Artes escénicas

Àurea Márquez, una médium teatral de emociones fuertes

La actriz combate los estigmas de los enfermos mentales en la sala Atrium con el monólogo 'La dona del tercer segona'

Àurea Màrquez en un momento de 'La mujer del tercero segunda'
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BarcelonaÀurea Márquez se está dejando la piel encima el escenario de la sala Atrium de Barcelona: después de la mentirosa compulsiva a la que interpretó en M'hauríeu de pagar, de Jordi Prat i Coll, considerada como una de las mejores obras de la última edición del Grec, aceptó un reto todavía más difícil, el monólogo de Víctor Borràs Gasch La dona del tercer segona. Después de hacer cinco funciones dentro del mismo festival, ahora vuelve para hacer temporada en la Atrium hasta el 3 de octubre. "Fue un tour de force, porque mientras interpretaba un monólogo, estudiaba otro y lo ensayaba, y también rodaba Com si fos ahir en TV3 -explica Márquez-. Ha sido muy intenso, pero como ambas me gustaban mucho y me encontraba muy a gusto, pude hacerlo. Pero no lo repetiría".

En La dona del tercer segona, Àurea Márquez se pone dentro de la piel de Raquel, una mujer de casi cincuenta años que trabaja de carnicera en un supermercado. Es la madre de un chico afectado por una enfermedad mental que, durante una reunión de la comunidad de vecinos, toma la palabra para explicar el estigma que arrastran las personas que tienen una de estas enfermedades, y pide a los propietarios un favor difícil de conceder -y que ningún miembro del equipo artístico quiere desvelar-, de forma que la pelota queda en el tejado de los vecinos. “Es una mujer que no acostumbra a tener voz. Es de clase trabajadora, tiene pocos recursos económicos e incluso diría que intelectuales y culturales. Tampoco tiene ninguna red de apoyo, está muy sola”, explica la actriz. Esta mujer pone ante el espejo la sociedad que no quiere mirar determinados problemas porque le resultan “incómodos”, y al mismo tiempo hace un gran esfuerzo para salir adelante. “En un caso de extrema necesidad y de compromiso tan grande y de amor por su hijo, esta mujer saca unos recursos inesperados en forma de súplica. También saca humor y ternura, es una mujer que se expone mucho”, dice. Otro aspecto destacado de su interpretación es “interpelar directamente al público”: “Se produce una conexión bastante potente entre los espectadores y yo. Si tienes ganas de vivir emociones fuertes en el teatro, en esta obra puedes vivirlos, porque como espectador te sientes parte de la obra”.

En La dona del tercer segona Àurea Márquez trabaja a las órdenes de Ivan Benet. Se conocían por haber trabajado juntos como actores hace años, pero esta experiencia ha sido mucho más profunda: “Àurea es una gran actriz y me lo ha puesto muy fácil”, dice Benet. De su aproximación a la obra, recuerda que el principal reto ha sido cómo abordar un tema tan delicado y desconocido. “El texto es contundente. Me tenía que aproximar a él con respeto y al mismo tiempo hacer un espectáculo que fuera atractivo y que explicara cosas más allá de la textualidad; lo hemos vestido con un material audiovisual potente, y hacemos aparecer al hijo de Raquel en un vídeo”, detalla Benet.

El origen de la obra se remonta a las preguntas que Víctor Borràs Gasch, uno de los fundadores de la compañía Teatre Nu, se hizo a raíz de vivir de cerca una situación que le abrió muchos interrogantes. “A veces a las personas que les toca vivir una circunstancia límite se las juzga y no reciben lo que esperan, o ni siquiera se atreven a pedirlo –dice el autor–. Hemos querido dar voz a alguien que no la tiene, a alguien que vive silenciosamente”. Borràs Gasch no concreta la enfermedad que sufre el hijo de Raquel, porque lo ha querido dejar abierto y hacer hincapié en el llamamiento que hace la mujer. “La obra nos pregunta cómo somos y qué hacemos, no da respuestas, porque yo como persona tampoco sé qué se tiene que hacer; es un problema al que nos tenemos que encarar socialmente”, concluye el autor.

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