Cine

David Cronenberg: "La IA transformará completamente el acto de escribir y dirigir cine"

El director canadiense presenta en el Festival de Cannes a la personal 'The shrouds', con Diane Kruger y Vincent Cassel

4 min
Diane Kruger y David Cronenberg en el Festival de Cannes

Enviado especial a CannesLa gente lleva cómo puede la pérdida de los seres queridos. No hay reglas cuando se trata de gestionar el dolor de una ausencia, sobre todo si te llamas David Cronenberg. El director perdió en el 2017 a la mujer, Carolyn Zeifman, a causa del cáncer, y la experiencia planea de forma evidente sobre The shrouds, pero transmutada por la sensibilidad del canadiense en una historia inclasificable y negrísima que reflexiona sobre el amor y el deseo y que protagoniza un hombre (Vincent Cassel, alter ego físico de Cronenberg) que ha construido una tecnología para observar en directo a través de cámaras en 3D la descomposición del cadáver de la mujer, muerta de un cáncer que la devoró poco a poco.

Presentada en el Festival de Cannes, The shrouds arranca con una visita al dentista para observar "unos dientes que se están pudriendo de pena" y continúa con una cita a ciegas que acaba con la pareja contemplando por una pantalla los restos de la esposa del protagonista. Pese al tono contenido de las conversaciones que son el grueso del filme, se trata de una comedia con la palabra como gran protagonista y un sentido del humor tenebroso y desconcertante. Cronenberg no ha rodado un drama íntimo y biográfico sobre el duelo, sino una extraña fábula sobre conspiranoyas que activan el deseo sexual en los personajes.

Con una envidiable sobrecarga de ideas, The shrouds se desentiende de la lógica del relato y del naturalismo para construir un retablo de escenas tan potentes como el flashback en la que Cassel y su esposa (una excelente Diane Kruger) intentan hacer el amor pese a la fragilidad y los estragos (mutilaciones, cicatrices) que le ha dejado la enfermedad. La escena contrasta con otra escena de sexo en la que el más excitante ("intelectualmente, conceptualmente y conspiracionalmente") son los diálogos que se intercambian los amantes durante el fornici. Sin embargo, se trata de una película muy cerebral y verbal, que mezcla en una misma escena la ternura absoluta, el humor negro y la incomodidad, una obra libre y sin concesiones, muy singular en la carrera de Cronenberg, y que va introduciendo nuevas ideas con una generosidad bastante ausente de la competición.

En The shrouds juega un papel importante una inteligencia artificial (IA) que hace de ayudante del protagonista pero de la que acaba desconfiando. En Cannes, Cronenberg opinó que aplicaciones de IA generativa de películas como Sora "transformarán completamente el acto de escribir y dirigir cine". "La idea misma de producir cine y de los actores desaparecerá –ha añadido–. Es como la fisión nuclear: es terrible, pero a la vez increíblemente útil. Así pues, ¿qué hacemos con la IA? No sé. No tengo ni idea". El director también ha confirmado en rueda de prensa los orígenes autobiográficos de The shrouds, y que la muerte de su mujer le hizo "abandonar el cine durante varios años", hasta que "sintió el impulso de contar esta historia".

Trump, la creación del monstruo

The apprentice, uno de los pocos títulos estadounidenses de la competición, relata el ascenso de Donald Trump como empresario de éxito a través de su relación con el abogado Roy Cohn, antigua mano derecha del senador Joseph McCarthy y persona clave de la biografía del magnate que no sólo le proporcionó influencias y contactos sino que esculpió la personalidad y los valores del futuro presidente de Estados Unidos. El director iraní Ali Abbasi (Holy spider) recurre a la estética de la época que retrata para explicar cómo el joven Trump, lleno de ambiciones y carente de talento, entra en el círculo de confianza de un Cohn que se convierte en una especie de figura paterna sustituta de quien Trump se acabará distanciando cuando el abogado enferme a causa del sida.

The apprentice funciona como la historia de origen de un malvado de cómic de superhéroes, con los traumas familiares, traiciones y deshumanización que acompañan a estos relatos. Sebastian Stan, que acaba de ganar el premio a mejor actor en la última Berlinale, interpreta a Trump con el acierto de ir adquiriendo progresivamente y poco a poco todas las expresiones y modismos típicas del personaje. Y a Cohn le interpreta un Jeremy Strong que en algunos momentos parece salido de Sucesión. Distraída, informativa y algo sensacionalista –la escena en la que Trump viola a su mujer–, la película ya ha recibido amenazas de acciones legales por parte de Trump, pero Abbasi se ha mostrado tranquilo en Cannes. "Se habla mucho de las demandas que pone, pero no de su ratio de victorias", ha dicho el director, quien no cree que a Trump "le disgustara necesariamente la película" y se ha ofrecido a proyectarla al candidato republicano "en cualquier momento" y tener "una charla posterior sobre el contexto de la película".

La 'Pretty woman' de Sean Baker

Pero, por el momento, la gran revelación de la competición de Cannes ha sido Anora, con qué Sean Baker se confirma como el gran cronista de los sueños y la dignidad de los marginados del sueño americano. La protagonista es una bailarina y escort ocasional (Mikey Madison, de la serie Better things, sensacional) que conoce en el local de lap dance donde trabaja el hijo alocado de un oligarca ruso que la contrata para ser su "novia caliente" durante una semana –la referencia a Pretty woman es tan evidente que hay un guiño en la negociación del precio–. Narrada con el pulso de un thriller de los 70, la película empuja a Anora del título hacia situaciones explosivas e hilarantes que no desentonarían en un filme de los hermanos Safdie, con quienes comparte la sensación de catástrofe inminente. En cualquier caso, Baker prefiere a sus personajes y les acompaña en un viaje lleno de cambios de marcha, una montaña rusa de emociones en la que la protagonista quizá vende el cuerpo por dinero pero nunca la dignidad.

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