El periodismo, al revés
La muerte del pontífice es uno de esos acontecimientos que movilizan a la prensa mundial. Las inercias periodísticas se mantienen intactas respecto a los anteriores decesos papales. El lunes eran evidentes las urgencias de los distintos medios de comunicación para hacer llegar al Vaticano sus enviados especiales. Ofrecer la imagen de los periodistas en el lugar de los hechos, frente a la basílica de San Pedro, se convierte en una suerte de garantía informativa. En su momento, ésta era la manera de obtener información de rigor y contrastada. Ubicarse cerca de la fuente oficial y de su círculo más inmediato. Pero, con los años, las tecnologías han transformado radicalmente la forma de hacer circular la información. Los corresponsales y enviados especiales ya no son los que tienen acceso más rápido a los datos más relevantes. Lo veíamos el lunes, en la especial de la tarde de La 1. Marta Carazo, presentadora del Telediario, y Sagrario Ruiz de Apodaca, enviada especial a Roma, estaban en el Vaticano. Pero para explicar las últimas informaciones sobre las últimas voluntades del papa Francisco sobre su funeral y entierro debían leerlas del teléfono móvil ante los espectadores. Inmediatamente después de despedir la conexión, desde el plató, la periodista Alejandra Herranz ofrecía a la audiencia el comunicado de la causa de la muerte del pontífice: el motivo que había provocado el deceso se informaba desde Madrid.
En Antena 3, en el programa de Sonsoles Ónega ocurría lo mismo. Mientras el veterano corresponsal Antonio Pelayo cuestionaba la hora real de la muerte de Francisco y relataba anécdotas vinculadas con anteriores pontífices, la presentadora, desde Madrid, le interrumpió para informarle a él de los actos que estaban previstos en el Vaticano: desde la oración colectiva en la plaza hasta los actos. Minutos más tarde, cuando el propio corresponsal especulaba sobre los procedimientos post mortem que se llevarían a cabo con el cuerpo del Papa y los rituales que solían aplicarse al cadáver, Sonsoles tuvo que volver a interrumpirle para decirle que ya había comunicado oficial sobre la causa de la muerte. El corresponsal celebraba que se hubiera dado la información.
El periodismo funciona al revés que antes. Acaba siendo más fácil acceder a las fuentes y noticias de última hora desde kilómetros de distancia que desde el lugar de los hechos, donde el entorno obliga a los periodistas a estar pendientes de otros aspectos. La presencialidad permite ofrecer crónicas de ambiente interesantes, realizar entrevistas, observar el entorno con mirada analítica y explicar detalles que sólo se captan gracias al testimonio directo. Los reporteros siguen siendo figuras esenciales, pero quizás hay que huir de la postal hierática frente a un edificio para recitar las noticias que tiene todo el mundo a miles de kilómetros y pensar cómo estar en el lugar de los hechos marca las diferencias y permite una mirada más personal y exclusiva.