Cine

Cinco cosas que quizás no sabes de 'Alcarràs', la película que ha ganado el Oso de Oro en el Festival de Berlín

Sin actores profesionales, el film se rodó en el municipio de Lleida durante la campaña de recogida del melocotón

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Fotograma de 'Alcarràs', de Carla Simón.

Carla Simón ha hecho historia con Alcarràs: Oso de Oro a la mejor película en el Festival de Berlín. Todavía tendremos que esperar hasta finales de abril para verla en los cines catalanes, pero ya sabemos algunas cosas...

¿Quiénes son los protagonistas?

Alcarràs, ambientada en el municipio de Lleida, no sigue a un solo personaje, como hacía Carla Simón en Verano 1993 con Frida, sino que es una película más coral. También cambia el tono de la actuación porque en Alcarràs no hay actores profesionales, sino que son los vecinos y trabajadores del campo de este pueblo del Segrià y de los municipios de alrededor los que se ponen ante la cámara para explicar una historia sobre este trocito de tierra de Lleida. Simón explicaba al ARA que, durante el casting, quería encontrar una familia. Pero no pudo ser, todos son de pueblos diferentes: "Hicimos un proceso similar al de las niñas de Verano 1993: primero fuimos quedando para tejer las relaciones familiares improvisando escenas que habrían podido pasar antes de la película. Y cuando a los dos meses y medio nos sentamos para leer el guion, ellos tenían unos vínculos que sentían de verdad. De hecho, ahora se siguen llamando como en la película: papá, mamá, abuelo...”.

¿Cómo se rodó?

El rodaje se hizo durante la campaña de recogida del melocotón, es decir en verano. Se tenía que grabar en verano de 2020, pero los ensayos se tuvieron que interrumpir debido al coronavirus y las medidas de seguridad impuestas en los rodajes aplazaron la grabación hasta el verano de 2021. La cineasta está muy vinculada con este municipio de poco más de 9.000 habitantes del Segrià, que tiene como vecino el río Segre. Ahí viven sus tíos maternos y ella pasó ahí algunos veranos y Navidades durante la infancia.

¿Qué explica?

El drama de una familia de agricultores que ve cómo se rompe el acuerdo verbal que durante décadas les ha permitido cultivar melocotoneros en un terreno donde el nuevo propietario, el heredero de las tierras, quiere instalar placas solares después de hacer una última cosecha. El dueño les ofrece hacerse cargo del mantenimiento de las placas, pero no es solo el dinero lo que está en juego, sino una manera de vivir y la propia identidad. Como Verano 1993, la historia surge de las circunstancias vitales de la directora, pero no de una manera tan directa. “Mis tíos han cultivado melocotoneros en Alcarràs toda la vida –explica Simón en una entrevista desde Berlín con el ARA–. Mi madre adoptiva es de allí e íbamos a pasar las Navidades y los veranos. Y, cuando murió su abuelo, sentí la necesidad de poner en valor su legado y me pregunté qué pasará cuando todo esto desaparezca, que es una pregunta que, tal como está la agricultura, está siempre sobre la mesa. Pero mis tíos sí heredaron la tierra; por lo tanto, la historia no es tan fiel a la realidad como Verano 1993”.

La mirada de Carla Simón

Simón graba entre árboles fruteros y habla de un estilo de vida, pero sobre todo pone la mirada en la familia e intenta entender a todo el mundo, evitando los maniqueísmos. “Tenía un gran deseo de explicar qué significa formar parte de una gran familia y qué pasa cuando vive mucha gente en un lugar en el que pasan muchas cosas y las emociones les afectan como un efecto dominó”, explicaba al ARA antes de presentar la película en el Festival de Berlín. Pero Simón no juzga a nadie y trata de entender las motivaciones de todo el mundo, incluso del propietario que quiere poner placas en el terreno. “El señor que recibe en herencia las tierras también tiene derecho a preguntarse hasta cuándo tiene que durar el acuerdo de su abuelo –dice Simón–. Y que sean placas plantea un dilema interesante, porque la energía solar es una cosa que el mundo también necesita”.

La relación con Berlín

No es la primera vez que Carla Simón pone los pies en el escenario de la Berlinale. Fue en la ciudad alemana donde se empezó a forjar el éxito de Verano 1993, que competía en una sección paralela dedicada al cine de temática juvenil. Simón, además, fue acogida en el Talento Campus cuando Verano 1993 solo era un proyecto. En 2017 recibió los primeros premios de la película: mejor film de la sección Generation KPlus y mejor opera prima del festival.

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