Pensamiento

"Si los africanos queremos venir a Europa es sólo porque a lo largo del último medio milenio se nos ha dicho que es un sitio maravilloso"

La escritora y cineasta Tsitsi Dangarembga se instala en Barcelona para impulsar una residencia en el CCCB

Tsitsi Dangarembga, escritora y cineasta zimbabuense.
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BarcelonaLa trayectoria profesional y vital de la escritora y cineasta Tsisi Dangarembga (Mutoko, Zimbabue, 1959) se caracteriza por la convicción y la persistencia. "Después de 40 años luchando, ahora veo dónde mis inicios me dirigían y me doy cuenta de que todo empezó con mi cuerpo", dice el artista, que está en Catalunya para ocupar la residencia del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Dangarembga es una de las voces africanas más reconocidas en la literatura y el cine. Debutó en 1989 con Negue permanente (La Aguja Dorada), la primera parte de una trilogía que sigue con El libro del no (La Aguja Dorada) y termina con Este mounable body, que fue finalista del premio Booker y que no está traducido al catalán. La activista fue la primera mujer zimbabuense en dirigir un largometraje, Everybody's child (1996), y desde entonces se ha dedicado a romper con muchas barreras en su país.

Su gran motor de lucha ha sido y sigue siendo la visibilización de las minorías. Dangarembga creció durante la guerra civil de Zimbabue. "En ese contexto me confronté con la falta de representación de gente como yo. Podía leer obras de mujeres con menos melanina que yo en la piel, hombres con más o menos melanina que yo, pero no sobre mujeres con mi melanina", explica el activista. Durante muchos años tuvo el manuscrito de Negue permanente en un cajón porque "la narrativa oficial era sólo valorar la lucha armada y afianzar la posición de la gente que había subido al poder", hasta que una amiga ruandesa le animó a presentar el libro en el sello británico Women Press. El editor, un hombre sudafricano, había huido del apartheid y "había tenido una experiencia similar, gracias a la cual entendió perfectamente el libro".

Entonces Dangarembga ya había desistido en su carrera como escritora y había empezado a estudiar cine en Berlín, pero la publicación del libro le animó a seguir cultivando ambas artes a la vez. En Berlín se dio cuenta de que "el cine se había utilizado como una herramienta etnográfica" y que "las personas con más melanina sólo se utilizaban como espectáculo". Por eso se ha volcado todos estos años en abrir rendijas y conseguir la representación de "las personas con cromosomas XX y más melanina" en el cine y en la literatura. En Barcelona, ​​su labor tomará forma de un ciclo de cine africano con la proyección de obras de las cineastas Akuol de Mabior y Milisuthando Bongela que tendrán lugar el 24 y 26 de febrero y el 4 y 5 de abril. En paralelo, participará en seminarios, encuentros y conferencias para compartir su trabajo y pensamiento.

El mito de la independencia

Con cuatro décadas de lucha y creación a sus espaldas, Dangarembga sigue apuntando incansable a las costuras del momento presente. "Desde el siglo XV, Europa ha extraído valor de África y nos lo ha pasado por la cara. Si los africanos queremos venir a Europa es sólo porque a lo largo del último medio milenio se nos ha dicho que era un lugar maravilloso. Crecer sobre este mito sólo nos ha traído inestabilidad, y ahora esta narrativa ya empieza a ser insostenible." El auge de la extrema derecha no le sorprende —"el norte global ha estado presidiendo este tipo de gobiernos en África durante medio siglo, no es de extrañar que ahora esto vuelva a Europa"— e insiste en que la independencia de los países africanos "es un mito", porque económicamente dependen del norte "y cuando alguien dice que se recortarán".

Ante todo, Dangarembga pone el foco en las nuevas generaciones y en el concepto de dividendo joven, que "se está haciendo muy popular entre los círculos de poder" y que "el norte global utiliza para continuar con el orden colonial". La activista explica que, desde el norte, la juventud africana "no se concibe como individuos con sus propios derechos, sino como unidades de producción" y lamenta que se estén haciendo inversiones "con el objetivo de que los beneficios acaben devolviendo al norte".

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