Cuando el hechizo pierde toda la magia
'Wicked: Parte II' cierra la historia de las brujas de Oz desvaneciendo su misterio
- Dirección: Jon M. Chu. Guión: Winnie Holzman y Dana Fox
- 138 minutos
- Estados Unidos (2025)
- Con Cynthia Erivo, Ariana Grande y Jeff Goldblum
Los trucos de ilusionismo demuestran que la magia depende a menudo de la falta de información. La segunda parte de Wicked se propone explicar la magia que caracterizó El mágico de Oz y la convirtió en una película inolvidable. Siguiendo las huellas de la primera parte (que expandía la historia de la Malvada Bruja del Oeste y la Bruja Buena), la nueva entrega justifica la apariencia y el conflicto interno de los tres acompañantes de Dorothy: el hombre de lata, el espantapájaros y el león. En consecuencia, Wicked: Parte II se dedica a cerrar todas las rendijas que abría la obra original y que, como descubrimos, constituían la esencia de su encanto. Así, el rostro no visible de Dorothy (el único personaje que escapa a la lógica imperante del filme) se erige en un amargo recordatorio de una magia que ya no parece tener cabida en cierto cine contemporáneo, obsesionado con la visibilidad total y la representación de todas las cosas.
Esta fijación afecta negativamente a la película que, demasiado ocupada para cerrar todas las líneas argumentales, se olvida de constituirse como obra independiente. La acumulación de giros de guión, la grandilocuencia de los efectos especiales y la expresividad de los números musicales mantienen la película en una elevada intensidad que homogeneiza todos los eventos, frustrando incluso el clímax. Aunque esta saturación narrativa es una herencia del musical de Broadway, en última instancia responde a la decisión de convertir su segundo acto en una película autónoma. Sin embargo, Wicked: Parte II captura el aire de los tiempos y refleja la tendencia actual de prolongar los iconos del pasado en un presente perpetuo, deudor de las narrativas seriales y de la constante actualización de las redes sociales.