

1. En el momento de la historia que el periodismo tenía más plataformas que nunca para lucirse, ha renunciado a hacer bien su trabajo. No todo el mundo, ya se entiende. Pero sí que muy masivamente se ha dejado de informar a la ciudadanía según la ley de interés decreciente. Era la fórmula más efectiva para que el lector, con el mínimo tiempo, supiera lo máximo posible sobre un hecho. Así es como nos lo enseñaron en las facultades de periodismo desde el tiempo de Tobias Peucer, autor de la primera tesis doctoral sobre el tema, De relationibus novellis, en 1690. Desde siempre, el primer párrafo de la noticia debía contener lo esencial de la información. Entre el titular y el lead debían responderse las 6 W inglesas, que equivaldrían al quién, el qué, el dónde, el cuándo, el cómo y el por qué. Con un solo destello, el lector ya se hacía el cargo. Luego venía el detalle, el relleno, la información adicional para dar contexto.
2. En el momento en que la prensa dejó de explicar los hechos cronológicamente, los lectores tardaban menos en saber quién había ganado una guerra o un partido de fútbol. Ya no era necesario esperar a leer la crónica entera de los 90 minutos para saber el resultado. La técnica de redacción de la pirámide invertida reorganizó la noticia y estructuró la información para hacernos la vida más fácil. El periodismo priorizaba lo que había que saber de forma inmediata. Pues bien, de repente, arrastrados por una digitalización desbocada, estamos asistiendo al funeral de la pirámide invertida. Hoy un puñado de cabeceras digitales ya no titulan para que entiendas la información a la primera sino que, a la inversa, hacen adivinanzas para que muerdas el anzuelo y entres a intentar saber la respuesta.
3. "¿A qué diputado de Junts le ha dicho «rata» Gabriel Rufián?" Y picas, y clicas, y debes tragarte un montón de información irrelevante, de contexto o de paja, sobre el Congreso de los Diputados y sobre la propuesta de ley para desalojar ocupas en 48 horas para llegar a saber lo que se podía saber con un titular: Rufián tacha de rata a Josep Maria Cruset. ¿Calía, la adivinanza, para morder el anzuelo? Otro ejemplo: "El Barça ya sabe al rival de los cuartos de final". Y antes de que lo sepas tú, la noticia te cuenta que el sorteo se hizo en Nyon, te dice quien hizo de mano inocente, nos hace memoria de la trayectoria brillante del Barça en la primera fase de la Champions, nos recuerda también el doble partido de octavos ante el Benfica y, entonces, nos desvela que al Barça le había tocado un equipo. Por último, cuando ya no podemos más, nos desvela el nombre del Dortmund. Gracias, pero se puede ir a la mierda.
4. De nuevo, como en los tiempos pasados, muchos medios esconden lo más importante de la noticia hasta el final de todo. Es una estrategia que premia al redactor que esconde el huevo durante más rato. Los diarios digitales –los nuevos, los que carecen de escrúpulos; pero también muchas cabeceras tradicionales– buscan que cada lector esté el máximo tiempo posible dentro de una noticia. Éste es el objetivo. Informar ya no es la prioridad. Ahora, en el masivo mundo de los pescaclics, lo que cuenta es que el mayor número de gente entre a mirar ese contenido y que esté tanto tiempo como sea posible. Cuanto más minutos va pasando el dedo hacia abajo en la pantalla, mejor porque entre párrafo y párrafo te pueden colocar un anuncio. Ésta es la idea. Ésta es la clave del negocio de los muchos medios de hoy que, en vez de hacer bien las cosas, deciden renunciar al periodismo. Pero tanta noticia trampa, tanta lectura estéril hasta la desesperación es, también, el atajo hacia la estupidización social. Éste es el camino más corto hacia la banalización de nuestro mundo y una invitación, segura, a una pérdida progresiva del espíritu crítico.