Un viaje extraordinario e inmersivo al centro de Julio Verne

BarcelonaDesde la Luna con un cohete en el ojo de Méliès hasta los dibujos de La vuelta al mundo de Willy Fog, la cultura popular está llena de referencias a los Viajes extraordinarios de Julio Verne (1828-1905), que forman parte ya de la memoria colectiva. El escritor francés no sólo ha acercado a lo largo de los años millones de jóvenes a los libros, sino que también ha inspirado a cientos de otros autores, directores de teatro, artistas y cineastas, desde Segundo de Chomón hasta Joan Fontcuberta. Pero es que sus famosas novelas, unas historias de ciencia ficción llenas de viajes nunca realizados y de inventos tecnológicos futuristas en aquella época, en realidad fueron visionarias e instigaron la búsqueda de grandes científicos y viajeros, desde Jacques Cousteau hasta Yuri Gagarin. Ahora son los artistas digitales del IDEAL Barcelona quienes se han dejado fascinar por el universo Verne y han plasmado su legado literario en una nueva exposición inmersiva y de realidad virtual: Julio Verne 200 se acaba de estrenar en Barcelona ya partir de 2025 hará un recorrido mundial para acabar en París en 2028, con motivo del bicentenario del nacimiento del escritor.

El recorrido es una especie de aventura extraordinaria del siglo XXI. Es un viaje que ni siquiera Julio Verne y su imaginación desbordante podrían haber pensado a finales del siglo XIX: el metaverso. Para los amantes de Verne, se trata de la primera vez que podrán andar junto al submarino Nautilus o directamente pisar la Luna, como si el proyectil Columbiad de la novela De la Tierra a la Luna (1865) hubiera logrado llegar cien años antes de lo que lo hizo el hombre. El viaje al IDEAL vale entre 9,50 y 18,50 euros. Para los jóvenes que no conocen sus historias, la exposición es una puerta de entrada a la vida y obra de Verne, y también una invitación a leerlo, porque repasa sus principales títulos: desde Cinco semanas en globo a La isla misteriosa hasta Viaje al centro de la Tierra pasando por Veinte mil leguas de viaje submarino.

Un apasionado de la ciencia

Las primeras salas de la muestra explican qué tipo de hombre fue Jules Verne. "Dirigieron su vida tres pasiones: la pasión por la geografía, la pasión por el progreso a través de la ciencia y la tecnología, y la pasión por la literatura", explica Olga Jornet, profesora de literatura y curadora de la muestra junto con el director del IDEAL, Jordi Sellas. Verne nació en Nantes, que a principios del siglo XIX era un importante puerto de Francia en plena revolución industrial. La muestra le imagina observando los cargueros del Loira y las máquinas de las fábricas, así como escribiendo sus primeros versos. "Tenía una gran voluntad de estilo desde pequeño", certifica Jornet.

Verne se marchó a estudiar derecho en París, por voluntad del padre, un abogado burgués. Allí se fascina por el teatro y comienza a escribir. Los Dumas le introducen en los ambientes literarios y le abren la puerta a poder estrenar un par de obras. Su otro gran amigo de la época fue Gaspard-Félix Tournachon, conocido como Nadar, otro artista fascinado por la tecnología con la que tenía los grandes debates científicos de la época, por ejemplo, sobre qué aparatos conquistarían el cielo, si los que pesan menos que el aire, como los globos, o los que pesan más, como los aviones (ellos opinaban que los aviones, claro, aunque el primer prototipo de aeroplano despegó en 1906, un año después de su muerte).

En París también conoció al editor Hetzel, con quien acabaría publicando por entregas la colección Viajes extraordinarios. "Crean la novela de ciencia, que quería divulgar la ciencia y la técnica a través de la novela", dice Jornet. Sus obras muestran mundos inexplorados, pero a los que le parecía que no sería imposible llegar: de la Luna al Polo Norte, donde situó Las aventuras del capitán Hatteras (1864) cuarenta años antes de que llegara ninguna expedición. Verne siempre basó sus novelas en investigaciones científicas y prototipos de la época. Leía toda la investigación científica a la que tenía acceso a través de revistas, que le llegaban a la torre de Amiens donde vivió la segunda mitad de su vida.

Exotismo e imaginación

Si hasta ahora el IDEAL había explorado sobre todo artistas plásticos de gran popularidad, desde Dalí hasta Frida Kahlo, por primera vez crean un relato que aparece en la literatura. En la sala inmersiva proponen un viaje a los parajes exóticos de las principales novelas de Verne, desde el Moscú de Michel Strogoffen la Calcuta de La casa de vapor, con un elefante dorado que hace de caballo de carga. Las imágenes mezclan los grabados del siglo XIX con impresionantes paisajes 3D en movimiento, y también aparecen algunas de las referencias que ha dado a la cultura pop, sobre todo al cine. Entre las piezas nunca vistas hay una imagen delstoryboard original de Méliès de Viaje a la Luna (1902), que es propiedad de un coleccionista privado, y también han recuperado unos fotogramas perdidos deExcursión a la Luna, de Segundo de Chomón (1908), dos cortos inspirados en De la Tierra a la Luna de Verne. La banda sonora original, con orquesta sinfónica, es de Rafael Plana.

La última sala permite al espectador convertirse en protagonista de las aventuras de Verne y surcar el mar y el cielo, caminando e interactuando con algunos elementos, como ya ocurría en la última creación del equipo del IDEAL, Tomorrowland. La magia de los libros de Verne ha entusiasmado sobre todo a los ingenieros, los geólogos y los astronautas. Sus libros han dado nombre al submarino nuclear Nautilus y también en los barcos transparentes de las islas Medes, pero es que Verne ha dado nombre a un asteroide ya un cráter lunar. Doscientos años después, su obra sigue inspirando.