Infertilidad

"Nos han engañado sobre la fertilidad y la eterna juventud"

Cinco mujeres explican cómo han vivido sus procesos de reproducción asistida

Laura Pache con su pareja
6 min

BarcelonaLos procesos de reproducción asistida tienen un impacto emocional, físico y económico. Hablamos con mujeres sobre cómo han vivido este periplo.

1.
"Te conviertes en una experta de pincharte en cualquier sitio ya cualquier hora"

Laura Pache

Laura Pache amb la seva parella

Cuando Laura Pache y su pareja vieron que no se quedaban embarazados, se realizaron las pruebas de fertilidad en el Hospital Clínic y les dijeron que ella tenía una baja reserva ovárica. "El primer impacto fue no entender qué estaba pasando. Me enfadé mucho. Los únicos mensajes que me habían llegado eran: «Vigila, no te quedes embarazada». Nos han engañado sobre la fertilidad y la eterna juventud", asegura. La doctora les recomendó que hicieran una fecundación in vitro lo antes posible por la sanidad privada. Han pasado ocho años y, después de cinco tratamientos, ella y su pareja no han logrado un embarazo. Paradójicamente, Laura había sido donante de óvulos con 24 años y, 10 años más tarde, se encontraba al otro lado de la cadena de la infertilidad. "Te conviertes en una experta de pincharte en cualquier sitio ya cualquier hora. Tienes que conciliar a todos los niveles y seguir los horarios. Es un proceso heavy", afirma. El impacto también ha sido económico -calculan que se han dejado unos 20.000 euros, una inversión que les ha imposibilitado la entrada en un proceso de adopción-, y también psicológico. A menudo se ha sentido incomprendida después de recibir comentarios como "sin hijos se está muy bien" o "ya llegará", "ya llegará", ha pasado. con la idea de ser madre más allá de la familia: "Este amor y este compartir se puede hacer de muchas formas. Por ejemplo, estando con amigos, en comunidad, creando, cuidando. Puedes aplicarlo a otras relaciones, incluso a los animales".

2.
"No estamos siendo madres más tarde por capricho"

Anna Rebés

Anna Redes i Ariadna

"Qué poco conocemos nuestro cuerpo y los procesos de reproducción asistida. Es tabú, está ligado a la infertilidad y nadie quiere ponerse esta etiqueta", pensó Ariadna Seuba cuando empezó el tratamiento en la Clínica Eugin con su pareja, Anna Rebés. Era "tan marciano y tan común" en su entorno, que decidieron hacer un documental que lleva el nombre de Madres y que se ha estrenado este año en el DocsBarcelona. "Teníamos alrededor parejas que hacía mucho que lo intentaban y no lo conseguían y amigas que se estaban congelando óvulos sin saber si querían ser madres. Queríamos preguntarnos qué está pasando y por qué", afirma Ariadna. La causa del fenómeno es clara: "No somos madres más tarde por capricho, es una consecuencia del sistema en el que vivimos" y hay "un precio a pagar" que les gustaría evitar a las que vengan detrás. La brecha de fertilidad indica que las mujeres en España tienen una media de 1,2 hijos, pero que quieren tener 2. "Muchas se ponen tarde porque los estudios se eternizan, la estabilidad laboral no acaba de llegar nunca, el modelo de relación de pareja ha cambiado y la dificultad de tener acceso a una vivienda no invita a tener hijos... Muchos factores. Y tiene consecuencias frustrantes: "Nos chasquea en la cara, la infertilidad", espeta. Como pareja de lesbianas, ya sabían que no se quedarían embarazadas durante un fin de semana en un hotel romántico, bromean, pero tras pasar por su proceso de reproducción asistida reivindican más información, políticas de cuidados y mayor conciencia de las renuncias que supone la maternidad para las mujeres. Y es por eso que han hecho una película, para poner sobre la mesa "un debate social que no se está haciendo": "Es fantástico que la ciencia avance, pero la maternidad se vive en la calle y en casa", afirman. Ariadna y Anna probaron el método ROPA, pero no quieren hacer spoilers, así que si desea saber cómo acaba su historia tendrá que ir a ver el documental.

