BarcelonaEl hijo de Anna Gual tenía cuatro años cuando tuvieron que operarlo de carnotes y amígdalas en el Hospital Universitari de Terrassa. Era el 3 de noviembre del 2023. Gual entró con el pequeño en brazos en el vestíbulo del quirófano. Allí, ambos presenciaron la sedación –por vía intranasal– de una niña que lloraba y, a continuación, se la llevaban hacia dentro. Uno, dos, tres, cuatro, cinco minutos. Era su turno. La medicación previa a la anestesia se suministra con el objetivo de rebajar la angustia a los pacientes en intervenciones pediátricas. Desgraciadamente, ya diferencia de aquella niña, al hijo de Gual la sedación no le dio el efecto deseado: "Estaba tan nervioso que siguió llorando". A continuación, dos enfermeras se lo llevaron: "Tuvieron que arrancarme de los brazos para llevarlo al quirófano; fue traumático", lamenta.
El trance no había terminado. El pequeño se despertó antes de lo previsto y "salió llorando del quirófano, gritando «mamá, mamá»". Sin embargo, aún tuvo que esperar unos minutos: "La cirujana me frenó con la mano y me dijo «antes, te cuento cómo ha ido la operación»".
Un mes antes, nada más saber que no podría acompañar a su hijo hasta la inducción anestésica, Gual interpuso una reclamación por escrito en el hospital y puso en marcha una campaña en Change.org que, a día de hoy, roza las 55.000 firmas. En la petición reivindicaba la necesidad de "acompañar a su hijo hasta que esté completamente dormido y ser, también, la primera persona que vea cuando despierte". Al mismo tiempo, reclamaba una revisión de los protocolos de todos los hospitales para que todas las familias tuvieran ese derecho.
Gual también interpuso una queja al Síndic de Greuges, responsable de garantizar los derechos de la infancia de acuerdo con las leyes y la Convención de los derechos del niño. En la reclamación argumentó, explica, que "los derechos de los niños no pueden variar en función de la zona donde viven y, por tanto, del hospital que te toca".
Pacientes vulnerables
Todos los hospitales permiten la entrada de los progenitores hasta quirófano para pacientes de colectivos infantiles que se consideran vulnerables. Son aquéllos que sufren autismo, demencia y alteraciones de la conducta, entre otros. Son los poseedores de la Tarjeta Cuídame. Para el resto de casos, el derecho al acompañamiento familiar hasta el quirófano y en la sala de reanimación depende de la dirección de cada hospital.
Accés d’acompanyants a cirurgia pediàtrica
El Hospital San Juan de Dios es el más veterano. Los padres empezaron a entrar acompañando a sus hijos a los quirófanos de cirugía mayor ambulatoria –en los que el paciente se va a casa el mismo día de la intervención– hasta la inducción anestésica en 2004 y, desde entonces, progresivamente, se ha ido extendiendo hasta permitirlo en todas las salas de operaciones. El Hospital del Mar anunció en junio del 2020 que había diseñado un nuevo circuito para permitir la presencia de uno de sus padres sin poner en riesgo la esterilidad de los quirófanos. El Hospital Taulí de Sabadell hace dos años que lo hace posible y el Hospital Germans Trias i Pujol lo permite desde noviembre del 2023. Hospital Josep Trueta de Girona, Arnau de Vilanova de Lleida, Juan XXIII de Tarragona o Virgen de la Cinta de Tortosa, los cinco gestionados por el Instituto Catalán de la Salud (ICS), así como el Hospital de Sant Pau. No permiten la entrada a quirófano de un familiar hasta el momento en que los niños cierran los ojos antes de ser operados pero sí permiten el acompañamiento en cuanto despiertan, en la sala de reanimación y la mayoría también hasta la sala donde premedican los niños. Sin embargo, el Trueta trabaja en la revisión del protocolo y fuentes de Sant Pau explican que este es un tema que "se tendrá en cuenta" en el marco de los diversos proyectos de mejora del bloque quirúrgico.
