El consultorio

Cómo conseguir que los hijos ayuden a casa

Acordar las tareas que hará cada uno y sus consecuencias si no se cumple con las obligaciones, ayuda a que todo el mundo se sienta una pieza importante de la familia

Un hijo frota los platos de casa.
15/11/2025
3 min

BarcelonaCuando se quiere que las criaturas ayuden a casa, independientemente de su edad, lo importante es que haya claridad y coherencia sobre lo que se espera de ellos. "El objetivo es que no lo hagan por obligación, no imponer ni esperar a que obedezcan, sino que se sientan parte de la familia y que por eso quieran contribuir a las tareas domésticas", propone Andrea Zambrano, coach, abogada y escritora, creadora del método AEIOU para crear conexión con sus hijos, y experta en violencias invisibles. Para ello recomienda hacer reuniones familiares donde se acuerden y se concreten las tareas de cada uno.

Pactamos tareas y responsabilidades

Para establecer lo que hará cada miembro de la familia se debe organizar una reunión inicial para detallar las tareas a realizar: recoger juguetes, hacer la cama, poner la mesa, poner el lavavajillas, tender la ropa… Se reparten las tareas de forma que cada uno escoja de qué se quiere hacer cargo, pactando quién hará qué y cada cuánto. ¿Pero qué ocurre cuando no se hace lo que toca? "Las consecuencias también deben pactarse", apunta Zambrano. Se trata de cambiar el paradigma de la obediencia a la cooperación, de la verticalidad a la horizontalidad, y de cultivar la conexión con los hijos más allá de las tareas.

Dejar los acuerdos escritos y colgarlo en la nevera o en un sitio que se vea también contribuye a visualizar qué hará todo el mundo. Que conste en algún sitio, para que si alguien no lo hace, no pueda escabullirse. Además, ayudará a que los hijos sean conscientes de la gran cantidad de tareas que realizan los padres. Tanto los acuerdos como las consecuencias son revisables, no es necesario que lo pactado sea inamovible.

¿Cuándo empezamos?

Desde que las criaturas son pequeñas pueden ser responsables de realizar las tareas para las que están capacitadas. Tareas sencillas como dejar la ropa sucia en la cesta o poner la mesa les permitirá sentirse útiles y parte de la familia. El grado de dificultad debería ir en aumento a medida que crecen y teniendo en cuenta la autonomía de cada niño. "En general, esperamos poco de ellos y tendemos a sobreprotegerles. Podríamos responsabilizarles mucho más desde pequeños", apunta Zambrano.

La predisposición de los hijos suele variar porque cada criatura es diferente, por tanto, aunque debería encontrarse cierto equilibrio entre las responsabilidades de unos y otros, es posible que los padres tengan que aceptar las realidades de cada hijo: "Reconozcamos la buena predisposición de quien tiende a hacerlo sin irle detrás y tener que recordarle, tener que recordarle, de ir más detrás". Zambrano recomienda que se acepte a los hijos tal y como son todo e intentar que todo el mundo cumpla con sus obligaciones.

Parece que sí, pero no

Cuando los miembros de la familia llegan a acuerdos, pero en la práctica los hijos no hacen lo que les corresponde, deben encontrarse espacios para revisarlo: "¿Qué pasa si no lo cumplen? Debemos hablar, de que se den cuenta de que no están haciendo lo acordado y replantearlo", propone. Esto también permitirá que los adultos no se desgasten yendo detrás de sus hijos. Evitar ese desgaste ayuda a no minar la relación.

Si los hijos nunca cumplen con sus obligaciones a pesar de haberlo acordado y revisado, seguramente esta rebeldía es un síntoma que evidencia que ocurre alguna otra cosa y habrá que abordar el problema de raíz. Por tanto, salvo casos excepcionales, si se pactan tareas y consecuencias, y se mantienen los límites, la convivencia familiar fluye.

stats