Arte

Un museo rompedor sin estilos ni cronologías donde Deméter se encuentra con Dalí

El Museo del Empordà de Figueres inaugura su colección permanente con una museografía renovada que rompe con la forma tradicional de exponer las obras

El Museo del Empordà de Figueres presenta una nueva museografía después de 4 años de reformas.
31/05/2025
4 min

HiguerasEl Museo del Empordà, situado al pie de la rambla de Figueres, acaba de reabrir sus puertas después de cuatro años de obras que han cambiado totalmente su imagen. En esta nueva etapa, el museo presenta las piezas de su colección permanente con una idea rompedora: ya no se muestran de la manera tradicional, agrupadas por criterios de orden cronológico, autoría, estilos o géneros, sino que la nueva museografía propone un viaje artístico realmente sorprendente y apasionante, poniendo en una misma sala obras diversas con más de 4.500 años. Como el cuadro San Narciso (1962), de Salvador Dalí, expuesto junto con el San Atilano (1690), de Vicente Berdusán, en un espacio donde también hay una posible Deméter griega de Empúries del siglo III o IV aC, un pantocrátor surrealista (1929) de Joan Massanet y un toro de bronce (1975) de Emília Xargay.

Otros nombres relevantes de la colección son Antoni Tàpies, Olga Sacharoff, Roser Bru, Tura Sanglas, Pere Noguera o Denys Blacker, que, mezclados con piezas únicas del Maestro de Cabestany o pinturas medievales y barrocas, invitan al público a recorrer la historia del arte con la mente bien abierta.

El nuevo discurso museístico se articula en torno al díptico conceptual Personas y lugares: en la primera planta, personas va delante, y en la segunda, detrás, lo que pone de manifiesto el matiz filosófico entre ambos conceptos, que conforman el mundo a partes iguales, y que no pueden entenderse por separado. El cambio radical del museo responde a la voluntad expresa del director, Eduard Bech Vila, de abrir este equipamiento público con ochenta años de historia a la ciudadanía, alejándose de la torre de marfil de la academia y acercándose a las inquietudes cotidianas de la gente de a pie. Para ello, ha ejecutado la reforma tras un proceso participativo y un amplísimo estudio de campo que ha recogido las impresiones de más de 500 personas, desde vecinos y visitantes de la ciudad hasta artistas y expertos en la curadoría de arte.

La sala Venerar con el 'San Narciso' de Salvador Dalí y otras piezas de estilos y épocas diversas.

Atención a la diversidad cultural y de género

"Con este nuevo museo queríamos conseguir un vínculo más fuerte con nuestras audiencias, con la ciudad y con la gente que nos visita, y por eso es necesario hablar de las cosas que preocupan a la sociedad. Después de muchas encuestas y jornadas de trabajo, vimos que al público le interesan temas como la diversidad cultural, de género, la preservación del territorio, la emergencia, etc. personas y puestos, que básicamente son el mundo", explica Eduard Bech Vila. La voluntad de implicar a la ciudadanía en la toma de decisiones del museo es perfectamente coherente con las señas del mandato de Bech Vila, que durante estos años ha trabajado para incorporar la perspectiva de género y la mirada LGBTI en los cánones tradicionales de la historia en el arte, La política de la exposición permanente actual, el 20% de las obras son de mujeres artistas.

A partir de la matriz Personas y lugares, el museo encargó la elaboración de la museografía en Pere Parramon, actual subdelegado del gobierno español y doctor en historia del arte, ya Cristina Masanés, escritora y comisaria de exposiciones, responsables de aterrizar los resultados de las encuestas en las paredes del museo. En ese proceso decidieron articular el recorrido del visitante a partir de verbos en infinitivo, acompañados de textos muy poéticos que generan más preguntas que respuestas. Son acciones y gestos universales como caminar, amar, desear, intercambiar, esventar, ser o encontrarse, que hacen de hilo conductor entre todas las obras, seleccionadas por ambos curadores, con una coherencia de fondo que, sin ser explícita, genera muchas conexiones y reinterpretaciones, al estilo de las constelaciones de Walter Benjamin o de los atlas icnográficos de Aby Warburg.

La sala Encontrarse del Museo del Empordà, con obras de Joan Ponç y Lluís Masriera.

Calvarios, vírgenes, indigentes y carros de la compra

Cada sala es un descubrimiento que rompe los esquemas del visitante. Se producen encuentros sorprendentes, como la sala Persistir, con una pintura deart noveau de Lluís Masriera de una mujer tumbada, junto a una vanitas cubista de Evarist Vallès, un traje de seda negra en la esquina y un paisaje lúgubre de Joan Ponç. O aún más arriesgados son los espacios de Encontrarse, con una fotografía de Luis Obispo de un círculo de carros de supermercado junto a Calvario, de Ramon Tusquets; o la entrada al primer piso, con una virgen tardorrománica y una imagen de un indigente hecha por Jordi Mitjà que hablan, sutilmente, de las contradicciones de la forma de vida humana.

La entrada del piso 'Personas y lugares', con una virgen medieval y una fotografía de Jordi Mitjà.

"En las encuestas del museo, no parecía que la gente pidiera específicamente arte, sino preguntas sobre quiénes somos y el lugar en el que vivimos, ya partir de ahí hemos tratado de construir un relato con unos ámbitos totalmente alejados de la academia como son estas acciones, que nos convocan a todos, tanto física como metafóricamente", explica Cristina Masanés. La comisaria también destaca que, al mezclar a conciencia el poder sobre todo "Los museos de arte deben asumir un tema que la universidad y la escuela cada vez explican menos, como es la noción de temporalidad, de conciencia del tiempo histórico". Esto no significa hacer cronologías, ya que, la idea de mezclar piezas contemporáneas con piezas arqueológicas, de pintura medieval o moderna, que hacemos nosotros es una forma de decir a la gente que las inquietudes que tenemos hoy ya las tenían los prehistóricos", concluye Masanés.

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