El consultorio

Niños y animales de compañía: ¿cuándo y cuáles?

Convivir con una mascota potencia la empatía, el sentido de la responsabilidad, la autonomía, la paciencia y la capacidad de observar y entender señales no verbales de los niños

Una niña con un perro.
25/07/2025
3 min

BarcelonaSegún datos del Archivo de Identificación de Animales de Compañía (AIAC) del Consejo de Colegios Veterinarios de Cataluña, en 2024 en nuestro país se registraron 1,3 millones de perros y 344.385 gatos. En Barcelona ya hay aproximadamente un perro por cada 10 habitantes, lo que significa que en muchos hogares, niños y animales de compañía conviven amigablemente. Ahora bien, ¿qué mascotas ya partir de qué edades de estas criaturas recomiendan los expertos a las familias incorporar a una en su casa? La psicóloga y profesional en intervención asistida con animales (IAA) Silvia Guillamón aconseja introducir animales en casa a partir de los 3-4 años, empezando por mascotas de fácil manejo como peces, hámsters o conejos. A partir de los 6-7 años, "si el niño muestra interés, empatía y capacidad de responsabilidad", matiza, se puede valorar la convivencia con perros o gatos. Asimismo, con niños que ya conviven con una mascota y han establecido un vínculo sano, se puede considerar incorporar otra, "siempre que se garantice el bienestar del primer animal y la capacidad familiar de atender a dos", subraya la también directora del Centro L'Arbre.

¿Qué rasgos de la personalidad de los niños pueden hacernos ver que es una buena idea?

"Los niños que muestran empatía, respeto por los seres vivos, capacidad de observación y deseo de cuidado pueden beneficiarse especialmente de convivir con una mascota", señala Guillamón. la interacción. "Es necesario, sin embargo, una supervisión adulta y garantizar que el animal también tenga un carácter adecuado y no se vea sobreexpuesto", puntualiza.

¿Es necesario que se les haga partícipes del compromiso y los cuidados que implica convivir con una mascota?

Para la psicóloga, es "esencial" que el niño participe activamente desde el primer momento. Antes de la llegada, apunta, se le puede implicar en la preparación del espacio, la búsqueda de información y la lista de responsabilidades. Una vez que el animal forma parte de la familia, afirma, el compromiso se mantiene a través de rutinas claras, adaptadas a la edad y supervisadas por el adulto.

¿Qué habilidades pueden verse favorecidas por esta tenencia?

Convivir con una mascota, dice Guillamón, potencia la empatía, el sentido de la responsabilidad, la autonomía, la paciencia y la capacidad de observar y entender señales no verbales. "En niños con dificultades de regulación o de interacción social, el contacto con el animal puede fomentar habilidades de comunicación, gestión emocional y cuidado mutuo de forma natural y motivadora", añade.

¿Hay estudios que ponen de manifiesto que el vínculo de los niños y los animales refuerza la autoestima y reduce el estrés de las criaturas.

"El animal no juzga, no exige y responde con cariño incondicional", subraya la profesional en IAA. Esta relación ofrece al niño una sensación de valía personal, lo que refuerza su autoestima. Además, indica, cuidar a un animal le hace sentir útil y competente, una experiencia, recalca Guillamón, "especialmente valiosa en niños con ansiedad, baja autoestima o historial de trauma, siempre que el animal esté entrenado para convivir con criaturas y se vele por su equilibrio emocional".

La última edición del estudio de la Fundación Affinity sobre el vínculo entre los animales y las personas ponía de manifiesto que el 50% de los niños asocian a su perro o gato con su "compañero de actividades y juego" y que 8 de cada 10 de entre 9 y 12 años prefieren jugar con sus animales de compañía antes que a los video.

En opinión de Guillamón, las mascotas pueden ser "grandes aliadas para estructurar rutinas activas y ofrecer alternativas atractivas al ocio digital": pasear al perro, preparar circuitos de agilidad, cuidar su higiene o enseñarle trucos... En niños con TDAH o TEA, añade, estas actividades también sostenida, y aportar bienestar físico y emocional".

¿Hay casos en los que no sería recomendable que el niño conviviera con una mascota?

Guillamón no recomienda a una mascota si hay fobias graves, falta de estructura familiar, entornos con violencia o negligencia, o si el niño muestra conductas agresivas hacia los animales. Tampoco si se proyecta en el animal una función terapéutica sin garantías profesionales. En el caso de la intervención asistida, "es imprescindible que el animal esté bien entrenado, tenga tiempo de descanso y su bienestar sea siempre respetado", subraya. Y es que el animal "no debe asumir roles que no le corresponden ni ser visto como una solución a problemas emocionales no abordados con acompañamiento terapéutico", concluye la psicóloga.

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