Arte

Suzanne Valadon, de mujer objeto a la consagración artística

Una gran exposición en el MNAC con más de un centenar de obras revela la fuerza del artista y su vínculo con Cataluña

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'El cuarto azul', de Suzanne Valadon

BarcelonaA la artista francesa Suzanne Valadon (1865-1938) la calificaron de "terrible", cuando fue una mujer fuerte que triunfó en el entorno artístico altamente competitivo del Montmartre de las primeras décadas del siglo XX, como puede comprobarse en la gran exposición que le dedica el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) desde este jueves hasta el 1 de septiembre. Valadon acalló a todos aquellos que la veían como una intrusa: empezó como modelo de artistas como Pierre Puvis de Chavannes, Henri de Toulouse-Lautrec, de quien fue pareja, y Pierre-Auguste Renoir. Pero pronto empezó a dibujar ya continuación aprendió a pintar de forma absolutamente autodidacta. Valadon logró consagrarse en vida, hasta el punto de ganar dinero suficiente para comprarse un castillo. Y cuando murió en 1938, a su funeral asistieron grandes artistas como Pablo Picasso y Georges Braque.

'La acróbata o la rueda', de Suzanne Valadon.
'Catherine', o 'Nu tumbado sobre una piel de pantera', de Suzanne Valadon.

Al no tener una formación académica, el estilo de Valadon es muy genuino, y se mantuvo fiel a él a pesar de la aparición de las vanguardias y la abstracción. "Se la puede etiquetar como una especie de posfauvista, pero ninguna ismo le hace justicia, porque Valadon bebió de muchas fuentes distintas, de muchos estilos y muchos artistas, como Gauguin y Matisse. Pero, aun así, reconoces sus códigos pictóricos, ves que es un Valadon", afirma Eduard Vallès, jefa de las colecciones del MNAC y comisario de la muestra junto al comisario independiente Phillip Dennis Cate. "A veces utiliza los colores de una forma algo aleatoria y pone toques de verde en los rostros. Lo que más le caracteriza son los colores intensos, es una virtuosa del color. Y también el perfilado de los cuerpos en negro, muy japonizante", explica Vallès.

Un 'Adam y Eva' autocensurado

El mundo artístico del París de ese tiempo debió de ser una jungla. Toulouse-Lautrec rebautizó a Valadon, que se llamaba Marie-Clementine, como Suzanne, haciendo referencia al tema clásico de Susanna y una retahíla de viejos que le asedian con la mirada. Aun así, ella pintó un desnudo masculino en una escena de Adán y Eva protagonizada por ella misma rejuvenecida y su compañero André Utter, también pintor. Como puede verse en una fotografía expuesta junto al cuadro, Valadon tuvo que taparle los genitales a él con una hoja de parra para poder exponer el cuadro en el Salón de los Independientes de 1920.

Entre las obras expuestas n' hay una que refleja con especial fuerza el carácter de Valadon: se trata de un autorretrato que se hizo desnuda cuando ya tenía más de sesenta años. Sin disimular las arrugas ni los senos caídos, mira de hito a hito al espectador, con una mirada incisiva y al mismo tiempo seductora. Esa misma naturalidad se encuentra en los nudos femeninos expuestos, que fueron uno de sus géneros favoritos. Todavía hoy parecen muy modernos: en vez de un arquetipo, Valadon juega con las figuras femeninas en unas composiciones apretadas de telas estampadas, muebles y alfombras, como si estos personajes le dieran la oportunidad de experimentar con las composiciones y los colores. A lo largo del recorrido es inevitable pensar en la huella que Valadon pudo tener en una artista posterior como la estadounidense Alice Neel, a quien el Museo Guggenheim de Bilbao dedicó una gran exposición en 2021.

'Autoretrato ante el espejo', de Suzanne Valadon.

