Adolescencia

"Mucha gente no entiende por qué una persona joven se puede querer quitar vida"

Casi un 20% de los adolescentes ha pensado en el suicidio en algún momento

Una chica joven pasea por la playa un día de bastante viento
Adolescencia
22/10/2025
5 min

BarcelonaCada vez más estudios y expertos alertan de que el suicidio es más frecuente entre nuestros jóvenes. Los datos lo corroboran: el suicidio se ha convertido en una de las principales causas de muerte entre los jóvenes de entre 15 y 29 años. Además, casi un 20% de los adolescentes ha pensado en el suicidio en algún momento de su vida, según un informe sobre salud mental elaborado por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) con la colaboración de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Paralelamente, según otro informe impulsado por IDIAPJGol, los casos de autolesión entre niños y jóvenes de entre 10 y 24 años han experimentado un aumento alarmante del 267% entre los años 2013 y 2022.

Es una realidad que no podemos esconder y que requiere herramientas por parte de padres, maestros y tutores para acompañar y ayudar a los jóvenes más vulnerables. Uno de los expertos que ha querido dar un grito de alerta es Agustín Bonifacio Guillén, trabajador social especializado en salud mental infantojuvenil e identidad de género del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Desde hace más de veinte años acompaña a jóvenes con ideas recurrentes en torno al suicidio. De toda esta experiencia acaba de sacar el libro El plan B (Cúpula, 2025).

"No es un tema fácil, pero sí es necesario hablar de ello", alerta Bonifacio, que prefiere hablar más sobre el concepto de desesperanza vital que de suicidio. Según el autor, existen muchos factores que inciden en este fenómeno, como vivir en una sociedad con un discurso cada vez más individualista, el aumento de la precariedad y la incertidumbre o las redes sociales.

"Mucha gente no entiende cómo una persona joven quiere quitarse la vida, si tiene toda la vida de antemano. Bueno, es que primero tienes que sentir que tienes toda la vida de antemano, y no siempre es así", apunta Bonifacio, quien también recuerda cómo la adolescencia nunca ha sido una etapa fácil. ¿Quién no recuerda los sentimientos que tenía a esa edad tan frágil? Sólo que a esto se le sumen otros factores, como problemas en casa o en el entorno educativo, el cóctel está servido.

En este contexto, muchos adolescentes se encuentran en una situación de carencia de referentes emocionales estables. La ausencia de figuras adultas que validen sus sentimientos o simplemente los escuchen sin juzgarlos puede acentuar la sensación de invisibilidad. Además, el uso intensivo de redes sociales –que a menudo muestran una realidad distorsionada o inalcanzable– contribuye al incrementar sentimientos de soledad, comparación constante y baja autoestima.

Colectivos vulnerables

En un artículo publicado en 2022 por la Asociación Española de Pediatría se detectó que, a raíz de la pandemia, el 90% de los jóvenes que se provocaban autolesiones y tenían conductas suicidas eran chicas. Para el autor del libro, este dato también puede explicarse porque, a la hora de la verdad, las chicas consultan más y piden más ayuda a urgencias que los chicos. "Estamos viendo que, aunque es cierto que los suicidios consumados se den más en chicos, la desesperanza vital y el malestar es muy superior en ellas. Esto debe invitarnos a pensar en qué mundo les estamos ofreciendo, porque se trata de un problema social, no biológico", lamenta.

Por otra parte, uno de los colectivos especialmente vulnerables a la desesperanza vital es el de los adolescentes LGTBI+. Según un estudio de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), estos jóvenes presentan una conexión significativamente más débil con la familia y con el entorno escolar. Factores como el rechazo familiar, el acoso por parte de iguales o las microagresiones cotidianas se asocian directamente con un aumento del malestar psicológico dentro de este colectivo.

