó este nuevo restaurante y me dijo que se llamaba Xeixa, ya le miré con buenos ojos. La xeixa, por cierto, es una variedad antigua de trigo.
El restaurante Xeixa se encuentra en el Barrio Gótico de Barcelona, entre la calle Carabassa y la calle Avinyó. La entrada principal es por la calle Carabassa, pero después se puede salir por el otro lado, por la calle Avinyó. Se encuentra en un edificio histórico, donde también se encuentra la Fundació Ferrer i Guàrdia. Pero mucho antes de eso había sido un palacete de una familia genovesa que se dedicaba al comercio... de trigo. Y después, como la cara burlesca que hay conservada en la fachada indica, había habido un prostíbulo. Un burdel más de la época si no fuera que hay evidencias de que Pablo Picasso encontró la inspiración para pintar Las señoritas de la calle de Avinyó.
Cuando entre en el Xeixa encontrará un local amplio, bien decorado, y con una barra baja donde puedes comer sin perder detalle de lo que cocina Sara Valls. Detrás también verá un horno Josper, que suele ser un anuncio de buenas noticias gastronómicas. Se describen como una casa de comidas. Hacen comidas, cenas y están intentando hacerse fuertes con una oferta de desayunos de tenedor en una zona que es el paraíso del brunch. En la carta encontrará delicias como el calamar a la bruta. Una receta tradicional de las Islas Baleares que Sara cocina a su manera. Es importante pedir una ración de pan para no dejar ni una gota del sofrito. Deliciosos el baba ganoush ahumado con aceitunas de kalamata y piñones, la chuleta de cerdo hecha a baja temperatura y el bollo de anchoa, burrata, tapenada y crema de tomate seco. Los mejillones a la brasa son para chuparse los dedos, como el pescado del día, que compran fresco sin pasar por intermediarios. Defienden que las verduras son todas de huertos de proximidad y quieren seguir un modelo de cocina sostenible. También en lo que se refiere a los horarios de los trabajadores.
Los postres son clásicos. Yo he probado el coulant de pistacho, que hacen al momento, y puedo asegurar que era muy bueno y nada empalagoso. También se puede solicitar la selección de quesos, la tarta de queso, la crema catalana o el tiramisú. La carta de vinos es muy equilibrada y, si necesita asesoramiento, Eric le indicará hacia dónde tirar de manera cercana y muy profesional. En la sala también se encuentra Txell, una de las tres propietarias del local. De hecho, Xeixa es la consecuencia de que tres mujeres se hayan encontrado.
Txell Pujol no se dedicaba a la restauración, pero conoció a Sara Valls en Formentera, donde veranea. Sara ya llevaba tiempo trabajando en la isla como cocinera gestionando la oferta gastronómica de restaurantes de nivel, y tenía ganas de tener un negocio propio. Al proyecto se sumó a la abogada Carlota Paytuví, y las tres se han embarcado en esta aventura. La propia Txell será la encargada de contarles la historia del restaurante, que les ha traspasado el Quim de la Boqueria, y donde se conserva la primera olla a presión que hubo nunca en el mercado. También es la responsable de las exposiciones de pintura y fotografía que se realizan al lado de la salida de Avinyó, y con las que se destina una parte de los beneficios a proyectos sociales. La idea de las propietarias es que el restaurante sea mucho más que un lugar donde se come de cine, al igual que las paredes del Barri Gòtic son mucho más que simples edificios.