Laia Santís: "Hemos estado 23 meses sin dormir una noche entera"
Maestra, 'bookstagramer' y madre de Martí, de 2 años. Creadora de contenidos en Instagram, prescriptora de libros para adultos, niños y jóvenes, su cuenta @vidaentrellibres tiene 20.000 seguidores. Colabora en distintos medios de comunicación y conduce cinco clubes de lectura. Si le gusta leer, sígala
BarcelonaTe seré franca. Idealicé el concepto de maternidad y el hecho de ser madre. Ha sido un estremecimiento grande. Me he dado cuenta de que ser una buena madre significa hacer muchas concesiones. Muchos sacrificios. También es cierto que tener un hijo es de las mejores cosas que me han pasado en mi vida. No la mejor, pero sí de las mejores.
Hace dos años, cuando acababa de nacer Martí, escribiste un artículo en Criaturas en la que afirmabas lo siguiente: "La maternidad –como concepto– no me gusta".
— Aún estoy reconciliándome conmigo misma, con la decisión tomada, con las muchas renuncias personales y de crecimiento profesional. Esto de encontrarse con otras madres y hablar sólo de pañales, alimentación y chupetes, no lo disfruto. Detesto esta parte. Me gusta estar con gente y seguir siendo Laia, no sólo "la madre de Martí".
¿Qué te sorprendió tan negativamente de la maternidad?
— Un día tuve que sentar amigos y amigas en una mesa y les dije: "No es justo, nadie de vosotros nos advirtió de que la maternidad fuera tan dura! ¡Hemos estado 23 meses sin dormir una noche entera. ¿Por qué no nos lo explicó nadie?".
No dormir quizá sea lo más duro.
— Lo hemos pasado muy mal y todavía hay noches muy duras. Una madrugada que Martí había despertado más de doce veces a lo largo de la noche, con mi compañero nos miramos y nos preguntamos: "¿Pero qué hemos hecho?". Ahora, al día siguiente se despertó contento y gritando mamaaa, papaaa, y las dudas se desvanecen de repente.
No sé si te lo puedo preguntar, pero ¿tendrá más hijos?
— Si las cosas no cambian mucho, nosotros sólo tendremos un hijo. Mi compañero es hijo único y yo también. Antes de tener a Martí ya habíamos tomado esta decisión: sólo un hijo. Como decisión personal y política. Pero ahora nos aferramos. Si quieres hacerlo bien y ser un buen padre o buena madre, es mucha dedicación. La culpa enturbia el concepto de maternidad para aquellas mujeres que queremos sentirnos realizadas con nuestros proyectos personales.
Háblame de ese sentimiento de culpa.
— La culpa tiene muchas capas. Me siento culpable cuando dedico tiempo a proyectos relacionados con la lectura y en mi Instagram, cuando los priorizo antes que mi hijo. Ese verbo, priorizar, me hace terror.
Cierto.
— También padezco porque tengo un trabajo como maestra y la lectura es uno además. Tengo que arañar tiempo de estar con Martí para crear contenidos. Quizás no debería ser mi prioridad, pero me hace muy feliz mi Instagram de @vidaentrelibros. También me siento culpable cuando veo que mi compañero hace más cosas de la crianza que yo. Aún es bastante atípico que sea un hombre quien sostenga la crianza. Me aplasta la losa de no estar suficientemente presente en la vida de mi hijo.
Los libros le unen.
— En nuestra casa hay libros por doquier. Es un caos de letras. Y Martí es un remolino que no para. Es muy activo. De repente, sin embargo, sientes un silencio sepulcral, lo buscas y te lo encuentras en un rincón mirando cuentos. Es magia. Me encanta también cuando me ve leyendo y se me acerca. O bien con un cuento entre manos o para que lea lo que estoy leyendo yo. No hay más puro y potente gesto.
¿Qué le dirías a una madre que está como tú hace dos años?
— Que ser mamá no es fácil. Que si quieres hacerlo bien, y eres exigente contigo misma, es un reto mayúsculo. Que todo lo que hacemos estará bien hecho si lo hacemos pensando en nosotros y nuestro hijo o hija. También le diría que si quieres un hijo o hija feliz, debe haber madre feliz. Por tanto, que no renuncie a todo aquello que lo llena. Que dosifique las implicaciones con el hijo y que, con los meses, vuelva a ser quien siempre ha sido, porque es importante mantener la esencia de lo que nos hace singulares, más allá de ser madres.
Una última reflexión.
— Todo lo que vives por primera vez lo magnificas y puedes vivirlo con miedo. Por ejemplo, la primera vez que tiene fiebre, la primera vez que se cae y se hace un azul, la primera vez de tener que ir a urgencias. Pero con el tiempo todo lo vas relativizando y vas sufriendo algo menos. Me hubiera gustado mucho ver nacer a Martí con la mirada con la que le miro ahora, dos años después. Una mirada más entera, sólida y segura. Más serena y feliz.