Álvaro Siza: "Si un edificio intenta ponerse por encima de la ciudad o el paisaje, será un fracaso"
El arquitecto portugués, premio FAD 2024, ha dejado huella en Catalunya con el Centro Meteorológico Territorial de Barcelona y el Teatro Auditorio de Llinars del Vallès
BarcelonaEl portugués Álvaro Siza (Matosinhos, 1933) es uno de los grandes arquitectos de los siglos XX y XXI. Fue el primer ganador del premio Mies van der Rohe en 1988, por la sede del banco Borges & Irmão en Vila do Conde, un ejemplo temprano fruto de una visión muy personal de la arquitectura moderna. Cuatro años más tarde recibió el Pritzker, el Nobel de los arquitectos, cuyo jurado dijo que su arquitectura es "una alegría para los sentidos" que "eleva el espíritu" y que "enriquece el vocabulario de la arquitectura mundial".
Entonces Siza ya había diseñado el Centro Meteorológico Territorial de Barcelona. Y su impronta en Cataluña y en el Estado iría creciendo a lo largo de los años con obras como el Centro Galego de Arte Contemporánea de Santiago de Compostela (1988-1993), el Parque Deportivo Llobregat de Cornellà (2006), la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Lleida (2003-2007), el paraninfo de la Universidad del País Vasco en Bilbao (2010) y el Teatro Auditorio de Llinars del Vallès (2014).
Por su obra y la influencia que ha tenido en los arquitectos catalanes y españoles, Siza ha sido el primer arquitecto no nacido en el Estado en recibir el Premio Nacional de arquitectura (2019). "Me sentí agradecido y honrado", afirma Álvaro Siza. Y este año ha recibido un premio FAD extraordinario a la trayectoria profesional, con motivo del cual ha respondido a las preguntas del ARA por correo electrónico. "Me siguen estimulando las razones de un encargo y comprender los requisitos del proyecto, el lugar donde se introduce y las relaciones con lo que ya existe, aparte del posible entusiasmo del propietario", explica el arquitecto, que sigue encontrando en el dibujo "una herramienta insustituible".
El descubrimiento de Antoni Gaudí
Sin embargo, a la hora de elegir una profesión, Siza pensó hacerse escultor. "Pero a la familia no le gustaba, así que decidí matricularme en arquitectura, una profesión algo más respetada, con la idea de pasar después a escultura en la misma escuela". En la predilección por la escultura estaba el impacto que le había producido el descubrimiento de la arquitectura de Antoni Gaudí. "En el viaje habitual de vacaciones en familia a España, creo que en 1949, mi padre eligió Catalunya. En la información previa que siempre nos daba, ese año había un libro ilustrado de Gaudí. Enseguida me impresionó: «Eso es escultura», pensé. Esas esculturas estaban hechas con elementos parecidos a los de nuestra casa de Matosinhos: suelos, zócalos, revestimientos, molduras entre la pared y el techo, puertas y sus manitas, mosaicos y baldosas. Pero todo esto cantaba en un coro ambiental que no existía en nuestra casa", explica Siza.
Efectivamente, algunos de los edificios de Siza tienen una vertiente escultórica, pero él la enmarca entre los "medios" con los que responde a los retos que le plantea un encargo. Sea como fuere, considera que es "un error" que a veces le hayan puesto la etiqueta de arquitecto estrella, y cuestiona la de arquitectura icónica "El lucimiento de la arquitectura depende de su particular actuación en la ciudad y en el paisaje. Esto debe tenerse en cuenta. Si un edificio intenta ponerse por encima de la ciudad o el paisaje, será un fracaso", advierte. Por eso, no encuentra, como se ha dicho a veces, que el Centro Meteorológico Territorial de Barcelona sea un edificio insólito. "No creo que sea un edificio insólito. Responde a una situación especial: tiene un pequeño tamaño, está cerca de una torre de muchos pisos, y forma parte del perfil de la ciudad visto desde el mar y de los extremos del muelle del Port Olímpic –explica–. Para mantenerse como uno de los elementos de ese perfil, consideré necesaria una forma compacta, en un edificio que desde el principio estaba condenado a un cambio de programa casi inevitable cuando terminaran los Juegos Olímpicos. Era necesaria una distribución flexible de los espacios y su iluminación, a fin de mantener una presencia sostenible en el perfil mencionado".
La arquitectura como un servicio social
Para Álvaro Siza, el papel social de los arquitectos cambió "a partir del siglo XX o algo antes". "El objetivo del Movimiento Moderno era conseguir calidad para todos. Este es nuestro servicio. Ya no es suficiente con el trabajo para el rey o el Papa", afirma. Aun así, cree que ahora la confianza hacia los arquitectos es "quizás más evidente, pero también menos extendida, independientemente de la capacidad efectiva del autor contactado". A menudo ha dicho que algunos de sus mejores proyectos quedaron en el cajón, y entre ellos el que recuperaría sería un nuevo centro de visitantes en la Alhambra, que fue rechazado por la Junta de Andalucía, entre el estupor del sector, porque lo consideraba invasivo.
Siza ha dedicado una parte significativa de su trayectoria a la vivienda social, sobre todo a partir de la Revolución de los Claveles de 1974 en Portugal, tras la que trabajó para el programa del Servicio de Apoio Ambulatório Local (SSAL). De ese momento recuerda el barrio de São Vitor de Oporto. Era un proyecto muy ambicioso en un terreno con una fuerte pendiente y con vivienda muy degradada: preveía 615 viviendas para 630 familias, pero solo se intervino en uno de los dos sectores en los que se dividió la zona, donde se recuperaron cuatro viviendas y se construyeron 12 nuevos, como ha recogido el arquitecto e investigador Aitor Varea Oro. "Fue destruido casi totalmente y casi de inmediato", lamenta Siza, quien también recuerda otro conjunto posterior, el Schilderwijk, en La Haya, que sí permanece "habitado y en perfecto estado".