Marta Pedrico: "Me preocupa que sepan defenderse cuando están solos"
Consultora de marketing, periodista y madre de Pau y Marina, de 8 y 4 años. Publica 'Buenas noches, Paz' (editorial Babidi-bú), ilustrado por Anahí Echevarría. Es un cuento sobre las primeras veces, sobre aprender. Empieza cuando una madre le dice al hijo que no darán más pecho y que debe aprender a dormir de otra manera.


BarcelonaDormir, descansar, es importante para la salud. Marina es más tranquila y no hace falta insistir demasiado, pero a Pau siempre le faltan horas para hacer lo que quiere hacer. Por suerte, una vez se duerme, es raro que se despierte. La pequeña todavía nos llama casi todas las noches para que vayamos a hacerle compañía.
¿Qué ritual tiene?
— Desde pequeños, el momento de acostarse ha venido acompañado de la elección de los cuentos. Con Pau tuvimos que limitar la cantidad de cuentos. Con Marina, cuando dejé de hacer pecho, tuve que buscar nuevas formas de relajarla. Lo que más le gustaba era que me estirara y le hiciera caricias en la barriga y la espalda.
Y tú, ¿qué tal duermes?
— Un consejo que te dan cuando tienes al primer bebé es "aprovecha para dormir cuando él duerme, aunque sea de día". Es algo que cuesta hacer porque cuando el bebé duerme aprovechamos para hacer todo lo que no hemos tenido tiempo de hacer. Pero aprovechar estos ratos para dormir me ha ayudado a construir momentos de paz y tranquilidad. Las siestas con los pequeños durmiendo sobre mí son muy buenos recuerdos.
¿Cómo comienza el día?
— Las dos primeras horas del día son las que nos manejan más de bólido y nos generan situaciones más estresantes. Cuando los dejo en la escuela, a menudo siento que he logrado llegar a la primera meta del día. Es un momento del día en que me genera contradicciones. Por un lado, me desespera que no entiendan el concepto de paso del tiempo. Por otro, me da mucha ternura y cierta admiración su capacidad de priorizar sus ritmos y sus juegos.
¿Y qué haces para no perder los nervios?
— Cuanto más nerviosa me ponga yo, más nerviosos se ponen ellos y más se envuelve la madeja. Así que cuando me pongo nerviosa y suelto los primeros gritos, intento respirar y hacer un ejercicio de contención para recuperar la calma y relativizar la situación. A menudo, también me ayuda llevarlos al terreno del juego, aunque debo vigilar que no se escape de las manos y quieran alargar el juego un poco demasiado.
¿Qué están aprendiendo ahora mismo tus hijos?
— Su principal aprendizaje es el de hacerse mayores. Pablo debe aprender a elegir y saber qué le gusta, y eso no siempre es fácil. Decidir si una extraescolar le sigue gustando o si la hace por inercia. También las relaciones con sus compañeros van cambiando, se hacen más complejas, y debe aprender a gestionarlas. Y también está aprendiendo que el bien y el mal son conceptos con muchos matices. Marina tiene el reto de perder la timidez y mostrar al mundo la simpatía y la alegría que ya nos regala en casa.
¿Qué aprendizajes futuros te preocupan?
— La educación sexual y afectiva. El conocimiento del propio cuerpo y el respeto hacia los demás. El consumo de pornografía y prevención de abusos. También me preocupa que sepan relacionarse de forma sana con los compañeros, sin ejercer abusos y sin tolerarlos. En definitiva, me preocupa que sepan defenderse cuando están solos, que puedan distinguir entre lo que está bien y lo que no, y sepan reaccionar frente a una situación adversa. También me preocupa saber educarlos en un buen uso de los móviles y el mundo digital.
¿Qué debería funcionar mejor en casa?
— Les cuesta mucho ordenar, pero a nosotros, los padres, también nos cuesta. Somos de ir haciendo, saltamos de una cosa a otra y no recogemos antes de iniciar la siguiente actividad. Y cuando llega la hora de ir a dormir todavía tenemos las hojas, las pinturas, las prendas de construcción, la ropa del día y lo que puedas imaginar por donde no toca.
Cuéntame un recuerdo.
— Fuimos a pasar un fin de semana al Pallars, a visitar a unos amigos y una prima. Tuvimos poco espacio para nosotros cuatro y decidimos ir a andar. Pau sólo quería volver a casa y Marina quería seguir la excursión. Parecía la situación acabaría con alguien bien disgustado.
Mala pieza en el telar.
— De repente, Marina dijo que se hundía en el barro. Aquella noche había llovido y los zapatos iban acumulando barro. Parecía que el barro no nos gustaba nada pero pronto pasaron de estar enfadados en jugar a ver quién llevaba más barro pegado a la suela. Lo que parecía una mañana sentenciada fue un rato muy divertido. Eso sí, terminamos sucios.