Crítica de cine

Sentido y sensibilidad en el debut de Mario Casas como director

La película 'Mi soledad tiene alas' reincide en la fascinación por el joven rebelde de barrio marginal

Candela González y Óscar Casas en la película 'Mi soledad tiene alas'.
2 min
  • Dirección: Mario Casas
  • Guión: Mario Casas y Déborah François
  • 102 minutos
  • España (2023)
  • Con Óscar Casas, Candela González y Farid Bechara

Hay un patrón familiar que se repite en el cine y las series ambientadas en barrios marginales, del de Las Tres Mil Viviendas sevillanas al Baltimore de The Wire: el hogar en el que una abuela cuida de los nietos a falta del padre y la madre, a los se ha llevado la droga y/o que han acabado en el trullo. Los jóvenes protagonistas de Mi soledad tiene alas, Dan (Óscar Casas) y Vio (Candela González), también se definen, en parte, por esta ausencia de los progenitores, en un barrio sin identificar pero que presenta el perfil de la Mina. Mario Casas debuta como director con una película que reincide en la fascinación romántica por la rebeldía del joven de barrio. No tanto desde un perfil sociopolítico (no aparecen instituciones, ni en positivo ni en negativo, en la historia) como desde un imaginario urbano de trasfondo trágico: la ausencia maternal y la violencia patriarcal marcan por encima de todo el destino del protagonista.

Al contrario de otros ejemplos recientes de cine de barrio, Casas no opta ni por el camino del thriller ni por hacer un pastiche del cine quinqui de antaño. Prefiere recoger la belleza, la pasión y la energía en bruto de una juventud en los márgenes. Y vaya si lo consigue. El actor le pasa el relevo interpretativo a su hermano Óscar, un (casi) debutante que transmite la frescura requerida por el filme, como lo hacen también los muy remarcables Candela González y Farid Bechara. Y desde la dirección se decanta por trabajar un naturalismo que transmita cierta verdad en la historia de una pareja de jóvenes en fuga sin horizonte de futuro a la vista. Se nota que el director y la coguionista Déborah François han hecho deberes en lo referente a los referentes cinematográficos, que otorgan una fuerza y una poética palpables a Mi soledad tiene alas. Un filme que se tambalea, en cambio, cuándo debe darse resolución melodramática a los acontecimientos y cuándo pasa por el peaje del romance romántico.

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