El CCCB se adentra en el lado oscuro del estilo de vida estadounidense
La exposición 'Subúrbia' sigue la historia cultural de los barrios residenciales en Estados Unidos
BarcelonaAl periodista Philipp Engel (Barcelona, 1970) siempre le había intrigado por qué los estadounidenses vivían "en esas casas unifamiliares con césped, piscina, garaje y dos coches". Suburbia, la muestra de que Engel comisaría al CCCB –y que se puede visitar hasta el 10 de septiembre–, responde al interrogante con un impresionante despliegue de obras y reflexiones que analizan los orígenes y la expansión del suburbio estadounidense y las sus implicaciones políticas, económicas, culturales y sociales. A través del lenguaje expositivo, Suburbia sigue la historia del urbanismo norteamericano y su expansión; es decir, de la misma materia con la que está hecho el sueño americano, que ha acabado siendo un estilo de vida no exclusivo de Estados Unidos.
"El suburbio es un fenómeno que interpela a todo el mundo como espacio mental y como imaginario de ficciones cinematográficas o televisivas", subraya Jordi Costa, jefe de exposiciones del CCCB. Conocemos su lado más luminoso a través de la publicidad, las sitcom o las pinturas de Norman Rockwell, que, sin embargo, está presente en Suburbia a través de una obra (New kids in the neighborhood, de 1967) que insinúa su lado oscuro dibujando la llegada de los primeros niños afroamericanos a un barrio residencial blanco. Más explícito es el reportaje fotográfico que retrata cómo en 1952 los vecinos del suburbio californiano de Southwood decidieron por mayoría (178 a 28) la expulsión a una familia de origen chino porque "devaluaba el valor de su propiedad".
Suburbios novecentistas
La muestra comienza recordando el origen de los suburbios cuando, a principios del siglo XIX, las élites estadounidenses huyen de la industrialización de las ciudades en busca de zonas menos pobladas, sin contaminación ni delincuencia. Y el arte pone en breve los ojos en este nuevo fenómeno, ya sea a través de una pintura de John William Hill (Vista de Nueva York desde Brooklyn Heights, de 1863) o en el poema de Walt Whitman Crossing Brooklyn ferry, que lleva a Engel a sugerir que "la poesía americana nace al tiempo que sus suburbios".
El ferrocarril es el motor de esta primera ola suburbial (luego lo serían los coches y las autopistas) que desemboca en el boom posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando el sueño de los soldados para formar una familia toma la forma de una casa en los suburbios. El comisario de la muestra señala que esa distribución de la población no fue azarosa. "El suburbio lo crea la burguesía, pero se desarrolló gracias a un intervencionismo claro del gobierno federal en contraposición al modelo socialista. Como decía Franklin Delano Roosevelt en 1942, «un país de propietarios con una participación real en su propia tierra es inconquerible »".
El malestar suburbial
Siguiendo el hilo dela exposición, la explosión de los suburbios y su idealización desemboca en la pesadilla residencial. Suburbia explora la frustración de las mujeres de los suburbios –aquel "problema sin nombre" que describió Betty Friedan en La mística de la feminidad– y el malestar existencial retratado por John Cheever en el cuento El nadador a través de una inteligente mezcla de objetos, imágenes y materiales audiovisuales que nos sumergen en la cultura suburbial. Un ejemplo son las impresionantes fotografías de Gregory Crewdson, que son casi producciones de Hollywood: las protagonizan actores como Philip Seymour Hoffman, Tilda Swinton o Julianne Moore. Más modestos, pero igual de elocuentes son los retratos del fotógrafo Bill Owens, autor del emblemático libro Suburbia, de 1972. La muestra incluye muchos otros trabajos de artistas como Blanca Munt, que en Alerta Mirasol trabaja con imágenes de un chat vecinal creado para alertar de robos en el barrio santcugatense.
La muestra ofrece muchas paradas estimulantes: las escenas domésticas de amantes de las armas fotografiados por Gabriele Galimberti, una instalación de la crítica de arquitectura Kate Wagner sobre mansiones de poca monta, los retratos de Ed Templeton del suburbio skater y hipster de Huntington Beach, las idílicas estampas de los años 50 distorsionadas por Weronika Gesicka o la pieza audiovisual que cierra la muestra, creada expresamente por Elías León Siminiani, que utiliza la inteligencia artificial. Pero lo más inquietante es el apartado que pone el fenómeno suburbial en relación a Catalunya, desde el ideal novecentista de la casa con jardín a la importación del modelo estadounidense en tres oleadas: las segundas residencias de los años 60, el boom de casas adosadas de los años 80 y la consolidación actual de un urbanismo residencial con un impacto ambiental cada vez mayor: resulta paradójico, apunta el geógrafo y asesor de Suburbia Francesc Muñoz, que el fenómeno suburbial "comenzara como una crítica a la ciudad industrial y actualmente sea mucho más insostenible que las grandes ciudades".