Cine

Almodóvar: "Mi película es lo contrario de los discursos del odio"

El director estrena 'La habitación de al lado', su primer largometraje en inglés, protagonizado por Tilda Swinton y Julianne Moore

El director Pedro Almodóvar junto a las protagonistas de su nuevo filme Julianne Moore y Tilda Swinton en la presentación en Madrid
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MadridPedro Almodóvar puede poner una fecha concreta en el momento en que entendió la "importancia" de pronunciarse políticamente como personaje público. Fue en el 2004 tras los atentados del 11-M y la llegada a la Moncloa del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. "Fue cuando sentí la polarización de España. Por primera vez en la vida, unos jóvenes me insultaron –o eso querían– diciéndome «rojo maricón». Me quedé estupefacto porque pensaba que esta España no existía", explica quien saltó a la fama como icono del hedonista Movida Madrileña. Desde entonces, los mensajes queridos políticos del director han ido a más. Recientemente, ha ocupado titulares la denuncia desacomplejada que ha hecho de la situación en Gaza, que contrasta con el clima en Hollywood, así como del auge de la extrema derecha; no duda en tildar a Donald Trump de "catástrofe" durante la promoción de su último filme , ambientado en Nueva York. como ya hizo con Madres paralelas, traslada al cine con el estreno de La habitación de al lado este viernes.

"Mi película es lo contrario del discurso del odio. Habla de abrir las puertas, de alargar la mano, de estar al lado de alguien, de acompañar, de escuchar. Habla de todo lo que significa ser solidario con el dolor de los demás, sean nuestros seres queridos, nuestros amigos o alguien que llama a la puerta", sostiene en una conversación con varios medios, entre ellos el ARA, en Madrid. Su primer largometraje en inglés –hasta ahora sólo se había atrevido con dos cortometrajes– habla del derecho a una muerte digna. Almodóvar hace un alegato contra el fundamentalismo religioso que persigue la eutanasia, que sólo es legal, con limitaciones, en siete países del mundo, entre ellos España. "Creo que es un derecho fundamental que tenemos los seres humanos. Ser dueños de nuestra muerte cuando la vida ya no te ofrece más que miseria y dolor", apunta. Es lo que le ocurre a una de las protagonistas encarnada por Tilda Swinton, con quien Almodóvar vuelve a trabajar después del corto La voz humana. Su personaje tiene un cáncer incurable y pide a una amiga, interpretada por Julianne Moore, que le acompañe en el proceso –perseguido legalmente en Estados Unidos– de morir voluntariamente.

Las dos protagonistas hacen juntas este camino lleno de "empatía", "compañerismo" y largas conversaciones aliñadas con reflexiones sobre el cambio climático, la guerra y multitud de referencias culturales. Un retrato de la muerte alejado del melodrama y la sordidez, y realizado desde la "poética". "Es un poema, pero también muy realista", reflexiona Swinton sobre el filme, en una entrevista conjunta con Moore también en Madrid. Ambas remarcan que no es frecuente que en el cine se exponga este tipo de vínculo de amistad entre dos mujeres maduras y coinciden en que la "curiosidad" de Almodóvar hacia el mundo le hace idóneo por ser quien hace esta apuesta. "Entiende algo que muchos hombres no entienden, que es la complicidad entre mujeres", dice Swinton, quien lo despliega en su interpretación de una mujer agónica sostenida por Moore. A su juicio, la elección que hacen ambas es "suprimamente política" debido a que evidencia que en la vida "podemos escoger entre alejarnos o presenciar, si somos capaces de soportar el sentimiento de impotencia que hay a nuestro alrededor toda el rato".

Esa impotencia ante la muerte, que Moore espera desde la habitación de al lado, se combina con la actitud vitalista de las protagonistas. "Aunque vivamos en el núcleo del apocalipsis hay momentos para disfrutar. La vida sigue ofreciendo pequeñas cosas", defiende Almodóvar, quien asegura que no se ha planteado quién querría que le acompañara en una muerte voluntaria –aunque acaba respondiendo que su hermano, presente durante la entrevista– porque sigue "sin aceptar por completo la muerte".

Con 75 años, Pedro Almodóvar dice haberse "acostumbrado a la sensación casi material de sentir la muerte cerca", pero explica que con la reciente muerte de su gato –con el que había convivido 14 años– se dio cuenta de que , pese a haber realizado este filme, sólo ha hecho "la mitad del camino" para aceptarla. "Me creo inmortal", dice bromeando. Por el momento, Almodóvar ya tiene un nuevo proyecto en marcha con el que volverá a recuperar el castellano, mantendrá la predominancia femenina y reflexionará sobre "los límites de la autoficción". "Habla más de los problemas del creador que de los de la sociedad", explica, aunque seguro la realidad y la política "encontrarán una rendija para entrar".

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