Además, los adolescentes con autismo, los migrantes recién llegados o las personas tuteladas suelen llevar una mochila muy mayor, sin descontar los casos de acoso escolar o ciberacoso. "Me llama la atención un estudio que indica cómo, tanto las personas sitiadas como las que han acosado, tienen un importante índice de desesperanza vital", añade Bonifacio. De hecho, el 20,4 por ciento de las víctimas y el 16,8 por ciento de los acosadores declararon en un informe de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) haberse intentado quitar la vida en alguna ocasión. "Y muchos de los jóvenes que sufren acoso no se lo cuentan a la familia por no preocuparla, lo que hace que tengan que sufrirlo en soledad y sin pedir ayuda", continúa.

Señales de alerta

Entonces, ¿cómo pueden detectar las familias y los maestros que un joven necesita ayuda? Para Bonifacio, primero hay que partir de la base de que las personas jóvenes, en general, no lo pasan muy bien. Por tanto, es bueno y necesario hacerlas entender desde el principio que tú siempre estarás ahí para ayudarlas. "Hay que dejarles la puerta abierta por si necesitan ayuda", continúa. Más allá de esto, siempre hay que estar alerta a los cambios de humor repentinos, la irritabilidad, el abandono de actividades que antes les gustaba, la alteración del ritmo de sueño y víspera, la pérdida de hambre o la tendencia al aislamiento.

También puede ser útil observar los discursos que tienen sobre el futuro: si expresan constantemente que nada tiene sentido o que no vale la pena intentar nada, son señales de alarma. En este sentido, es necesario dar valor a la palabra de los jóvenes, escucharlos activamente y evitar las respuestas automáticas o paternalistas. El objetivo no es "solucionar" el problema de inmediato, sino establecer una relación de confianza desde la que se pueda trabajar juntos.

"Sabemos que el principal uso de la IA en 2025 es buscar compañía y terapia. Hay una necesidad detrás", continúa el experto. De modo que si se detectan todo tipo de comentarios pesimistas o manifestaciones del deseo de desaparecer no hay que tener miedo a consultar herramientas como el 024, que es un teléfono de atención a la conducta suicida que también atiende a los familiares. "Ante la duda, pregunta, consulta, ve a urgencias y utiliza todos los recursos disponibles", remarca.

Validar emociones

Si, de alguna manera, te enteras de que una persona joven que tienes en el cargo quiere suicidarse, lo primero es respirar hondo: "Saber esto genera mucho vértigo, pero hay que entender que nos ha confiado algo muy valioso", dice el autor. El primer paso es reconocer y validar su emoción, entender que está pasando mal. "Reconocer es diferente que reforzar, es abrir un canal de comunicación y darle a entender a la otra persona que entiendes su dolor, que te importa y que estás ahí para ayudarle y para pensar conjuntamente", apunta.

Por el contrario, lo que nunca debe hacerse es cerrar este canal que se ha intentado abrir y decir cosas como "no hay para tanto", "ya te pasará", "con las cosas que tienes en la vida", "tienes que mirarlo desde otra perspectiva" o "harás mucho daño a tu familia", explica Bonifacio. "Muchas veces no saben con quién compartirlo, por tanto, si te lo dicen, debes validar su emoción y buscar ayuda", continúa.

Ahora bien, como trabajador social, el autor considera que el sistema público tiene a mucha gente implicada en querer ayudar, aunque las tasas de malestar de los profesionales de la salud y la enseñanza son muy grandes. "Tenemos un sistema muy sobrecargado y la red de salud mental no está bien distribuida entre los territorios", lamenta.

Aunque defiende el acceso universal y de calidad a servicios de psicología y psiquiatría, Bonifacio también hace un llamamiento a evitar la tendencia creciente a psiquiatrizar y medicar cualquier forma de sufrimiento emocional. "No se puede poner un diagnóstico a todo, y como sociedad debemos ser capaces de generar vidas con escenarios esperanzadores, como espacios seguros en escuelas o medidas para facilitar la vida de las chicas y de otros colectivos vulnerables", remarca.

En este sentido, conseguir construir vínculos más seguros, en los que se promueva la escucha activa y el apoyo emocional, ya supone un paso esencial para romper, y mucho, el aislamiento en el que viven muchos jóvenes en situación de riesgo.

stats