Valadon no tuvo una vida fácil. Fue hija de madre soltera. Se establecieron en Montmartre cuando tenía cinco años. Un accidente le hizo abandonar la carrera como trapecista en el circo de Montmartre. Empezó a hacer de modelo a quince años, pudiendo haber ejercido la prostitución. Así que para poner de relieve todo lo que consiguió, la exposición se titula Suzanne Valadon. Una epopeya moderna. "Fue un caso extraordinario de emancipación artística, porque en el contexto del siglo XIX no era nada habitual que una modelo se hiciera artista. Y ella tiene el añadido de que era de clase social baja, mientras que muchos artistas, como hombres o mujeres, eran de familias adineradas", dice Vallès.

Antes de Barcelona, ​​la exposición se pudo ver en el Centro Pompidou de Metz y en el Museo de Bellas Artes de Nantes. Pero en el MNAC la muestra, que tiene un coste de 600.000 euros y tiene el patrocinio de Pronovias, se transforma para explicar el vínculo de Valadon con algunos de los artistas catalanes más importantes de ese momento que viajaron a París, que entonces era la Meca del arte, como Miquel Utrillo, con quien Valadon tuvo una relación y que le dio el apellido a su hijo, y Santiago Rusiñol, que la retrató con el título de La risueña. También de Rusiñol está la pintura En campaña, protagonizada por Utrillo vestido con el uniforme de militar de Erik Satie; y la propia Valadon evoca su relación con Utrillo y el momento en que ella le pide que reconozca a su hijo Maurice, que acabaría siendo más famosa que ella, a pesar de su alcoholismo y su carácter problemático. Tras su muerte, a menudo Valadon fue recordada como la madre del pintor Maurice Utrillo más que por su propia obra.

'En campaña', de Santiago Rusiñol

Unos inicios clandestinos

El hecho de que el MNAC realice esta exposición no ha pasado desapercibido y, aunque pudo verse en el Centro Pompidou de Metz, el Centro Georges Pompidou de París le dedicará otra exposición en enero. En el MNAC la forman unas 109 obras, cerca de la mitad de las cuales son de Valadon, entre dibujos, grabados y pinturas. También hay una treintena de obras de la colección del museo, entre las que La risueña y En campaña, la conocida Pleno air de Ramon Casas y un retrato que Joaquim Sunyer hizo al crítico Gustave Coquiot que el coleccionista Juan Ybarra ha regalado en el museo. Además de las obras de pintores catalanes hay otros grandes artistas como Toulouse-Lautrec, de los que se puede ver un retrato de Valadon; Edgar Degas, que fue su primer valedor, y Henri Matisse. "Valadon empezó a dibujar de forma secreta, y Toulouse-Lautrec y el escultor Albert Bartholomé se dan cuenta de que tiene talento y le recomiendan que vaya a ver a Degas, que era una leyenda en vida. Degas le dice que continúe, y se le lleva a su taller y enseña a Valadon a grabar, por lo que empieza a pintar más tarde. A Degas le gustan tanto sus obras que se convierte en coleccionista de sus grabados", dice Vallès. Ella respondió, y cuando Degas se cayó en la miseria, ella le pagó un pequeño apartamento. Además de Degas, también fueron importantes en la trayectoria de Valadon galeristas como Berthe Weill y Ambroise Vollard, y algunos de los retratos expuestos son fruto de encargos de particulares.

'La Riallera', de Santiago Rusiñol

El recorrido de la exposición está dividido en distintos ámbitos dedicados al contexto de la época ya temas como la recuperación de la propia imagen y el desnudo. Otro evoca un episodio más de la vida de Suzanne Valadon, su relación con el músico Erik Satie. Solo estuvieron juntos durante seis meses. Fue ella quien rompió y él quedó tan afectado que a continuación compuso las Vejaciones, y no volvió a tener ninguna otra relación. Y el final es antológico: por si alguien todavía cuestiona la potencia de Valadon, la odalisca rotunda, fumadora y lectora empedernida de El cuarto azul disipa cualquier duda.

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