'El profesor de persa': inventarte una lengua para sobrevivir al Holocausto
Vadim Perelman ofrece un drama en exceso pulcre y pulcro, con un dúo de actores excepcional
'El profesor de persa'
(2,5 estrellas)
Dirección: Vadim Perelman. Guion: Ilja Zofin a partir de la novela de Wolfgang Kohlhaase. 127 min. Rusia, Alemania y Bielorrusia (2020). Con Nahuel Pérez Biscayart, Lars Eidinger y Jonas Nay. Estreno en cines
En La vida es bella, el protagonista construye un mundo de fantasía dentro del campo de concentración donde su hijo pueda refugiarse. En El profesor de persa, Gilles (Nahuel Pérez Biscayart), un joven judío de Amberes, se hace pasar por iraní cuando se entera de que un caporal nazi, Klaus (Lars Eidinger), busca a alguien para aprender esta lengua. A Gilles también le toca inventarse una ficción para sobrevivir a la Shoá. Que no lo maten le depende en gran parte de mantener vive el sueño de Klaus, que quiere trasladarse en Teherán cuando la guerra acabe. El inconveniente es que el chico, de persa, no sabe ni papa.
Buena parte del nuevo largometraje de Vadim Perelman, el director que debutó con Casa de arena y niebla, se alimenta de la tensión de ver si el protagonista aguantará un simulacro a priori tan poco verosímil en un contexto tan extremo. El film tiene en la enseñanza de un habla inventada su excusa argumental, pero no ofrece un gran deleite lingüístico. El suspense recae en si pillarán al Gilles en su mentira, pero no en las progresivas dificultades de enseñar una lengua totalmente creada; en el reto, por ejemplo, de pasar de un mero vocabulario a improvisar una morfología o una sintaxis.
Desde la fotografía al duelo interpretativo entre dos grandes pero todavía poco conocidos actores como son Pérez Biscayart y Eidinger, El profesor de persa resulta un drama impecable: pulido, pulcro, correcto... nada incómodo. Finalmente, incluso el método que emplea el Gilles para recordar las palabras improvisadas tiene una excusa bastante tramposa que lo redime de ser un simple superviviente (como si fuera poco) y lo quiere elevar a héroe moral. Y así de paso se justifica con un final catártico que El profesor de persa se centre en las peripecias de un solo individuo, dejando fuera de campo o en segundo plano la experiencia colectiva del horror.