Juanjo Lázaro, jefe de anestesia de San Juan de Dios: "Nosotros no tratamos a niños sino a familias, porque la familia forma parte del tratamiento"
El Hospital Sant Joan de Déu fue el primero de Catalunya en dejar entrar a sus padres hasta el quirófano, ya en el 2004. Pero la fórmula no la inventaron. "Ya en 1996 el estadounidenseZeev N. Kainhizo un artículo científico en el que comparaba el estrés quirúrgico que sufría un niño con el estrés que pasó un soldado en la Guerra de Vietnam", explica Juanjo Lázaro, jefe de anestesia y del área quirúrgica del Hospital Sant Joan. De hecho, asegura que en los años noventa muchos hospitales británicos ya lo permitían, y que hacia 2003 la mitad de los hospitales estadounidenses también.
"Los que hoy tienen 50 o 60 años seguro que recuerdan cómo les arrancaron las amígdalas medio despiertos", lamenta Lázaro. En San Juan de Dios, sin embargo, intentan que los niños incluso se diviertan: "Niños llorando, rodeados de gente disfrazada con batas y mascarillas... Es terrorismo". El lema del hospital es: "Nosotros no tratamos a niños sino a familias, porque la familia forma parte del tratamiento".
Sin embargo, el acompañamiento depende de la sensibilidad de cada hospital y, además, debe hacer frente a la principal resistencia: "Los profesionales tienen mucho miedo al cambio, se ha hecho siempre así". Pero asegura que este modelo debe exportarse porque "es lo que necesitan las personas". "Aquí vemos a niños felices".
En revisión
En la Mutua de Terrassa y el Hospital Universitario de Terrassa –también dentro de los diez hospitales con mayor actividad– tampoco dejan entrar a uno de los progenitores hasta el quirófano por norma general. Sin embargo, ambos hospitales aseguran estar estudiando medidas de mejora. La Mutua de Terrassa está realizando un ensayo clínico para valorar el impacto de este acompañamiento en los niños. Según la coordinadora de cirugía pediátrica del servicio de pediatría del hospital, Sara Fuentes, cuando se complete "se implementará el protocolo de entrada para todos".
A raíz de la petición de Anna Gual, el Hospital Universitario de Terrassa organizó una reunión multidisciplinar con varios especialistas y algunas familias, fruto de la cual se comprometió a implementar un "plan de acciones de mejora a corto-medio plazo en los procesos de cirugía pediátrica". Las plasmaron en un comunicado que hicieron llegar a Gual. Uno de estos cambios ya se ha materializado: el centro permite ahora la entrada de un progenitor en la sala de reanimación.
"Cambios como estos son fruto del consenso de todos los profesionales que intervienen en el proceso y hay que contar con la infraestructura y los recursos para poder llevarlo a cabo", explica Dámaris Amoraga, coordinadora del bloque quirúrgico del Hospital Universitario de Terrassa. Ahora bien, en este centro, la posibilidad del acompañamiento paternal hasta la inducción anestésica no es todavía una realidad para todas las familias. Tampoco prevé realizar este cambio a corto plazo y, según Amoraga, se seguirá gestionando como se ha hecho hasta ahora: "El acompañamiento hasta la entrada de quirófano debe considerarse en función de cada caso; bien por la petición de los padres, bien porque el equipo lo considera oportuno y necesario". Eso sí, dentro del mismo plan de acción, el hospital acordó permitirlo en un futuro también "en aquellos casos en los que la premedicación intranasal no haya sido suficientemente efectiva".
Quejas recibidas en el Síndic de Greuges
Según ha podido saber el Criaturas, el Síndic de Greuges ha recibido en torno a seis quejas por esta cuestión desde 2021. Pero ya en el informe del Síndic de 2016 sobre los derechos del niño se recogía que "son varias las quejas que han llegado a la institución de padres y madres que expresan su malestar por su haber acompañado a no haber podido estar presentes". A raíz de estas reclamaciones, desde el departamento de Comunicación se señala que el Síndic ha trasladado varios escritos al director del Servicio Catalán de la Salud.
De acuerdo con una de las respuestas a las quejas, el Síndic de Greuges admite la vulneración de los derechos recogidos, entre otros, en la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos del niño, que "exige a los Estados Partes que se esfuercen" para asegurarse de los suyos. oja, sufrimiento o dolor" prevaleciendo este hecho "por delante de razones organizativas". La institución subraya la necesidad de garantizarlo en todos los centros sanitarios y por norma general: "Sólo con carácter excepcional, por razones de seguridad del paciente u otros motivos como puede ser la urgencia e imposibilidad material, puede verse limitado ese derecho".
