Relaciones familiares

Madres e hijas, del amor al odio

Analizamos una de las relaciones más intensas, ya menudo complicadas, que se pueden encontrar en el entorno familiar

Una madre con su hija en los alrededores de 1900.
Relaciones familiares
07/10/2025
5 min

BarcelonaHay un poema publicado en el libro Sonriendo estás mas guapa, de Georgina Hudson, que dice que una hija educada por una madre incapaz de sintonizar con sus necesidades pierde su voz. Aprende que no puede decir no, porque esto comporta el rechazo; que no puede expresar su ira, porque la condena al aislamiento; que no puede amar ninguna otra figura maternal, ni tener amigas demasiado cercanas, por miedo a despertar sus celos. Vive con el miedo a que su rabia pueda estallar sin aviso, como un diluvio volcánico de palabras o un retiro aterrador. En definitiva, la hija aprende que no es seguro ser ella misma, y ​​por eso intenta convertirse en lo que cree que su madre quiere que sea. Este patrón no termina en la infancia, a menos que la hija, ya adulta, aprenda a recuperar su voz ya establecer límites, lo que implica afrontar el luto por la madre que habría necesitado y nunca tuvo.

Mucho se ha escrito sobre la complicada relación entre las madres y las hijas. En el reciente libro Notas desde el interior de la ballena (Lumen, 2025), la escritora Ave Barrera analiza la relación entre una madre y una hija que ha tenido que huir de su casa para encontrarse a sí misma, no sin vivir en un conflicto interno. "Ser hija es andar en sentido contrario, es huir en dirección contraria al destino sin saber que, con nuestra fuga, estamos cumpliendo el vaticinio", escribe.

Tanto niños como niñas pueden sufrir trastornos emocionales cuando les educa a un padre o madre con tendencias narcisistas. Sin embargo, tal y como apunta Karyl McBride, autora del libro Madres que no saben amar, la madre es el principal modelo de conducta que tiene una hija para desarrollarse como individuo, mujer, amante, madre y amiga. "Una madre narcisista ve a su hija como una extensión de sí misma, en vez de como una persona independiente con su propia identidad. La presiona para que actúe y reaccione ante el mundo al igual que lo haría ella. Por eso, esta hija siempre luchará por encontrar la forma "correcta" de responder a su madre para ganar su amor y aprobación", escribe.

Evidentemente, no todas las relaciones entre madre e hija son complicadas. Todo depende de la historia de la progenitora, de su capacidad emocional y comunicativa y de su contexto familiar y cultural. "A menudo es una relación cargada de expectativas que pueden dificultar la libertad emocional y favorecer patrones de dependencia, sobreprotección o invalidación", explica Marta Segrelles, autora del libro Querida mamá, me haces daño(Bruguera, 2024).

Según la psicóloga, en las sociedades patriarcales como la nuestra, las mujeres tienen un rol asignado de cuidar, complacer y ser quien sostiene a la familia en el ámbito emocional. Estas expectativas recaen con fuerza a las madres, que después, conscientemente o no, las transmiten a sus hijas, lo que puede crear vínculos muy simbióticos donde cuesta encontrar el espacio propio y la autonomía. "Las hijas pueden crecer con el peso de querer ser buenas hijas y, al mismo tiempo, con la necesidad de deshacerse de un modelo que puede haber estado asfixiante", apunta Segrelles. Es esa tensión heredada, pues, la que hace que la relación entre madres e hijas esté más cargada de conflictos y contradicciones.

Cuando la relación es tóxica

A veces ocurre que esta relación, que por naturaleza es vertical, en la que la madre, como adulta, ocupa o debería ocupar una posición de responsabilidad y liderazgo emocional, se desdibuja y no asume su puesto, y hace que la hija la sustituya, lo que provoque una dinámica disfuncional. "Eso crea todo un abanico de vínculos que necesitan ajustarse; como madres que no admiten que sus hijas ya son adultas; madres que les cargan sus propias frustraciones, que las controlan en exceso y que buscan una confidente en conflictos emocionales y de pareja, hasta madres narcisicos que no ven las necesidades de los demás". Resumidamente, una "madre tóxica" es la que no reconoce, niega e invalida la experiencia de su hija.

