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BarcelonaEn una jaula hay una rata y un ingenioso mecanismo que le proporciona comida cuando aprieta una palanca. La primera vez, la rata pulsa la palanca por casualidad, pero al ver el resultado lo vuelve a probar, y muy pronto está pulsando la palanca con gran frecuencia. Este es el paradigma de toda una teoría psicológica, el conductismo. La comida es un "refuerzo positivo" y aumenta la frecuencia de la conducta premiada; si el mecanismo deja de funcionar y la comida ya no sale, la rata aprieta la palanca con insistencia, hasta que se cansa y lo deja ir: es lo que se conoce como la "extinción de la conducta".

Esto no explica todas las complejas conductas de una rata enjaulada, y mucho menos de una rata en libertad, que hará muchas cosas, con o sin refuerzo, porque es su instinto, la conducta normal de su especie. Mucho menos de un ser humano, que tiene pensamientos, deseos, creencias, fantasías, convicciones...

Los padres de niños pequeños a menudo reciben consejos absurdos basados en una teoría conductista mal digerida: “Si lo atiendes cuando se despierta por la noche, estás reforzando su conducta y se despertará más a menudo”. "Si lo coges cuando llora, actúa como refuerzo positivo, y cada vez llorará más". No tiene importancia que la realidad desmienta la teoría: ¡coges al niño en brazos, y deja de llorar! Y entonces, si lo limpio cuando hace caca, ¿será un refuerzo y hará cada vez más caca? Si le doy un beso cuando tiene fiebre, ¿lo estoy recompensando y tendrá más fiebre? ¡Claro que no! ¡Es absurdo! Los cuatro ejemplos son absurdos. Incluso si aceptamos el análisis conductista, hay cosas que fallan. La rata pulsa la palanca si sale comida; no si sale un diamante o una bolita de oro, ni sigue pulsando la palanca si ya no tiene hambre. Solo puede ser un refuerzo positivo lo que la rata necesita en ese momento. Si estar en brazos o dormir con los padres es un refuerzo para el niño pequeño, esto significa que para él es importante, que lo necesita tanto como la rata necesita la comida. Y cuando lo deje de necesitar, dejará de llorar o llamarnos a media noche.

La conducta no se extinguirá porque "la hayamos dejado de reforzar", sino porque nuestro hijo ha crecido y ya no necesita nuestros brazos y nuestra compañía constante (pero todavía necesita nuestra compañía, nuestra atención, nuestra ayuda y nuestro cariño).

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