3.
"Sabía que, de no tener pareja, podría ser madre gracias a la medicina"

Natalia Català

Natàlia Castellano

"Ser madre en solitario no significa estar sola". Natàlia Castellano sacude los prejuicios que recaen sobre las madres en solitario, así como los miedos que tienen aquellos que se plantean enfrentarse a un tratamiento de fertilidad solas. "Sabía que, si no tenía pareja, podría ser madre gracias a la medicina", afirma Natalia, que reivindica que se oficialice el concepto de monomarentalidad. También se simplifica el consenso familiar en la crianza: "Es más sencillo porque decides tú qué valores le inculcas y la educación que le quieres dar". De hecho, a veces, "las parejas no son corresponsables y eso es una inquietud que nosotros no tenemos". Pero no todo son flores y violas. "Aunque tener red es muy importante, el día a día lo vives sólo tú con tu hijo", dice Natalia, que admite la dificultad organizativa y económica, y el trabajo que supone. Se siente afortunada de haberlo logrado en la primera mediante una inseminación no medicalizada, es decir, sin estimulación hormonal. Así lo decidió el doctor Polyzos del Hospital Universitario Dexeus al ver que no tenía ninguna problemática de fertilidad y que tenía 37 años, explica. Pese a hacerlo sola, quiso compartir el proceso con su entorno: "Si va mal, tienes a alguien que te apoya. Es bonito poder compartir con tu familia y amigos la decisión tomada, las revisiones del médico, el día de la inseminación y el proceso tan angustioso de la espera del resultado de la prueba de embarazo. Y también todo lo que viene después".

4
"Siempre había pensado que un niño mío tendría el pelo rizado"

Maria Antònia Massanet

Maria Antònia Massanet

"De la reproducción asistida debe hablarse. Es necesaria información más allá de la propaganda de las clínicas de fertilidad y de las tasas de éxito a menudo sesgadas". Por eso Maria Antònia Massanet comparte su experiencia traumática cuyos tratamientos está convencida de que le han agravado la endometriosis y la fatiga crónica. "Yo era como una bomba de relojería, pero no lo sabía. No me dijeron que podía empeorar tanto", explica. Aunque los profesionales sanitarios niegan una relación directa con ninguna enfermedad, hay quienes advierten que las enfermedades crónicas pueden empeorar con los cambios hormonales en periodos como el postparto. Ella siente que la medicina reproductiva fue opaca: "No es que haya una conjura, pero sientes que no te informan". Su impresión es que "se prioriza la reproducción frente a la salud de las mujeres". En su caso, una operación de endometriosis le redujo considerablemente los folículos y, cuando ella y su pareja decidieron buscar ayuda, en el Hospital de Sant Pau les dieron un mal pronóstico. "El tiempo de espera es muy largo. Todo se hace pesado. Cada vez que tenía visita, salía llorando porque eran malas noticias", explica. Después de la primera in vitro, le recomendaron la ovodonación por la sanidad privada, un proceso en el que se ha sentido más cuidada, pero que de momento no ha prosperado. "En la pública me sentí desahuciada en la primera oportunidad", admite. La ovodonación le ha traído ciertas contradicciones y un duelo genético: "Siempre había pensado que un niño mío tendría el pelo rizado", dice con una sonrisa.

5.
"No es padre, es donante"

Almudena Puig y Alexandra Homs

Alexandra i Almudena

Maya tiene sólo 18 días y reclama a sus madres discretamente durante la conversación. Maya tiene dos madres. No tiene padre, pero eso Almudena Puig y Alexandra Homs han tenido que ir respondiendo a medida que su entorno hacía esfuerzos por nombrarlo. "No es padre, es donante", dice la pareja, quien considera que la relación genética todavía tiene un peso muy grande para la sociedad. Pero es que también les faltan palabras para llamarse como madre gestante y no gestante. La falta de vocabulario responde a una realidad joven. De hecho, es sólo desde 2016 que se garantiza el acceso gratuito a la reproducción asistida a parejas de lesbianas (y también a mujeres solas). Ellas se decidieron por la inseminación después de consultarlo con el equipo del Hospital del Mar. Se llevaron una sorpresa cuando funcionó al primer intento porque estaban avisadas del 13,8% de la tasa de éxito —unas cifras que consideran que deberían segmentarse para ver si las parejas lesbianas tienen la misma tasa de éxito que las parejas heterosexuales que no pudieron tener hijos por problemas de fertilidad—. Lo explican con gozo: "Hemos tenido una suerte increíble. Nos han tratado con muchísima profesionalidad y ha sido rápido y fácil". El único obstáculo es que se habían imaginado un segundo embarazo, pero la seguridad social no incluye un segundo hijo. ¿Cómo le explicarán a Maya cuando crezca? "Tenemos una historia bonita que contar. Lo hemos hecho con mucha ilusión, hemos encontrado gente que nos ha ayudado y sí, hay un donante anónimo que es parte de su genética. Así le contaremos, al igual que mi madre me contó cómo nací", afirma Almudena.

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