Los antivacunas americanos preparan su gran asalto

El secretario de Salud americano, Robert F. Kennedy, ha hecho unas declaraciones inquietantes, referentes al aumento importante de los diagnósticos de autismo en el país: "Es una epidemia y las epidemias no son causadas por los genes. Necesitas una toxina ambiental. En septiembre sabremos qué ha causado la epidemia de autismo" y seremos capaces. Teniendo en cuenta el historial del personaje, que alimenta desde hace décadas teorías acientíficas diversas, todo apunta a que el gran descubrimiento prometido en septiembre comportará una criminalización de las vacunas.
El vínculo entre autismo y vacunas nace de un artículo publicado en 1998 por Andreu Wakefield y doce de sus colegas en la revistaThe Lancet. Aunque la muestra era pequeña, no había controles y las conclusiones resultaban especulativas, recibió suficiente publicidad para bajar las ratios de vacunación. En cuanto fue contestado por otros estudios, diez de los doce autores suplementarios se retractaron de las conclusiones anunciadas originariamente. Y la revista admitió que el artículo no revelaba el conflicto de intereses que la lastaba (el autor había recibido dinero de abogados que litigaban de acuerdo con esta presunta relación) hasta que, finalmente, renegó del todo en el 2010.British Medical Journalpublicó una investigación exhaustiva en la que trataba el caso directamente de fraude para enriquecerse. Todo el ruido que ata autismo y vacunas emana de este único artículo, que ya ha sido refutadísimo. Sin embargo, su eco letal todavía resuena. Y ahora RFK puede tener la tentación de volver a cimentar ese vínculo absurdo, contrario a la ciencia. Una ciencia que no es secta ni ideología, sino tan sólo —pero no es poco— el mejor método que tenemos para aproximarnos a la verdad física de las cosas.