200 años de la National Gallery, la casa de los tesoros
Las celebraciones de la pinacoteca de Londres llegarán al cenit con una antológica de Van Gogh en septiembre
LondresFiesta de cumpleaños en Trafalgar Square. La National Gallery llega a los 200 años de historia este viernes y, para celebrarlo, la famosa pinacoteca de Londres ofrece durante el fin de semana, entre lienzos y óleos, un par de recitales de poesía a cargo del poeta Ben Okri y conciertos de música, con la participación del pianista Jools Holland, la violinista y compositora Anna Phoebe –que evocará paisajes sonoros inspirados en algunas de las telas de la colección– y las cantantes Ruby Turner y Louise Marshall, acompañadas del corazón London Contemporary Voices.
La propuesta musical evoca las sesiones de mediodía que la también pianista Myra Hess empezó a realizar en octubre de 1939, en la sala 38, para levantar la moral de la población durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces prácticamente la totalidad de las obras del museo ya se habían evacuado a lugares seguros del País de Gales y del condado de Gloucester, al oeste de la capital. En esta ocasión, las obras de Canaletto acompañarán a las diferentes interpretaciones.
Además, este viernes y también el sábado, por la noche, sobre la fachada del edificio, se proyectará un espectáculo de luces con el que se mostrarán pinturas emblemáticas de las más de 2.600 piezas de la colección, y con el que se pretende desarrollar la historia de la institución. Más allá de la contemplación de los cuadros, los conciertos y los recitales, la National Gallery intenta también implicar al máximo al público londinense mediante la puesta en marcha de todo tipo de talleres: entre otros, uno de fotografía de retratos inspirados en el Renacimiento y la posibilidad de colaborar en la elaboración del creativo pastel de cumpleaños, hecho de papel e ideado por el artista Lucie MacGregor.
A menudo se acusa a Londres de macrocefalia y de centralismo en relación con el resto del Reino Unido, tanto económica como política y culturalmente. Y, por ponerle distancia, al menos en este último ámbito, este mismo viernes doce de las pinturas más icónicas de la galería inician un recorrido por otros museos de las islas para que la población pueda disfrutarlo. Uno tour que igualmente se acompaña de una profundización de las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen para poner al alcance no sólo de los británicos, sino de todo el mundo, el fondo de la National Gallery.
El director de la National Gallery, Gabriele Finaldi, afirma que con esta serie de iniciativas confía en atraer a gente que ya conoce el museo, pero también a aquellos que “todavía no lo han descubierto”. El pasado año la National Gallery recibió 3,09 millones de visitantes en la sede de Londres. Y sumó otros 1,2 millones entre las distintas exposiciones que, bajo el patrocinio o con fondos del museo, se realizaron en todo el mundo. En el año del 200 aniversario la expectativa de la dirección es crecer aún más.
Y la gran apuesta de la temporada para conseguirlo es la presentación de una exposición de las consideradas blockbuster, con Van Gogh como reclamo, que se inaugurará el 14 de septiembre y que permanecerá abierta hasta el 19 de enero del 2025. La excusa, si es necesario, es que la National Gallery compró hace cien años La silla de Van Gogh y Los girasoles, de 1888.
Junto a estas joyas, que el visitante cotidiano de la galería puede ver siempre gratis, la exposición Van Gogh: Poetes and Lovers –la primera que le dedicará la National Gallery– también presentará, entre otros, cuadros tan cautivadores como Cielo estrellado sobre el Ródano (1888) o Casa amarilla, del mismo año. Ésta será la segunda gran exposición sobre el pintor que se podrá ver en Londres en cinco años. En 2019 la Tate Britain de Pimlico presentó Van Gogh y Gran Bretaña, una exploración de las raíces londinenses del postimpresionista, que pasó tres años en la ciudad, de 1873 a 1876, y que fue un habitual visitante de la pinacoteca.
La Cámara de los Comunes toma el relevo
En el momento en el que se fundó la National Gallery, otros países europeos ya tenían galerías de arte públicas muy relevantes. El Louvre se había fundado en 1793; el Museo del Prado, en 1819, o aún antes la Galería de los Uffizi, de Florencia, en 1581. Como evoca Gabriele Finaldi –que había sido director adjunto de conservación e investigación del Prado de 2002 a 2015–, que Londres no tuviera una institución equivalente implicaba que "el orgullo nacional estaba en juego". Y cuando se da el paso de fundarla, se tenía muy presente "también la ambición de crear una entidad que aportara beneficio público".
Es en este contexto cuando, en 1824, la Cámara de los Comunes compra 38 cuadros del empresario John Julius Angerstein, que permanecían expuestos en su casa de Pall Mall –una de las más avenidas más nobles de Londres–. Entre otras telas, estaba el Retrato del Papa Julio II (1551), de Rafael, arquetipo fundacional de la representación del poder; La violación de las sabinas (1639), de Rubens, o Puerto con el embarque de la reina de Saba (1648), de Claudio de Lorena, una obra que tuvo una enorme influencia en la Inglaterra del XVIII, que no sólo afectó a la pintura y al coleccionismo, sino a la manera de ver el paisaje real del país.
Aunque la fundación formal fue en 1824, no fue hasta 1838 cuando la National Gallery abrió la sede de Trafalgar Square, en el edificio neoclásico de William Wilkins, ampliado en 1991 con la construcción de la Sainsbury Wing , y que ahora se está remodelando para integrarla aún más en la construcción original. Los parlamentos victorianos financiaron la expansión de un fondo creciente. Y, si bien cuenta con alrededor de 2.600 cuadros, la colección sigue siendo menor que la de otros museos europeos. Sin embargo, recorrer las salas de la National Gallery permite disfrutar de una impresionante colección de la pintura de la Europa occidental del siglo XIII al XX: obras maestras como El matrimonio Arnolfini (1434), de Jan van Eyck; El bautismo de Cristo (1437-1445), de Piero della Francesca; Venus y Marte (1485), de Botticelli; La Virgen de las rocas (1491-1506), de Leonardo da Vinci; El entierro de Cristo (1500-1501), de Miguel Ángel; Los embajadores (1533), de Hans Holbein el Joven; Autorretrato como santa Catalina de Alejandría (1615-1617), de Artemisia Gentileschi, y Venus de espejo (1647-1651), de Velázquez, entre otros. Todo ello en una isla de privilegio y sugerencias en el centro de Londres.