El día en que mi hija decidió que quería ser científica

Gracias al proyecto Hypatia, mi hija mayor ha llegado a casa preguntándome qué debía estudiar para dedicarse a la investigación

El día en que mi hija decidió que quería ser científica
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BarcelonaLa hija mayor ha llegado a casa preguntándome qué debía estudiar para ser científica. Mientras decidía por dónde empezaba la explicación le he preguntado el porqué de esa curiosidad, y me ha dicho que ha cambiado de vocación, y que ahora lo que le parece que quiere ser de mayor, es científica. Hemos tenido una conversación interesante sobre algunas de las ciencias que podía estudiar para convertirse en científica.

El mérito de esta nueva curiosidad es por CatMart, un proyecto de divulgación científica de la Asociación Hypatia Mars, en el que han participado varias escuelas de toda Cataluña. Han trabajado con los niños la pregunta "¿Hay vida en Marte?".

Conocer este proyecto lo hace aún más interesante, y hacerlo a través de las explicaciones de los niños, es maravilloso. La raíz de todo ello son nueve científicas catalanas, que han formado parte de la tripulación de Hypatia. Mariona, Carla, Ariadna, Laia, Núria, Nieves, Cesca, Anna y Helena. Vienen de disciplinas diversas: son astrofísicas, biólogas, matemáticas, físicas, ingenieras, informáticas…

Ellas visitaron la Mars Desert Research Station en abril de 2023, para realizar una búsqueda. una nueva remesa de científicas les tomará el relevo. Se trata de una estancia en la estación situada en el desierto de Utah, en Estados Unidos, en una localización cuyas características orográficas la hacen muy similar a la del planeta rojo. Me contaba la hija que es una estación donde se realizan simulaciones para practicar, por si algún día alguien se atreve a realizar el viaje hasta el planeta rojo. Así que la aventura incluye comida deshidratada, trajes espaciales, espacios muy reducidos y proyectos de investigación.

Arena marciana de Utah en clase

Así, gracias al documental Mujeres en Marte, que explica su experiencia, hemos visto cómo una de ellas intenta cultivar plantas de soja con baterías alimentadas por la orina de la tripulación, cómo buscan nuevos asteroides desde el cielo marciano, o cómo intentan fabricar un GPS de bajo coste, que rastree el planeta rojo y les ayude a ubicarse.

Pero eso no es todo. Las chicas de Hypatia se llevaron arena marciana de Utah, y ahora le han llevado a las aulas. Los niños han hecho experimentos para averiguar si había vida en esta arena, han descubierto que sí, que algo se cuece y han concluido la aventura haciendo una videollamada con una de las protagonistas de la misión para resolver sus curiosidades.

Es un caso práctico, real, aterrizado, y maravilloso de cómo despertar la vocación científica en las pequeñas de la casa. Nada de teorías ni eslóganes en carteles. La práctica como mejor ejemplo para alentar y romper estigmas. Porque sí, todavía hace falta. Según un informe de la UNESCO, apenas uno de cada tres científicos es mujer. Y es una cifra que ha variado muy poco en los últimos años.

Así que me gusta mucho que mi hija se haya enganchado de una manera tan natural y curiosa a la vocación científica. Pero nos engañemos, probablemente dentro de unas semanas, pasará a ser otra distinta. Porque en realidad lo más importante es que sea lo que quiera, pero que nada ni nadie pueda con su ilusión o vocación.

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