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¿Dónde están los hombres en la educación infantil?

Una profesora en una guardería
07/04/2025
3 min
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TaradilloEstos días en la escuela donde trabajo hemos contado con la compañía de un grupo de estudiantes del grado de educación infantil, entre ellos un chico. La poca presencia de chicos, sean estudiantes o maestros, en la educación infantil me ha llevado a reflexionar sobre las razones de la feminización del colectivo de maestros que nos ocupamos de los niños de 0 a 6 años.

Es cierto que socialmente existen trabajos más masculinizados y otros más feminizados, ya menudo estas diferencias tienen que ver con el poder económico, el estereotipo de género y con el prestigio social, y en este caso también con las expectativas sociales sobre la función de cada profesión. Además es sabido que las condiciones salariales hoy todavía presentan muchas diferencias injustificadas: los hombres siguen cobrando más que las mujeres por realizar los mismos trabajos.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que el ámbito educativo es un ámbito laboral muy equitativo, donde los hombres y las mujeres cobramos exactamente lo mismo y donde el acceso al ejercicio del oficio no está condicionado en principio por el tema de género.

Sin embargo, el colectivo que educa a los niños más pequeños es un ámbito muy feminizado. Según datos de la Generalitat del pasado diciembre, la especialidad de educación infantil es prácticamente femenina en su totalidad (97,7%), y la de educación primaria lo es en un 83,2%. El 87,3% de los maestros de inglés de primaria son mujeres, así como el 82,3% de los docentes de inglés de secundaria o el 89,5% de los especialistas de aula de acogida o el 93,3% de pedagogía terapéutica. Sin embargo, algunas especialidades menos feminizadas son educación física (42,4%), matemáticas (52%) o tecnología (43,9%).

¿Cómo explicar las causas de esta feminización?

Sin entrar demasiado en detalles históricos debemos saber que lo que hoy conocemos como escuela puede considerarse que nace a mediados del siglo XVIII. En ese momento las mujeres se incorporan a la educación de los niños, pero con este esquema:

- Los maestros varones ejercen la autoridad.

- Las maestras mujeres realizan una función de cuidado.

Esta misma separación con los años ha hecho que la atención educativa de los niños más pequeños sea más bien de cuidado, y la de los niños, niñas y jóvenes sea la de la instrucción con un componente de disciplina, esfuerzo, autoridad. Es en estos momentos que existe la consolidación de la separación y de la feminización en la educación de los niños más pequeños, y la masculinización en la de las edades mayores.

Además de estas razones históricas también las hay sociales. Ha habido socialmente la idea consolidada de que la maternidad, y por tanto la mujer, predispone a poder realizar mejor tareas de cuidado, y la educación infantil ha estado durante muchos decenios relacionada con la asistencialidad. Desde mi punto de vista, aquí se mezclan dos prejuicios. El primero, y, por tanto, el que hay que denunciar con mayor fuerza, la poca importancia que se da a la infancia en general. Cuidarse de los niños no está ni considerado socialmente porque la infancia no ocupa un espacio políticamente privilegiado. En consecuencia, y ahora hablamos del segundo prejuicio, se da poca relevancia social en el oficio de maestro, que como hemos visto está muy feminizado.

Por todo esto creo que la defensa de la figura masculina como educador en la educación infantil representa otro buen argumento para defender la igualdad de género entre hombres y mujeres en cualquier ámbito de trabajo. Es necesario que haya más mujeres maestras en los ámbitos tecnológicos de la misma manera que deben haber más hombres en los grados de educación infantil. Estamos hablando de la misma lucha que se hace cuando se ponen en marcha campañas para conseguir que haya más mujeres en el cuerpo de Bomberos. Si nuestros niños durante su escolaridad no se encuentran con hombres maestros, no tendrán referentes para imaginar que quizás un día ellos también podrían ser maestros de niños pequeños. Debemos encontrar la mejor manera para revertir esta dinámica.

Mientras tanto hay que saber que la historia de la educación de los niños más pequeños se ha escrito por mujeres, algunas conocidas como la maestra Rosa Sensat, y otras muchas menos conocidas pero igualmente comprometidas con la infancia y el respeto de sus derechos. ¿Lo sabremos leer los hombres?

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