Empieza el Cannes del Me Too: nueve mujeres acusan al productor Alain Sarde
El festival arranca entre rumores de varias acusaciones de abusos sexuales que podrían marcar esta edición
BarcelonaEl productor Alain Sarde, uno de los reyes del Festival de Cannes, acaba de perder su corona. Nueve mujeres han acusado al productor de películas de David Lynch (Mulholland Drive) y Roman Polanski (El pianista) de agresión sexual, acoso e incluso de violación a una chica de 15 años, según publica la revista Elle. La mayoría de las denunciantes eran jóvenes aspirantes a actrices en el momento de los hechos. Sarde tiene 72 años y ha producido obras de autores franceses como André Téchiné, Bertrand Tavernier y Claude Sautet. En 2009 la Cinemateca Francesa le dedicó una retrospectiva y Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes, le calificó de "mito". Su última producción es de 2014 (Adiós al lenguaje, de Jean-Luc Godard).
Uno de los testigos es una actriz que se reunió con Sarde en su apartamento privado para obtener un papel en 1985, cuando tenía sólo 15 años. Bajo el nombre ficticio de Elsa, la actriz explica que Sarde le mostró su casa y la condujo al dormitorio. "Inmediatamente quise marcharme... Pero de repente me empujó a la cama y me saltó encima. Recuerdo muy bien sus labios, su boca repugnante. Era feo, pese a sus manos bien cuidadas. ¡Fue brutal! Aún siento la presión de su cuerpo sobre el mío. Me sujetó y me violó", explica la mujer, que durante los años 90 y principios del siglo XXI trabajó como actriz en series de televisión.
Otro de los testigos es el de la actriz Annelise Hesme, que en 2001 se reunió con Sarde para obtener un papel y, en cambio, recibió una propuesta del productor para hacer deescort en una de sus fiestas. "Me explicó que le gustaba tener mujeres bonitas e ingeniosas como yo en las cenas que organizaba para actores, directores y distribuidores. Y añadió: «Por supuesto, te pagaré, y si después hay alguien que te gusta, entonces te toca a ti ganar más dinero esa noche», explica Hesme.
El resto de testigos relatan situaciones que suelen empezar con la invitación al domicilio personal del productor y que incluyen intentos de seducción y diversas agresiones sexuales. Sarde ha negado las acusaciones "con la mayor firmeza" a través de su abogada, Jacqueline Laffont. Según Laffont, el productor "desaprueba" los comportamientos que describen los testigos y le son "completamente ajenos". "Alain Sarde asegura que nunca ha utilizado la menor violencia o coerción en sus relaciones con mujeres, y que el consentimiento siempre ha sido esencial para él", dice Laffont.
¿El principio de una gran ola?
Las denuncias coinciden con el arranque de un Festival de Cannes que se prevé marcado por la polémica. El rumor sobre posibles acusaciones a productores y directores franceses planeaba sobre los preparativos del certamen desde hacía días, y se espera que las acusaciones contra Sarde sean el comienzo de una gran ola del Me Too francés, que vive meses muy intensos después de las acusaciones contra figuras como el actor Gérard Depardieu y los directores Philippe Garrel, Benoît Jacquot y Jacques Doillon. De hecho, coincidiendo con el inicio del festival un centenar de nombres de la cultura francesa han publicado un manifiesto en el diario Le Monde que reclama una ley integral contra la violencia sexual. Entre los firmantes del manifiesto se encuentran actrices de renombre como Juliette Binoche e Isabelle Adjani, y escritoras que han denunciado los abusos sufridos como Vanessa Springora y Christine Angot.
Consciente del contexto pero sin querer pronunciarse se mostró el lunes el director del festival de Cannes, Thierry Frémaux, durante una comparecencia con la prensa. Frémaux admitió que había diseñado un festival para huir de las polémicas que había habido otros años, como la presencia de Johnny Depp en la inauguración de la edición anterior, pero reconoció que "eso no quiere decir que no haya". También se ha pronunciado la presidenta del festival, Iris Knobloch, quien ha asegurado que "es casi imposible" tener un plan muy definido de actuación en caso de que haya acusaciones contra alguno de los participantes del festival. "Sería incorrecto, porque no puedes poner a todo el mundo en el mismo saco", dice Knobloch, que distingue entre una acusación penal y una hecha a través de la prensa, o entre un caso de violación y comportamientos inmorales.
Hasta ahora la única referencia explícita a los abusos sexuales del festival había sido, hace sólo unos días, la programación in extremis del cortometraje Moi aussi [Yo también], de la actriz Judith Godrèche, que recoge testigos de víctimas de violencia sexual. Godrèche es, precisamente, quien acusó al director Benoît Jacquot de haberla violado cuando ella tenía 15 años. Aunque los hechos han prescrito, ha presentado una denuncia.
Pero los abusos sexuales sólo son uno de los focos extracinematográficos de esta edición, que arranca bajo la amenaza de huelga de los trabajadores del festival, que reclaman aumentos de sueldo y un estatuto especial de trabajadores intermitentes como el que se aplica en otros sectores del mundo del espectáculo en Francia. El convocante de la huelga es el colectivo Sous les Écrans la Dèche (Bajo las Pantallas, la Miseria), que representa a miles de trabajadores del mundo del cine, desde proyeccionistas hasta programadores o encargados de subtitular las películas. De sus reivindicaciones ha hablado Greta Gerwig, la presidenta del jurado de esta edición, que incluye a JA Bayona. "Estoy claramente junto a las organizaciones de trabajadores –afirmó–. Espero que el festival y los trabajadores lleguen a un acuerdo que sea bueno para ambos, porque es importante que la gente esté protegida y tenga un salario digno". Horas después, un grupo de trabajadores se manifestaba frente a la alfombra roja mientras desfilaban los invitados en la sesión inaugural.
Inauguración en clave de comedia absurda
Las polémicas del Me Too han resonado incluso en la inauguración de esta edición, El decimoctavo acto, la nueva película de Quentin Dupieux, maestro de la comedia absurda. En este ejercicio extremo de metacine en el que los intérpretes entran y salen de los personajes constantemente y se cabrean unos con otros, un actor puede recriminarle a otro un comentario machista, mirando de reojo a la cámara: "Pero no ves que nos están filmando? ¡No puedes decir algo así, que nos van a cancelar!". La premisa del filme –un hombre (Louis Garrel) quiere presentarle un amigo a la mujer que le intenta seducir insistentemente (Léa Seydoux)– es sólo la excusa para una retahíla de piruetas narrativas sobre el abismo del ' absurdidad. El retrato de los actores como criaturas neuróticas y narcisistas es lo mejor de esta farsa delirante sobre el mundo del cine, que no acaba de encontrar la carcajada en sus saltos mortales de guión pero funciona como espejo distorsionado de la feria de vanidades que es el Festival de Cannes. Y quizás para compensar la crueldad del filme con los actores, la ceremonia inaugural ha incluido el homenaje a una de las grandes actrices de las últimas décadas: Meryl Streep, que ha recibido una de las Palmas de Oro honoríficas de esta edición. "Has cambiado la forma de ver a las mujeres, y también la forma en que nos vemos a nosotros mismas", le dijo a Streep una emocionada Juliette Binoche durante el acto.