Cine

Disney infantiliza la franquicia más violenta de Hollywood

Por primera vez en cuatro décadas de la saga 'Predators', el cazador alienígena es el héroe de la película

El héroe de 'Predator: Badlands'
05/11/2025
4 min

BarcelonaCuando en 2019 Disney compró el estudio 21st Century Fox por más de 60.000 millones de euros no sólo adquirió los cromos superheroicos que le faltaban de la colección de Marvel (las franquicias X-Men, Deadpool, Cuatro Fantásticos...) sino sagas emblemáticas como Alien y Predator, que se movían entre la ciencia ficción, el terror y la acción. Era lógico preguntarse por el encaje de estos títulos en el talante cien por cien accesible y sin aristas que define la identidad corporativa de Disney. Seis años después, quizá la respuesta sea Predator: Badlands, que llega este viernes a los cines y es un híbrido extraño entre una de las sagas más hiperviolentas de Hollywood y el cine family-friendly de Disney.

La saga Predator tiene su origen en uno de los hits más testosteronicos de Arnold Schwarzenegger durante la década de los 80: Depredador (1987), uno actioner trepidante dirigido con extraordinaria solvencia por John McTiernan que enfrentaba en la jungla de Guatemala a un comando militar estadounidense contra un alienígena de caza en la Tierra. La acción hiperbólica del filme –que roza la parodia–, la lucha desesperada por sobrevivir ante un enemigo muy superior y la idea de una avanzada raza alienígena para quien nuestro planeta es un simple coto de caza conforman el ADN de una saga que se expandió en secuelas más o menos afortunadas durante las distópico (Depredador 2), ahora situándola en otro planeta (Predatores), ahora cruzando las dos sagas fantásticas de terror del estudio (Alien vs. Predator).

Con la compra de Fox, la franquicia movió pieza y en el 2022 llegó la entrega más interesante en décadas: Prey planteaba un salto en el tiempo en el siglo XVIII y un regreso a las esencias de Predator con un thriller enérgico –casi uno western– sobre una joven comanche que se enfrenta con gran coraje y un ingenio sin límites a uno de los cazadores alienígenas, los implacables Yautja. El director del filme era Dan Trachtenberg, que había debutado con el excelente Calle Cloverfield 10, una película que ya exploraba la resiliencia femenina en situaciones extremas. Desgraciadamente, Prey es seguramente la entrega que menos eco ha tenido de la saga, ya que Disney la estrenó directamente en Disney+ para reforzar la expansión de la plataforma, y ​​para no jugársela con las imprevisibles taquillas pospandémicas.

El giro copernicano de la saga

Pero Trachtenberg no se desanimó, al contrario; hace unos meses estrenó (también en Disney+) un magnífico largo de animación ambientado en el universo Predator con tres historias similares a Prey que enfrentan a los Yautja con, respectivamente, una guerrera vikinga del siglo IX, un samurái del siglo XVII y un piloto estadounidense de la Segunda Guerra Mundial; tres historias que desembocan en el planeta de los Yautja introduciendo una dimensión épica y una visión unificadora de la saga inédita hasta entonces. Por eso sorprende el giro copernicano que emprende ahora Trachtenberg en Predator: Badlands, donde el protagonista es, por primera vez en cuatro décadas de franquicia, el cazador alienígena: el joven Dek, un guerrero escuálido para los estándares Yautja –impresionante para los nuestros– a los que un padre tiránico quiere matar para podar "la debilidad" de su clan. Dek se ve obligado a buscar redención y venganza en un planeta habitado por un monstruo tan terrible que incluso los Yautja lo evitan.

Repudiado por los suyos, atormentado por la muerte del hermano –el único aliado que tenía– y atrapado en un planeta con la flora y fauna más peligrosa de la galaxia, Dek es un personaje diseñado a conciencia para caer simpático a un espectador acostumbrado a odiar y temer a los Yaut. Esta sensación se acentúa cuando Dek forma una inesperada alianza con el robot hablador, optimista y sin piernas interpretado por una estupenda Elle Fanning. Son una pareja arquetípica de buddy movie: el guerrero expeditivo y de pocas palabras y el ayudante de mente rápida y lengua larga. Y sólo falta que durante el viaje se les pegue una criatura alienígena cuque para acabar de formar una entrañable familia no tradicional y que la disneyficación de la saga Predator sea ​​completa.

Elle Fanning en 'Predator: Badlands'

Paradójicamente, todo esto no hace de Predator: Badlands una mala película. Por el contrario, es un entretenimiento muy digno con un imaginario fantástico heredero de los cómics de Richard Corben y ecos de Star Wars (sobre todo de The Mandalorian) y de los marginados reconvertidos en héroes de las películas de James Gunn. La relación entre el Yautja y el androide tiene peso emocional, y el paisaje alienígena (la hierba afilada que corta como una hoja de afeitar) añade interés a las frecuentes escenas de acción, resueltas de forma algo rutinaria. Pero sabe mal que la película renuncie a la identidad de la saga a la que pertenece para pasar a ser indistinguible en tono y mecanismos dramáticos de tantos productos audiovisuales Disney. Ya va bien sacudir un poco las franquicias a las que Hollywood ha vendido el alma, pero si la ambición es infantilizar y diluir su personalidad en una suerte de uniformidad corporativa matriz, no sería mejor crear una película original y dejar tranquilo al universo Predator?

Trailer de 'Predator: Badlands'
stats