La actividad que realizan en muchas escuelas de Silicon Valley
Coser, bordar o centrar la atención, prepara para escribir y para sumar y restar

BanyolesEn un mundo cada vez más digital, acelerado y pobre de experiencias sensoriales, actividades como coser, bordar o media son más necesarias que nunca. Pueden parecer antiguas, pero numerosos estudios confirman sus beneficios en el desarrollo cognitivo y emocional de los niños.
El cerebro y la destreza manual
Coser, tejer o bordar son mucho más que actividades creativas. Manipular hilos y agujas, coordinar manos y mirada y seguir patrones impacta directamente en el desarrollo neurológico. La neurociencia ha demostrado que la motricidad fina está estrechamente ligada a las funciones ejecutivas del cerebro, como planificar, organizar y resolver problemas. Coser un botón afina la precisión manual, entrena la paciencia, concentración y pensamiento lógico. Estas habilidades preparan para la escritura y operaciones matemáticas básicas. Seguir un patrón de bordado o punto contribuye a estructurar el pensamiento, al igual que resolver una ecuación o escribir una frase correcta. Según estudios en psicología y neurociencia, hacer media puede inducir un estado de calma similar a la meditación. El ritmo repetitivo de las manos y la concentración necesaria ayudan a reducir la ansiedad y mejoran la atención.
Un regreso al aquí y ahora
A diferencia de otras actividades más abstractas, coser o promediar genera un resultado tangible con un principio y un final claros. Esta experiencia es muy satisfactoria, ya que permite ver el fruto del esfuerzo en una pieza hecha por sí mismos.
Ni son actividades de niñas, ni están anticuadas
Aún hoy, estas actividades se vinculan a la feminidad y con frecuencia se consideran anticuadas. Le sorprenderá saber que en muchas escuelas de Silicon Valley, todos los niños —niñas y niños— aprenden a hacer media, bordar y follar lana. ¿Por qué? Porque cada vez es más evidente su valor pedagógico y emocional.
Una necesidad en el desarrollo del juego
Cuando los niños superan la primera infancia (hacia los 7 años), necesitan sentirse capaces y útiles. Estas actividades responden a ese deseo de crear y reparar, a la vez que refuerzan su autoestima y autonomía. Saber coser un botón o hacer un pequeño arreglo en la ropa no sólo es útil, sino que les da seguridad y confianza en sus propias habilidades.
Conclusión
Si le cuesta concentrarse, si tiene dificultades con la escritura o, simplemente, necesita un espacio seguro de autorregulación donde encontrar su ritmo, familias y escuelas disponemos de este recurso que, si encaja con su forma de ser, se convertirán en una experiencia enriquecedora y satisfactoria. Son una vivencia de juego, un aprendizaje y una conexión con el mundo que nos envuelve. ¿Ponemos manos a la obra?