Obituario

Lluís Prenafeta, del poder en la pesadilla

Lluís Prenafeta en el parlamento.
22/04/2025
3 min

BarcelonaLa memoria es cruel con detalles. Aunque sean mayores. Desde 1980 Jordi Pujol encadenó victorias electorales durante veintitrés años. No todos aquellos años fueron iguales. Como suele ocurrir en los políticos de larga duración, los primeros siempre son los más productivos. La primera década del president Pujol fue la de las grandes consecuciones, la que definió y articuló la Generalitat que ahora conocemos. Entonces Pujol colgaba poco y hacía mucho. Desde la nada. Y justo en esos momentos de amanecer a su lado había un hombre que le escarbaría la ruta durante una década, Lluís Prenafeta. Un hombre poco o muy olvidado, porque la memoria es áspera.

Secretario de la Presidencia desde 1980 hasta 1990, fue una de las piezas clave en los primeros gobiernos de Jordi Pujol. La pieza clave. Contaba él que cuando entraron el primer día en el Palau de la Generalitat –tras convencer a Josep Tarradellas, "que no quería irse ni con raspador"– Pujol le comentó lacónicamente: "Lluís, la Generalitat somos tú y yo". Tomó conciencia esa misma noche. Al día siguiente Prenafeta empezó a moverse para crearlo todo. A la sombra –alargada– del presidente. Momentos estelares de la pequeña humanidad que es Cataluña.

Lluís Prenafeta esquivó a todas las aristas para disolver sin tomar demasiado daño el caso Banca Catalana, organizó los viajes más comprometidos del presidente, articuló la creación de TV3 y Catalunya Ràdio y vivió los primeros estragos internos de unos gobiernos donde más se sentía de palo, porque entonces Pujo. Esto explicaba el ex secretario de la Presidencia en el libro La sombra del poder. Y no hace falta decir que la sombra era él. Obstinado, decidido, resolutivo, burlón, manifasser, hábil… Prenafeta se ganó algunas adhesiones –pocas– y algunas oposiciones –muchas–. Miquel Roca y Josep Antoni Duran i Lleida podrían llenar un libro de anécdotas. De ciertas coincidencias y grandes discrepancias.

¿Una anécdota entre mil? Lo contaba recientemente Josep Cuní. Sin decir su nombre explícitamente, Cuní comentaba en una entrevista que un día llamó a un colaborador de la emisora ​​para reprocharle que hubiera pedido un aumento de sueldo a alguien que no era él, y que le había llegado la petición, pues, de rebote y "desde arriba". El colaborador era Ramon Barnils; el "de arriba", Lluís Prenafeta. Combinaciones que ahora pueden sorprender. La sombra no se ahorraba fintas ni complicidades.

Vuelto al sol, Lluís Prenafeta intentó hacer las Rusias –quiso conseguir una concesión de petróleo con la intercesión de Boris Yeltsin y fracasó–, trató de hacer frente a todo el mundo con El Observador y no salió adelante, creó una madriguera de liberalismo y catalanismo –la Fundació Catalunya Oberta– y acertó.

La pesadilla

Sin embargo, un mal día, sombras y luces se cortaron de repente. Y llegó la pesadilla. El 27 de octubre de 2009, cuando todo le iba bien y todas le empezaban a poner, Baltasar Garzón ordenó que le detuvieran, acusado en una supuesta trama de corrupción que el magistrado denominó Pretoria. La lectura de las hojas que integran la instrucción del caso explicita hasta qué punto Garzón podía ser arbitrario e injusto. No importa. La justicia española ha ido desgranando después de todo tipo de actuaciones que entonces nadie podía reprochar sin ser considerado un corrupto más. Lluís Prenafeta transigió ante el fiscal para evitar una sentencia final que le devolviera a prisión. Salió, después de mes y medio, devastado. Lo explica, de forma amarga, en el libro La pesadilla. Cuando la realidad supera a la ficción. Nunca se rehizo del todo.

Hace pocos meses, el exsecretario escribió unas líneas para un homenaje que recibió Jordi Pujol. El texto acababa así: "Presidente Pujol, he sido y soy legado devoto de Josep Pla, que me dio a conocer las raíces del país. Contigo las amé. Fue Pla quien quiso titular el volumen trigésimo noveno de su obra completa El viaje termina. Nuestro viaje, presidente, se está terminando. Ha sido un honor compartir una parte determinante contigo".

El viaje ha terminado. Prenafeta ha dejado escritas unas páginas –siempre entre líneas– de construcción, de cariño al país, de trabajo para recuperar el poder perdido. No el de Pujol. El de Catalunya. a rival o como enemigo, Lluís Prenafeta era un pequeño gigante. Ahora que la política ha disminuido tanto, vale la pena salvar el olvido y recuperar una parte de la memoria que nos ha hecho como son.

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