Abusos sexuales

"El abuso también se puede hacer desde la seducción"

Hablan las protagonistas del documental sobre el caso del Aula de Teatre de Lleida que se estrena en el Festival de San Sebastián

Barcelona / San Sebastián"Lo mejor que me llevo es el círculo". Quien lo dice es Sònia, que este jueves verá su rostro en la pantalla gigante del gran Teatro Victoria Eugenia del Festival de San Sebastián, donde se proyectará El techo amarillo, el documental de Isabel Coixet hecho a partir de una investigación periodística del ARA. El círculo son ellas. El símbolo de la amistad. Se conocieron denunciando los abusos sexuales que sufrieron cuando eran adolescentes en el Aula de Teatre de Lleida. Y poco a poco fueron dibujando el círculo.

Durante las últimas semanas los nervios han vuelto. Todo se les remueve. Los sentimientos se mezclan. Inquietud, vértigo, miedo, respeto, incluso alguna pesadilla, pero a la vez orgullo del camino "bonito y reparador" que han hecho. El grupo les ha permitido llegar hasta aquí. "Nos hemos sanado entre nosotras", resume Goretti. Han pasado de hacer una denuncia anónima a dar su nombre en el reportaje del diario y, finalmente, a mostrar la cara a todo el mundo en el documental. "Ahora hay una Marta más valiente, que no se esconde. Antes estábamos en la clandestinidad y ahora, en cambio, explico muy orgullosa el viaje que hemos hecho, presumo de mis compañeras", explica Marta. "Cada una tiene una manera diferente de vivir este trauma. El miedo de una se soluciona con el atrevimiento de la otra. Ha sido una pequeña carrera de relevos: donde no llega una, llega la otra", añade Míriam. El círculo las protegía, sumando personas de fuera, como el colectivo Dones a Escena, para cuidarlas cuando más lo necesitaban.

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"Soy actriz: me había imaginado muchas veces en San Sebastián presentando una película y, de repente, me abriré en canal a hablar de mi vida", dice Aida. En el documental explican su propia historia. La historia de un grupo de chicas que al cabo de unos años de haber hecho teatro en una escuela municipal se dan cuenta de que su referente, el director y profesor del aula, ha abusado de ellas. Cuando lo denuncian, el caso ya ha prescrito. "Fue el peor momento, la revictimización: publicamos un comunicado y Lleida no lo recibió como esperábamos. Querían nombres, pedían morbo", lamenta Goretti, a la que da más respeto el pase del documental en su ciudad que el de San Sebastián: "Será en casa, entonces lo verá la gente que nos quiere, nuestra familia, que todavía no lo ha visto".

El perdón institucional

El recibimiento del documental crea incertidumbre porque durante estos años las han cuestionado. "¿Incluso un documental, queréis hacer?", "A ver qué hacen, que se lo están pasando demasiado bien", son algunos de los comentarios que tuvieron que oír. La víctima que llora. La víctima que no puede reír. Coixet, desde el principio, evitó esta mirada. El documental rehúye "el cliché" de víctima. Va más allá y esto hizo que aceptaran la propuesta de la cineasta catalana. "Esto es muy cíclico, pero nos cogió fuertes y ella fue honesta. Nos dejó claro que explicaríamos hasta donde quisiéramos", recuerda Violeta. "Fui víctima en un momento dado y no pasa nada, lo puedes aceptar, decirlo y reconstruirte", argumenta Sònia. Otras, como Míriam, en cambio, nunca se han sentido víctimas. Sea como sea, han pasado de encontrarse para hablar solo de lo que pasó en el aula –"Hemos llorado cincuenta mil veces todas juntas hablando del tema y esto nos ha permitido llegar aquí", declaraba Cristina antes de publicar el reportaje en el ARA– a ser un grupo de amigas que comparten intimidades, ríen y disfrutan de la vida como cualquier otra. A la propia Aula o al Ayuntamiento de Lleida ya no les piden nada para ellas. "A mí me duele, pero el perdón ya no lo necesito. Sí lo necesitan nuestras familias", puntualiza Aida.

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En San Sebastián volverán a ver el documental. La primera vez fue en un pequeño estudio de Gràcia, en Barcelona, donde reconectaron de lleno con su adolescencia. "No sabíamos que había un archivo documental tan grande. Vernos con 15 años, tan vulnerables, tan pequeñas, fue muy duro", dice Violeta. "Tenía a Goretti al lado, me abrazaba y me cogía, de repente llorábamos, gritábamos, nos acariciábamos. Fue una auténtica montaña rusa", añade Aida. Un primer visionado para prepararlas para el que será el estreno en San Sebastián, la puerta abierta para que todo el mundo conozca su historia.

El techo amarillo no será un punto final. Será el final de una etapa y el inicio de otra. Todas lo comparten. "Toda la vida viviré vinculada a implicarme en temas de abusos", "El documental tiene que servir para que muchas chicas y también chicos puedan identificar que el abuso también se puede hacer desde la seducción", "Estaré siempre abierta a las personas que necesiten hablar de esto, sentirse escuchadas", "Nosotras no podemos hacer nada más, pero estamos aquí para todas las chicas que quieran denunciar, las acompañaremos en lo que haga falta", explican. Por eso, dos de ellas harán formación sobre esta problemática en escuelas y entre todas quieren crear una asociación que trabaje en este sentido. El Nou Cercle. Los círculos no tienen final.