En su misma respuesta, el Síndic insta a la familia afectada a cuestionar la negativa del hospital: "Os sugiero que revise la respuesta facilitada a la familia en relación con la posibilidad de acompañar a su hija en el proceso de inducción anestésica a fin de que se pueda garantizar".
En todos los centros con cirugía pediátrica debería ser obligatorio que los padres pudieran entrar ”
Bernardo NúñezVicepresidente de la Sociedad Catalana de PediatríaCuestión de voluntad
"En todos los hospitales con cirugía pediátrica debería ser obligatorio que los padres pudieran entrar", afirma el cirujano pediátrico y vicepresidente de la Sociedad Catalana de Pediatría (SCP), Bernardo Núñez, para quien el impedimento a la hora de unificar los protocolos hospitalarios proviene exclusivamente de "los propios profesionales del quirófano". Argumenta que para hacerlo posible sólo hace falta voluntad: "Incluso en las cesáreas están entrando los padres y eso es más intrusivo porque se están en el quirófano durante la operación".
Núñez asegura que, a día de hoy, "está demostrado y hay muchos artículos" que prueban los beneficios del acompañamiento hasta el quirófano. "Hemos intentado humanizar este proceso con coches eléctricos, pantallas y gafas de realidad virtual; pero lo mejor para los niños es estar junto a los padres, sin lugar a dudas", concluye.
De hecho, una tesis doctoral dirigida por el jefe de Anestesiología y Reanimación Pediátrica de La Paz, en Madrid, demostró ya en 2019 que la presencia de los padres en la inducción anestésica supone un claro aumento en la seguridad del paciente porque multiplica el porcentaje de inducciones perfectas por más de 7,5. La calidad de la inducción anestésica es un factor determinante ya que, de acuerdo con el estudio, la ansiedad puede comportar taquipnea y taquicardía durante la operación, así como estrés postraumático agudo y crónico posterior a la operación y un retraso en el alta hospitalaria del paciente.
Cambiar protocolos
Uno de los hospitales que recientemente ha modificado el protocolo para permitir el acompañamiento familiar hasta el quirófano en cirugías pediátricas es el Hospital de Olot. "Fueron seis meses de conversaciones, pero al final lo logramos", explica Núñez, que dirige el servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital Parc Taulí y también realiza operaciones en este y otros centros catalanes.
El hijo de Roser R. y Javier G. tenía dos años cuando supieron que debería pasar por el quirófano en el Hospital de Olot. Pero dos semanas antes de la intervención, prevista inicialmente para mayo del 2024, el anestesista les explicó que no podrían acompañar a su hijo hasta que se durmiera. "Eso nos removió mucho, sabíamos que lo pasaría fatal", explica Roser. Escribieron un correo a la atención al ciudadano: el acompañamiento, también para ellos, era esencial. Les respondieron que no sería posible, aunque se planteaban revisar el protocolo, les dijeron. Roser y Javier decidieron posponer la operación. Valoraron cambiar de centro. Pero el tiempo corría y la intervención era urgente. Por suerte, el pasado 2 de diciembre recibieron una llamada desde el hospital. Habían hecho un plan piloto y había ido bien. Les expresaron que sus palabras habían tenido que ver con él.
Mamá miraba a los ojos a su hijo hasta que les cerró: "Fue emocionante"
Así pues, el 15 de enero, Roser entró en el vestíbulo del quirófano con su hijo en brazos. "Con el midazolam -la premedicación- se quedó más relajado, pero estaba consciente y despierto". Pidió a su madre que lo llevara a hombros. También llevaba un oso de peluche en la mano. Entraron en la sala de operaciones. Le pusieron el Mic en la tele. "Todos eran muy amables, dentro del quirófano lo tuve a hombros hasta que le tumbé en la camilla". El anestesiólogo le puso la máscara para que se durmiera con el gas inhalatorio y le cantó una canción. Ella le miraba a los ojos hasta que los cerró. "Fue emocionante", recuerda. La operación fue sobre ruedas. "Esperamos pacientemente a las puertas de quirófano y, al terminar, nos recibió todo el equipo", explica Roser, que solo lamenta no haber podido estar en la sala de reanimación antes de que se despertara. Cuando lo reencontraron, el pequeño estaba medio despierto y enseguida quiso volver allá donde todo había empezado: en los brazos de su madre.