Profesores por el mundo (1)

"Si un maestro catalán pusiera los pies en mi escuela, quizá le causaría un choque"

Mireia Oró da clases en un centro de primaria de un barrio muy idiosincrático del este de Londres, donde el 90% de las familias provienen de Bangladesh y algunas de Somalia

Mireia Oró, en la escuela donde da clase en el este de Londres.
24/04/2025
3 min

LondresMireia Oró es una barcelonesa de 36 años con casi catorce de vida en Reino Unido. Es maestra en una escuela primaria de una zona muy idiosincrática del este de Londres. El Mulberry Canon Barnett Primary School es un centro público mixto para alumnos de 4 a 11 años. Está situada junto a Brick Lane, la calle que inmortalizó a Monica Ali en la novela homónima. Esta calle es también conocida por los restaurantes de curry, cuyo olor la puedes sentir por todas partes, y por los mercados vintage. Además, está muy cerca de Commercial Street y de Whitechapel Street, dos arterias de las zonas de Spitalfields y Whitechapel, respectivamente, muy vinculadas a la histórica y legendaria figura de Jack el Destripador, que elegía a sus víctimas en un pub, The Ten Bells, en el número 84 de Commercial Street.

Si los niños y niñas de la escuela de Mireia fueran adolescentes y no criaturas, más que hablar de este asesino de mujeres, que quizás también lo harían, deberían debatir sobre la peripecia inmigrante del Samad Iqbal, uno de los personajes clave de otra novela poscolonial, Dientes blancos, de Zadie Smith. Porque Samad es bangladesí, que es el origen familiar del "90 o 92% del alumnado de la Mulberry Canon Barnett", junto con algunas familias de Somalia, apunta la profesora Oró. En tanto que centro público, se obtiene plaza a partir del lugar de residencia. Y esa banda de Londres, el distrito de Towler Hamlets, es una zona de asentamiento tradicional de la comunidad bangladesí.

De acuerdo con los datos del censo de 2021, de los 310.000 residentes que viven, casi 44.000 han nacido en Bangladesh: el 14% de la población. Y cuando se analizan los orígenes familiares con independencia del lugar de nacimiento, el 34,6% de los habitantes de Tower Hamlets los vincula a Bangladesh. Más o menos, 107.000 personas. Por tanto, no deben extrañar los datos de los que habla. "Si un maestro catalán pusiera los pies en mi escuela, quizás le causaría un choque", dice Mireia, que pese a todo no tiene la percepción de dar clase en un gueto, pero que no deja de admitir las particularidades evidentes, y también los retos, que esto puede provocar.

Como ejemplo, los compañeros y compañeras de su clase no aceptan al único niño blanco, que es de Albania y que es musulmán como ellos. Blanco, como ella misma, en una "escuela multicultural". Idealmente, sin duda. Orón es una chica cristiana, culturalmente, que no practica la religión, y que da clases a alumnos musulmanes que sí son religiosos. Al menos en casa. vivo. Licenciada en filología inglesa en la Universidad de Barcelona, ​​no sabía dónde tirar después de terminar la carrera.

Llegó en diciembre del 2011, un período en el que prácticamente nadie hablaba todavía del Brexit. Un amigo la arrastró en una fiesta, y se enamoró de un amigo del amigo. Se llama Darren y es diseñador gráfico. El hombre se convirtió en su marido el 11 de septiembre del 2019. "Era el miércoles, un día en el que casarse en el registro civil era gratis". Con los suegros, del Brexit –"que me dio mucha rabia"– mejor no habla. Votaron a favor pese a tener una inmigrante en la familia.

Mucho antes del matrimonio, en septiembre del 2012, Mireia empezó a trabajar en la misma escuela donde todavía trabaja. Desde entonces, ha hecho todos los papeles del auca: trabajo como profesora en prácticas, como profesora asistente y hace ya nueve años que es maestra graduada y, cada vez, tiene más responsabilidades. Ha dado clases para todas las edades: el curso pasado, a alumnos de 10 y 11 años -"muy duro"-, ahora a alumnos de 6 y 7, "más tranquilo". La Mulberry Canon Barnett es una institución muy pequeña, con no más de 170 estudiantes. La ratio habitual en las clases es 1/30, aunque ella la tiene de 1/22. ¿Diferencias con la escuela de Cataluña? "Aunque los recursos no sobran, y cada vez faltan más, todo es gratuito: todos los materiales los aporta la escuela". La comida también lo es e, incluso, los clubs por la mañana, que tienen lugar antes de que comience el horario lectivo.

Se considera razonablemente bien pagada, pero hace más horas que un reloj. Sea como fuere, es un sueldo que para la capital británica no es tampoco por echar cohetes, en especial porque el precio de la vivienda vuelta por las nubes. "A las 7.30 ya estoy en la escuela, muchos días salgo pasadas las 18.00". Las clases terminan no más tarde de las 15.00 h, pero el trabajo de preparación es, o puede ser, infinito. Lo es más cuando no existe un libro de texto a seguir, sino un currículum y unos objetivos a cumplir.

Mireia, no sólo trabaja de sol a sol de lunes a viernes, sino que también es maestra voluntaria en elEscuela Catalana Londres, una típica Saturday School como hay tantas en todo el Reino Unido, donde enseña catalán a hijos de la comunidad catalana, con un grupo de amigos. conviertan en personas.

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