Crítica de cine

El milagro del amor en la nueva obra maestra de Aki Kaurismäki

El cineasta finlandés firma un precioso y sobrio melodrama romántico proletario sobre el deseo de felicidad de una mujer, un hombre y un perro llamado Chaplin

2 min
Alma Pöysti y Jussi Vatanen en la película 'Fallen leaves', de Aki Kaurismäki.
  • Dirección y guion: Aki Kaurismäki.
  • 81 minutos. Finlandia y Alemania (2023).
  • Con Alma Pöysti, Jussi Vatanen y Martti Suosalo.

En ese tiempo de incertidumbre, donde las nubes de desastre económico y de guerra son un ruido de fondo continuo, el cine humanista de Aki Kaurismäki aparece como la mejor mesa de salvación para encarar el presente y, sobre todo, el futuro. Su última película, Fallan leaves (mejor filme del 2023 según el ARA), es, de hecho, un precioso tratado sobre el deseo de felicidad de dos personas que se enamoran en el peor momento de su vida y que, incluso con el viento en contra, quieren amarse y caminar hacia un horizonte común. ¿Romántico? Pero, ¿qué sería de este mundo si no existieran soñadores como Kaurismäki?

Con Fallan leaves, el cineasta finlandés vuelve al imaginario del proletariado habitual en su narrativa para llevarlo al melodrama romántico dominado por Leo McCarey, Frank Borzage y David Lean. Es un cambio significativo que indica esperanza, ternura y una idea de fantasía, pero como en los referentes cinematográficos que apuntalan esta película, el azar intervendrá para dilatar la separación de los amantes protagonistas. Ella es Ansa (Alma Pöysti), cajera de un supermercado a la que echan del trabajo por repartir productos caducados a gente necesitada; y él, Holappa (Jussi Vatanen), un obrero que también se queda en paro a causa del alcoholismo. Se han conocido en una noche de karaoke, han vuelto a citarse para ir al cine, pero el viento, de nuevo en contra, se ha llevado la nota donde ella le había apuntado el teléfono y, por tanto, se ha llevado la promesa de ese amor.

A la agitación de los protagonistas, arrastrados por la tristeza como si fueran las hojas del título de la película, Kaurismäki opone unas formas depuradas y elegantes, donde los elementos contextuales –música de Schubert durante la noche del karaoke o el rock de las chicas de Maustetytöt, carteles de películas de Robert Bresson y Jean-Luc Godard, y el vibrante cromatismo de la fotografía de Timo Salminen– expresan todo lo que el laconismo de los protagonistas silencia. Este desbordamiento contenido marca de la casa adopta en Fallan leaves una emoción sincera, resultado de la madurez de un cineasta íntegro con una forma muy concreta de entender el cine. Aquella que siempre vuelve a Charles Chaplin como brújula, invocado, no en vano, en el momento más bonito de la película, un homenaje a Luces de la ciudad que golpea el corazón y nos reconcilia con ese mundo en crisis perpetua.

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