Salvador Dalí: un guía turístico de Barcelona visionario y escandaloso
Una exposición en el Museu Diocesà recuerda los lazos del artista con lugares como el zoo, la Monumental y el Parc Güell
Barcelona"En Barcelona comerás el mejor pescado del Mediterráneo. A esto se añade el verdadero arte de preparar platos, que no dudo en calificar de filosóficos y homéricos". En la revista Vogue del 15 de mayo de 1950, la gastronomía catalana quedó por las nubes. La receta estrella que aparecía citada era el "pescado a la marinesca", para la que hacía falta "un loco para encender el fuego, un avaro para echar agua y un derrochador para echar el aceite". Y en cuanto a los restaurantes, Parellada y Windsor eran los dos "más europeos", y el Ast de Montjuïc era imprescindible para comer al aire libre. Sin embargo, el autor de estas propuestas hizo un gesto de humildad, y reconoció que había un guía excelente, y recomendó la compra de la Guía de la Costa Brava, de Josep Pla, "uno de los mejores escritores catalanes".
¿Pero quién era el autor de estas líneas? Fue, nada menos que Salvador Dalí, como puede verse a partir de este jueves en la exposición del Museo Diocesano de Barcelona La Barcelona de Dalí. Un itinerario fotográfico, comisionada por el historiador del arte y experto daliniano Ricard Mas. "Dalí fue el principal difusor y propagandista de Barcelona, Modernismo, Gaudí y catalán desde finales de los años treinta hasta el final de su vida en lugares tan importantes como París", explica Ricard Mas. Asimismo, Dalí tenía raíces barcelonesas por parte de madre y sus primeros pasos profesionales los dio en la capital catalana, en espacios como la Sala Dalmau y la Sala Parés.
Pero todo ello no ha hecho olvidar que, por su complicidad con el franquismo, el Ayuntamiento de Barcelona no ha puesto su nombre a una calle o plaza. "Barcelona ha sido muy injusta con Dalí, y todavía lo es –lamenta Mas–. A Dalí le dieron la Medalla de Oro cuando estaba a punto de morirse, y le pusieron sobre el cadáver, no llegaron a tiempo ". Sea como fuere, Dalí siempre será Dalí, y hacerle un encargo podía ser una aventura arriesgada. Esto les quedó grabado a los miembros del Círculo de Joyeros que le encargaron unas fotos promocionales en 1974. Dalí colocó dos modelos en una bañera de una habitación del Hotel Ritz, su campo base cuando venía a la ciudad , y las cubrió con algunas de las joyas valoradas con 250 millones de pesetas que los joyeros llevaron al hotel. ¡Pero la creatividad de Dalí era desbordante, y no las adornó sólo con collares, brazaletes y pendientes, sino con un montón de caracoles vivos!
Del Ateneo a la Sagrada Familia
La exposición incluye unas 120 fotografías, de numerosos reporteros locales como Postius, Sáenz Guerrero, Carlos Pérez de Rozas, Brangulí, Sans Condeminas, Catalán Roca y González Albiach, y dibujos originales del propio Dalí y de Federico García Lorca, y también manuscritos, carteles, revistas y libros de instituciones públicas y privadas como la Biblioteca de Catalunya, la Fundación JV Foix y los herederos de Isidor Beà, el escenógrafo que colaboró con Dalí durante cerca de treinta años en tareas como pintarle los fondos de los cuadros. Todos estos materiales, presentados con una trama y unos marcos evocadores del Pla Cerdà y las manzanas del Eixample, obra del artista Jesús Galdón, recuerdan la relación que Dalí tuvo con muchos lugares y entidades emblemáticos de Barcelona, como el Ateneo, el zoo, donde se retrató con un entonces pequeño Copito de Nieve, y restaurantes como el Via Veneto y Los Caracoles. En el terreno deportivo, Dalí visitó la Masía del Barça en 1974 e hizo campaña para salvar al Sant Andreu.
En el mundo de las artes, Dalí iba a Los Tarantos a escuchar flamenco, ya los toros en la Monumental. Quiso terminar la Sagrada Família con obras de arte contemporáneo, y anunció el proyecto de un ballet con trajes de Paco Rabanne en el Parc Güell con una de sus performances más sonadas. Y entre las acciones más radicales del artista ampurdanés se encuentra la inauguración del Salón Llongueras en 1962, cuando intentó romper el cristal de la puerta a martillazos. Entre todos estos materiales, algunos de ellos inéditos, hay curiosidades como un retrato de Dalí y Subirachs; Dalí regaló a Subirachs una roca con la que Subirachs hizo la escultura Cabo de Cruces (1968).
Barcelona se convirtió en uno de los escenarios dalinianos por excelencia cuando Dalí regresó al Estado después de la Guerra Civil. Corría el año 1948, y Dalí volvió encaramado por su triunfo en Estados Unidos. "Dalí venía muy regularmente por las fiestas de la Mercè, y todos los periodistas cuando no sabían qué hacer tenían pagado algún portero del hotel Ritz [el actual Palace] para que les avisara si venía algún famoso, y con Dalí podían llenar la página", concluye Mas.