Toda esta desigualdad afecta y altera el equilibrio de la relación y hace que sea más posible que después la hija se acabe relacionando con los demás de forma disfuncional si no es consciente de ello. Incluso que acabe repitiendo los mismos patrones cuando se convierte en madre: "La maternidad activa circuitos profundos del cariño y la memoria emocional y esto puede hacer que se repitan conductas que habíamos jurado no repetir", explica Segrelles. Muchas mujeres se sorprenden de actuar como su madre, a pesar de querer hacerlo de una forma totalmente diferente. "Es el resultado de tener patrones incorporados, y no de incoherencia o debilidad", asegura.

Por todo ello, Segrelles recomienda poner límites y construir una relación a tiempo en el que quede claro qué toleramos y qué no, para saber desde dónde queremos relacionarnos y con qué intensidad. "Eso puede decir limitar el contacto, reducir las conversaciones, a veces con temas más superficiales y sin demasiada intimidad emocional y, en casos más graves, incluso cortar la relación de forma temporal o definitiva", apunta.

De todas formas, la psicóloga considera que es necesario ir más allá y hacer un proceso de duelo por la madre que no hemos tenido y aceptar la que hay. "Es uno de los procesos más difíciles, dolorosos ya la vez liberadores: asumir que la figura materna que imaginábamos y necesitábamos quizás nunca existirá en nuestra realidad", continúa. Eso sí, hacer las paces con nuestra historia "no significa resignarse, sino dejar de luchar por cambiarla y empezar a cuidarnos desde lo que sí podemos construir", añade.

En algunas ocasiones esta reconciliación sucede precisamente cuando llega la maternidad de la hija y comienza a entender las exigencias y heridas que arrastraba a su madre. "Reconciliarse con la madre no siempre significa acercarse a ella, sino releer el vínculo desde un lugar más maduro, realista y compasivo con ella y con una misma", continúa Segrelles.

Madres pesadas

Hay otras madres que no son tóxicas, pero sí algo "pesadas". Pero, ¿qué significa exactamente ser una madre pesada? "Muchas veces hablamos de una madre que insiste en estar presente, opinar, controlar pequeños detalles y buscar una conexión emocional continua, incluso cuando la hija es ya adulta", explica Segrelles. Esta actitud, que puede parecer inofensiva, protectora y de cuidado, a menudo esconde una dificultad para aceptar el proceso natural de separación y pérdida del vínculo.

"Me gusta hablar de familias que viven en casas donde las puertas están, de forma simbólica, abiertas o cerradas", compara. Puede darse el caso de que la madre insista en tener la puerta abierta y ser conocedora de todo lo que ocurra, o que tenga la puerta cerrada y que todo lo que pasa te pertenezca sólo a ti y que nunca se haga cargo. "No existe un equilibrio entre proximidad y autonomía, cuando la hija debería poder cerrar la puerta si lo necesita y abrirla desde la libertad y no la obligación", reflexiona la psicóloga, que a menudo debe realizar terapia a hijas que se sienten "desagradecidas" para necesitar un espacio y asumir su rol interno como a.

Al final, se trata de construir un vínculo en el que ambas puedan relacionarse sin pisarse los espacios, sin absorber ni dejarse absorber. "La base de cualquier relación saludable entre madre e hija es la seguridad emocional, la posibilidad de sentirse querida, reconocida y aceptada tal y como se es sin miedo a ser juzgada, controlada y rechazada", afirma Segrelles. Y esta seguridad nace cuando la madre puede sostener emocionalmente a su hija, respetando su individualidad y adaptándose a sus necesidades evolutivas con flexibilidad y empatía.

Cuando todo esto es posible, la relación entre una madre y una hija puede ser una gran fuente de autoestima y convertirse en un lugar seguro en el que refugiarse en los momentos buenos y los difíciles, "con la tranquilidad de poder hacer su camino sin que esto rompa el vínculo", concluye.

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